Pero mi madre no cantaba: me estaba mirando.

– ?Por que te ha enviado un cheque?

Yo segui con la vista en el libro de himnos y cantando:

– Enviando rayos de sol, lleno de alegria desde el nacimiento.

Como no le respondia, ella misma lo hizo:

– Se dedica a las malas manas con algun otro.

?A las malas manas? ?Ted? Me entraron ganas de reir, por su eleccion de las palabras, pero tambien por la idea [5]. El frio, silencioso y lampino Ted, cuya respiracion no se alteraba lo mas minimo ni siquiera en el apogeo de la pasion.

Me lo imagine grunendo mientras se rascaba los sobacos, chillando y saltando sobre el colchon, tratando de agarrarme una teta.

– No, no lo creo -le dije.

– ?Por que no?

– No es este el lugar mas adecuado para hablar de Ted.

– ?Por que puedes hablar de esto con un sique-atrico y no con tu madre?

– Psiquiatra.

– Siqui-atrico -se corrigio-. Una madre es mejor. Una madre sabe lo que hay dentro de ti. -Alzo la voz para hacerse oir por encima de las voces que cantaban-. El siqui-atrico solo te volvera hulihudu, te hara ver heimongmong.

Una vez en casa, pense en lo que me habia dicho, y era cierto. Ultimamente me habia sentido hulihudu y todo lo que me rodeaba parecia ser heimongmong. Nunca habia pensado en los equivalentes ingleses de esos terminos. Supongo que los significados mas exactos serian «confuso» y «niebla oscura».

Pero, en realidad, las palabras significan mucho mas. Tal vez no sea posible traducirlas facilmente porque se refieren a una sensacion que solo experimentan los chinos, como si uno se cayera de cabeza a traves de la puerta del viejo senor Chou y luego tratara de encontrar el camino de regreso, pero estuviera tan asustado que no pudiera abrir los ojos y anduviera a gatas en la oscuridad, tanteando, el oido atento a posibles voces que le indiquen el camino a seguir.

Habia hablado con mucha gente, con mis amigos, con todo el mundo al parecer, excepto con Ted, ya cada persona le contaba una historia diferente. Sin embargo, cada una de las versiones era cierta, estaba segura de ello, por lo menos en el momento en que la contaba.

A mi amiga Waverly le dije que no habia sabido cuanto amaba a Ted antes de notar hasta que punto podia herirme. Sentia un intenso dolor, un dolor literalmente fisico, como si me hubieran arrancado los brazos sin anestesia y sin ensamblarlos y coserlos luego.

– ?Te los han arrancado alguna vez con anestesia? -inquirio Waverly-. ?Dios mio! Jamas te habia visto tan histerica. Si te interesa mi opinion, estas mucho mejor sin el. Te sientes dolida porque has tardado quince anos en darte cuenta de lo debil que es en el aspecto emocional. Oye, se lo que se siente.

A mi amiga Lena le dije que estaba mejor sin Ted. Tras la conmocion inicial, me di cuenta de que no le echaba en absoluto de menos. Lo unico que anoraba era lo que sentia cuando estaba con el.

Lena se quedo boquiabierta.

– ?Y que era eso? Estabas deprimida. Te manipulo haciendote creer que no eras nada a su lado, y ahora crees que no eres nada sin el. Yo, en tu lugar, me buscaria un buen abogado y procuraria sacar la mejor tajada posible, para compensar.

A mi psiquiatra le dije que me obsesionaba la venganza. Sonaba con llamar a Ted e invitarle a cenar en uno de esos sitios lujosos, donde va la gente importante, como el Cafe Majestic o Rosalie's. Y cuando el hubiera empezado a tomar el primer plato y estuviera tranquilo y relajado, le diria: «No es tan sencillo, Ted». Sacaria del bolso un muneco de vudu, prestamo de Lena y procedente de su almacen de utileria teatral. Dirigiria el tenedor especial para caracoles hacia un punto estrategico en el muneco y diria alzando la voz, ante todos los elegantes clientes: «Ted, no eres mas que un cabron impotente y voy a asegurarme de que sigas asi». Y izas!

Al confesar estas cosas, me embargo la sensacion de haber llegado a un momento de cambio radical en mi vida, a un nuevo yo solo dos semanas despues de haber iniciado la psicoterapia. Pero mi psiquiatra parecia aburrido y seguia con la barbilla apoyada en la mano.

