a la espera de escarbar en ellas en busca de jeringuillas, imperdibles, vendajes lavables, cualquier cosa que tenga salida en el mercado, pero sobre todo en busca de pastillas, que venden a las tiendas muti o que colocan directamente en la calle. Tambien hay vagabundos que se pasan el dia merodeando por el recinto del hospital y que duermen de noche apoyados contra el muro de la incineradora o puede que incluso en el tunel, en busca del calor.

No es una hermandad en la que aspire a ingresar. Cuando esta alli, ellos estan alli; si lo que lleva a la caldera no les interesa, es tan solo porque un despiece de un perro muerto no puede venderse ni comerse.

?Por que ha asumido ese trabajo? ?Para aliviar la carga que sobrelleva Bev Shaw? Para eso bastaria con descargar las bolsas y largarse. ?Por los perros? Los perros estan muertos, ?y que sabran en todo caso los perros del honor y el deshonor?

Entonces, sera que lo ha asumido por si mismo. Por la idea que tiene del mundo, un mundo en el que los hombres no emplean palas para golpear cadaveres y darles una forma mas conveniente para su posterior procesamiento.

Los perros son acarreados a la clinica por ser animales que nadie desea: porque «sernos» demasiados. Ahi es donde aparece el en sus vidas. Tal vez no sea su salvador, el ser para el cual no son demasiados, pero si esta dispuesto a ocuparse de ellos tan pronto como sean incapaces, totalmente incapaces, de cuidarse por si solos una vez que hasta Bev Shaw se haya lavado las manos. Petrus se llamo una vez «el perrero», «el hombre perro». Bien, pues ahora el se ha convertido en un perrero, un enterrador de perros, un conductor de las almas de los perros, un hartan.

Curioso que un hombre tan egoista como el vaya a ofrecerse al servicio de los perros muertos. Ha de haber otras formas, formas harto mas productivas de entregarse al mundo, o a una idea determinada del mundo. Por ejemplo, podria trabajar mas horas en la clinica. Podria intentar -persuadir a los ninos de la incineradora de que no se atiborren de veneno. Incluso pasar mas tiempo y dedicar mas energia al libreto de Byron podria interpretarse, si no quedara mas remedio, como un legitimo servicio a la humanidad.

Pero hay otras personas que se ocupan de estas cosas: el asunto del bienestar de los animales, el asunto de la rehabilitacion social, incluso el asunto de Byron. El salva el honor de los cadaveres porque no hay nadie tan idiota como para dedicarse a semejante asunto. En eso va convirtiendose: en un estupido, un bobo, un obstinado.

17

El trabajo en la clinica, en domingo, queda concluido. La carga de muerte ya esta en la furgoneta. Su ultima tarea consiste en fregar el suelo del quirofano.

– Yo me ocupo de eso -dice Bev Shaw cuando vuelve del patio-. Estaras deseoso de volver.

– No tengo prisa.

– Ya, pero debes estar acostumbrado a un tipo de vida muy distinto.

– ?Un tipo de vida muy distinto? No sabia que la vida se dividiera en tipos.

– Quiero decir que aqui seguramente la vida se te hara muy aburrida. Debes echar de menos tu propio circulo. Debes echar de menos a tus amistades femeninas.

– ?Amistades femeninas? Imagino que Lucy te habra contado por que me marche de Ciudad del Cabo. Alli no me dieron mucha suerte las amistades femeninas.

– No deberias ser duro con ella.

– ?Duro con Lucy? No va conmigo eso de ser duro con Lucy.

– No me refiero a Lucy. Me refiero a la joven de Ciudad del Cabo. Lucy dice que hubo una joven que te causo muchas complicaciones.

– Pues si, si que hubo una joven. Pero en este caso fui yo el que causo las complicaciones. A esa joven le cause tantas complicaciones como ella a mi.

– Dice Lucy que tuviste que renunciar a tu puesto en la universidad. Eso tuvo que ser dificil. ?No lo lamentas?

?Que ganas de meterse en todo! Es curioso el modo en que el tufillo del escandalo excita a las mujeres. ?Pensara esa persona tan simple que el es incapaz de sorprenderla? ?O es que esa sorpresa es otro de los deberes que asume tal cual, como la monja que se tiende para ser violada a fin de que se reduzca el indice de violaciones en el mundo?

