Solo conoci a mi padre por el gran retrato que colgaba en la sala principal. Era un hombre corpulento, de expresion severa, desdichado por estar tan quieto en la pared, Sus ojos inquietos me seguian por la casa, e incluso desde mi habitacion, en el extremo del pasillo, podia ver los ojos vigilantes de mi padre. Segun Popo, me vigilaba por si descubria en mi la menor falta de respeto, y por ello, a veces, cuando habia tirado piedras a otros ninos en la escuela, o habia perdido un libro por descuido, pasaba rapidamente ante el n: trato de mi padre, con expresion de no saber nada, y me ocultaba en un rincon de mi cuarto donde el no pudiera verme me la cara.
La atmosfera de nuestra casa me parecia desdichada, pero mi hermanito no daba muestras de pensar lo mismo. Corria en bicicleta por el patio, persiguiendo a los pollos y a otros ninos y riendose de los que gritaban mas. Cuando los tios estaban ausentes, visitando a sus amigos en el pueblo, mi hermano entraba en la casa silenciosa y se ponia a saltar sobre los mejores sofas de plumas.
Pero incluso la felicidad de mi hermano se desvanecio. Un calido dia de verano, cuando Popo ya se encontraba muy enferma, estabamos fuera, mirando un cortejo funebre que pasaba ante nuestro patio. Cuando llego a la puerta de nuestra casa, el pesado retrato enmarcado del muerto cayo de su peana y se estrello contra el suelo polvoriento. Una anciana grito y se desmayo. Mi hermano se echo a reir y mi tia le dio una bofetada.
Mi tia, que tenia muy mal genio con los ninos, le dijo que carecia de
Y cuando mi hermano dijo a gritos que la tia era un pollo hablador decapitado, ella lo empujo contra la puerta del patio y le escupio a la cara.
– Me golpeas con palabras fuertes -le dijo la tia-, pero no eres nada. Eres el hijo de una madre con tan poco respeto que se ha convertido en una
Fue entonces cuando empece a comprender las historias que Popo me contaba, las lecciones que debia aprender de mi madre.
– Cuando alguien pierde su prestigio, An-mei -me decia Popo a menudo-, es como si el collar que lleva al cuello le cayera a un pozo. La unica manera de recuperarlo es echarte de cabeza tras el.
Ahora podia imaginar a mi madre, una mujer atolondrada que reia y meneaba la cabeza, que introducia los palillos demasiadas veces en el cuenco para comer otro trozo de fruta dulce, dichosa al verse libre de Popo, de su desgraciado marido colgado de la pared y de sus dos hijos desobedientes. Me sentia desdichada porque esa mujer era mi madre, pero tambien porque nos habia abandonado. Tales eran mis pensamientos mientras me ocultaba en el rincon de mi cuarto, donde mi padre no podia verme.
Estaba sentada en lo alto de la escalera cuando ella llego. Supe que era mi madre aunque no la habia visto jamas desde que tenia memoria. Se quedo de pie en el umbral, con el rostro oculto por la sombra. Era mucho mas alta que mi tia, casi tanto como mi tio, y tenia un aspecto raro, como las senoras misioneras de nuestra escuela, insolentes y mandonas con sus zapatos de tacon muy alto, sus ropas extranjeras y el pelo corto.
Mi tia desvio en seguida la vista y no la llamo por su nombre ni le ofrecio te. Una vieja criada salio corriendo, con expresion de disgusto. Procure permanecer muy quieta, pero mi corazon era como una jaula de grillos que forcejearan para liberarse. Mi madre debio de oirlo, porque me miro, y cuando lo hizo vi mi propio rostro mirandome, con unos ojos muy abiertos que veian demasiado.
– Demasiado tarde, demasiado tarde -protesto mi tia en la habitacion de Popo, mientras mi madre se acercaba a la cama. Pero sus palabras no la detuvieron.
– Ha vuelto, esta aqui -murmuro mi madre a Popo-.