– Parece que esta experimentando unas sensaciones muy intensas -me dijo con expresion somnolienta-. Creo que deberiamos pensar mas en ello la proxima semana.

De modo que ya no supe que pensar. Durante las semanas siguientes hice inventario de mi vida, e iba de una habitacion a otra, tratando de recordar la historia de los objetos que llenaban la casa: los que yo acumule antes de conocer a Ted (las copas de cristal soplado a mano, las colgaduras de macrame y el balancin que hice reparar); los que compramos inmediatamente despues de la boda (la mayor parte de los muebles grandes); los que nos regalaron (el reloj bajo una campana de cristal y que ya no funcionaba, tres juegos de sake, cuatro teteras); las cosas que el se reservo (las litografias firmadas, ninguna de ellas mas alla del numero veinticinco en una serie de doscientas cincuenta, las fresas de cristal de Steuben) y las que me quede porque no soportaba la idea de perderlas (los candeleros desempareja dos comprados en unas rebajas, una colcha antigua, agujereada, frascos de formas extranas que en otro tiempo contuvieron unguentos, especias y perfumes).

Habia iniciado el inventario de las estanterias de libros cuando recibi una carta de Ted, en realidad una nota, escrita apresuradamente con boligrafo en su talonario de recetas. Decia: «Firma en los lugares indicados con una x». Y con tinta azul de estilografica habia anadido: «Adjunto cheque para ayudarte a salir del apuro hasta que solucionemos legalmente la situacion».

La nota iba unida con un clip a los papeles del divorcio, junto con un talon por diez mil dolares, firmado con la misma tinta azul de la nota. Y en vez de estar agradecida, me senti herida.

?Por que me enviaba el cheque con los documentos? ?Por que habia usado boligrafo y pluma? ?Acaso habia pensado en el cheque despues de escribir la nota? ?Cuanto tiempo estuvo sentado ante su mesa de trabajo, pensado en la cantidad que seria suficiente? ?Y por que habia decidido firmarlo con aquella pluma?

Todavia recuerdo la expresion de su cara el ano anterior, cuando abrio cuidadosamente el envoltorio de papel de estano, y la sorpresa reflejada en sus ojos al examinar la pluma poco a poco, desde todos los angulos, a la luz del arbol navideno. Luego me beso en la frente.

– Solo la usare para firmar cosas importantes -me prometio.

Al recordado, con el cheque en las manos, lo unico que pude hacer fue sentarme en el borde del sofa, sintiendo una opresion en la cabeza. Mire las equis en los documentos del divorcio, las palabras en el volante de receta, los dos colores de tinta, la fecha del cheque, la raya despues de la cifra.

Me quede sentada alli, en silencio, tratando de escuchar a mi corazon para decidir correctamente, pero entonces cai en la cuenta de que desconocia las alternativas. Asi pues, deje los documentos y el cheque en un cajon donde guardaba cupones que nunca tiraba y que tampoco usaba nunca.

Un dia mi madre me explico el motivo de mi constante confusion. Dijo que me faltaba madera. Habia nacido sin madera, por lo que prestaba atencion a demasiada gente. Ella lo sabia bien, porque cierta vez estuvo a punto de volverse como yo.

– Una muchacha es como un arbol joven -me dijo-. Debes permanecer erguida y escuchar a tu madre, que esta junto a ti. Pero si te inclinas para escuchar a otras personas, creceras torcida y debil, y el primer viento fuerte te derribara al suelo. Entonces seras como un hierbajo, creceras sin orden ni concierto en todas las direcciones, te extenderas por el suelo hasta que alguien te arranque y te tire.

Pero cuando me dijo eso, ya era demasiado tarde, pues habia empezado a torcerme. Iba a la escuela, donde una maestra, la senora Berry, nos ponia en fila y nos hacia desfilar para entrar y salir de las aulas y recorrer los pasillos, al tiempo que decia: «Ninos y ninas, seguidme». Y si no le hacias caso, te obligaba a inclinarte y te daba diez azotes con una palmeta.

Todavia escuchaba a mi madre, pero tambien aprendi la manera de lograr que sus palabras resbalaran sobre mi, sin afectarme. Y a veces llenaba mi mente con pensamientos de otras personas, todos ellos en ingles, a fin de

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