– ?Que si lo lamento? No lo se. Lo que sucedio en Ciudad del Cabo es lo que me ha traido aqui. Y aqui no soy infeliz.

– Ya, pero en el momento… ?Lo lamentaste en el momento?

– ?En el momento? ?Quieres decir… en el acaloramiento del acto? Por supuesto que no. En el acaloramiento del acto no caben dudas. Estoy seguro de que eso debes saberlo.

Se pone colorada. Ha pasado mucho tiempo desde que vio por ultima vez a una mujer de mediana edad ponerse colorada de semejante forma. Se ha sonrojado hasta la raiz del cabello.

– Sin embargo, Grahamstown te resultara muy tranquilo -murmura-. Por comparacion, claro.

– No me importa Grahamstown. Al menos estoy al margen de las tentaciones. Por otra parte, no vivo en Grahamstown. Vivo en una granja con mi hija.

Al margen de las tentaciones: un comentario falto de tacto para hacerselo a una mujer, incluso a una mujer anodina. Pero no sera anodina a ojos de todo el mundo. Tuvo que haber un tiempo en el que Bill Shaw viera algo en la joven Bev. Y tal vez tambien otros hombres.

Trata de imaginarsela con veinte anos menos, cuando su cara, mirando hacia arriba, sobre su cuello tan corto, tuvo que resultar coqueta, y su piel llena de pecas, acogedora, saludable. Por impulso, extiende la mano y le pasa un dedo sobre los labios.

Ella baja la mirada, pero no se retrae. Al contrario, responde apretando los labios contra su mano - besandosela incluso-, sin dejar de estar furiosamente colorada.

Eso es todo lo que sucede. No llegan mas alla. Sin mediar una palabra mas, el se marcha de la clinica. A sus espaldas, la oye apagar las luces.

A la tarde siguiente recibe una llamada de ella.

– ?Podemos vernos en la clinica, a eso de las cuatro?

No es una pregunta, sino mas bien un anuncio; lo hace con voz aflautada, tensa. A punto esta de preguntarle: «?Para que?», pero tiene la sensatez de callarse. Podria apostarse cualquier cosa a que ella no ha recorrido antes ese camino. En su inocencia, ese debe de ser el modo en que da por hecho que se llevan a cabo los adulterios: la mujer telefonea a su perseguidor, se declara dispuesta.

La clinica no esta abierta los lunes. El entra y cierra con llave por dentro. Bev Shaw esta en el quirofano, de pie, de espaldas a el. La abraza; ella le roza con la oreja el menton; los labios de el se sumergen en los rizos pequenos y prietos de su cabello.

– Hay mantas -dice ella-. En el armario. En la estanteria de abajo.

Dos mantas, una rosa y una gris, traidas de su casa, de contrabando, por una mujer que durante la ultima hora seguramente se ha banado y se ha empolvado y se ha ungido para ese momento; una mujer que, por lo que el alcanza a saber, se ha empolvado y se ha ungido todos los domingos, y ha guardado un par de mantas en el armario, mas que nada por si acaso. Una mujer que supone que, como el viene de la gran ciudad, como ha sido piedra de escandalo y el escandalo sigue unido a su nombre, hace el amor con muchas mujeres y cuenta con que le haga el amor a toda mujer que se cruce en su camino.

Hay que optar entre la mesa de operaciones y el suelo. Tiende las mantas en el suelo, la gris debajo y la rosa encima. Apaga la luz, sale de la habitacion, se cerciora de que la puerta de atras este cerrada, espera. Oye el rumor de las ropas cuando ella se desviste. Bev. Jamas sono que iba a acostarse con Bev.

Yace inmovil bajo la manta; solo asoma la cabeza. Ni siquiera con una luz tan tenue hay encanto alguno en esa vision. Quitandose los calzoncillos, se acomoda al lado de ella y le pasa las manos por el cuerpo. No tiene pechos que se diga. Su cuerpo recio, sin cintura apenas, es como un barreno pequeno.

Ella le aprieta la mano, le pasa algo. Un preservativo. Esta todo previsto de antemano, de principio a fin.

Del congreso entre los dos al menos el podra decir que cumple con su deber. Sin pasion, pero tambien sin

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