Popo tenia los ojos muy abiertos, pero ahora su mente corria en muchas direcciones distintas y no reposaba el tiempo suficiente para ver nada. De haber tenido claridad mental, habria alzado los dos brazos y echado a mi madre de la habitacion.
Contemple a mi madre, viendo por vez primera a aquella mujer bonita de piel blanca y rostro oval, no demasiado redondeado como el de mi tia ni anguloso como el de Popo. Vi que tenia el cuello largo y blanco, como la gansa de cuyo huevo naci, que parecia flotar, mecerse adelante y atras como un fantasma, mientras humedecia panos frios para aplicados al rostro hinchado de Popo. Miraba los ojos de la anciana y le susurraba suaves palabras de preocupacion. Yo la observaba atentamente, pero era su voz lo que me confundia, un sonido familiar procedente de un sueno olvidado.
Aquella tarde, cuando regrese a mi habitacion, la encontre alli, de pie, erguida, y al recordar que Popo me habia dicho que no pronunciara su nombre, me quede inmovil y callada. Ella me cogio de la mano y me llevo al canape. Se sento a mi lado como si lo hubieramos hecho todos los dias.
Empezo a soltarme las trenzas y cepillarme el cabello con largos y amplios movimientos.
– ?Has sido una buena hija, An-mei? -me pregunto, sonriente, con expresion confidencial.
Puse cara de no saber nada, pero por dentro temblaba.
Yo era la nina cuyo vientre contenia un melon incoloro.
– Sabes quien soy, An-mei -me dijo con una leve frialdad en su voz. Esta vez no la mire, por temor a que me lidiara la cabeza y los sesos me salieran por las orejas.
Dejo de cepillarme el cabello, y entonces note que sus largos y suaves dedos me frotaban y buscaban algo bajo el menton, hasta dar con la cicatriz en mi cuello. Me quede muy quieta mientras ella la frotaba. Era como si aquel roce en mi piel me devolviera la memoria. Entonces dejo de acariciarme y se echo a llorar, llevandose las manos a su propio cuello. Lloro con un sonido quejumbroso, muy triste, y aquella voz me hizo recordar mi sueno.
Yo tenia cuatro anos y el menton me llegaba justo por encima de la mesa. Veia a mi hermano pequeno, entonces un bebe, en el regazo de Popo, llorando muy enfadado. Oia las voces que alababan la humeante y oscura sopa que estaba sobre la mesa, voces que murmuraban carinosamente:
Entonces dejaron de hablar. Mi tio se levanto de la silla y todos se volvieron hacia la puerta, donde estaba una mujer alta. Yo fui la unica que hablo.
– Mama -grite, y me dispuse a saltar de la silla, pero mi tia me dio una bofetada y me obligo a sentarme de nuevo.
Ahora todos estaban de pie, gritando, y distingui la voz de mi madre que tambien gritaba: «?An-mei! ?An- mei!». La voz aguda de Popo se impuso a las demas.
– ?Quien es este fantasma? No es una viuda honrada, sino solo una tercera concubina. Si te llevas a tu hija, se volvera como tu, una desprestigiada, incapaz de levantar nunca la cabeza.
A pesar de estas palabras, mi madre siguio llamandome a gritos. Ahora recuerdo su voz con toda claridad. ?An-mei! ?An-mei! Puedo ver el rostro de mi madre al otro lado de la mesa. Entre ella y yo se interponia la sopera, sobre su pesado soporte en forma de tubo de chimenea, meciendose lentamente, adelante y atras. Entonces uno de los gritos hizo que la oscura sopa hirviendo se derramara y cayera sobre mi cuello. Fue como si la ira de todos los reunidos se vertiera sobre mi.
Fue uno de esos dolores tan terribles que un nino pequeno no deberia recordar jamas, pero sigue todavia en mi memoria de mi piel. Solo llore un poco, porque pronto mi carne empezo a arder por dentro y por fuera y me faltaba el aire para respirar.
No podia hablar a causa de aquella terrible sensacion asfixiante. No podia ver debido a las lagrimas que derramaba para eliminar el dolor, pero oia el llanto de mi madre. Popo y mi tia gritaban. Y entonces el llanto de