madre.
Su madre, la viuda. El hijo de una viuda.
Lo que ha rechazado en todo momento, lo que ha querido quitar de en medio, lo que regresa con insistencia mientras habla, es lo que solamente puede calificar de trasgo, un ser pequeno y deforme, pelirrojo, con la barba roja tambien, no mas alto que un nino de tres o cuatro anos. Pavel sigue corriendo y gritando por la nieve; las rodillas le chocan una con otra como si fuera un potrillo. En cuanto al trasgo, permanece a un lado, mirandolo todo. Lleva un jubon color herrumbre, con el cuello abierto. No parece que tenga frio.
– … dificil para un nino… -Anna Sergeyevna dice algo a lo que el solo puede atender a medias.
?Quien es ese trasgo? Escruta su cara con mas empeno. Se sobresalta cuando lo entiende. La piel cubierta de crateres, las huellas de la viruela hinchadas y endurecidas por el frio, la barba rala que crece entre las pustulas… es de nuevo Nechaev, un Nechaev empequenecido, un Nechaev que en Siberia persigue los origenes de su hijo. ?Que sentido tiene esa vision? Gime suavemente para sus adentros, y Anna Sergeyevna se calla en el acto.
– Lo siento -dice a modo de disculpa, pero es verdad que la ha ofendido.
– Seguro que tiene cosas que hacer -dice ella-. Aun no ha preparado su equipaje.
A pesar de sus disculpas, se marcha.
12 Isaev
Es conducido al mismo despacho que la otra vez, pero el oficial que lo recibe sentado ante su mesa no es Maximov. Sin presentarse siquiera, este hombre le indica una silla.
– ?Se llama? -dice.
Da su nombre.
– Pense que me iba a recibir el consejero Maximov.
– Ya llegaremos a eso. ?Ocupacion?
– Escritor.
– ?Escritor? ?Que clase de escritor?
– Escribo libros.
– ?Que clase de libros?
– Relatos. Cuentos.
– ?Para ninos?
– No, no particularmente para ninos. Pero aspiro a que los ninos puedan leerlos.
– ?Nada indecente?
– ?Nada indecente? -sopesa la pregunta-. No, nada que pudiera ofender la sensibilidad de un nino- contesta al fin.
– Bien.
– Claro que el corazon tiene sus lugares oscuros anade con reluctancia-. Uno no siempre lo sabe.
Por vez primera, el hombre levanta la mirada de sus papeles.
– ?Que quiere decir?
Es mas joven que Maximov. El ayudante de Maximov, tal vez.
– Nada. Nada.
El hombre deja la pluma sobre la mesa.
– Vayamos al asunto que nos ocupa, el fallecimiento de Ivanov. ?Conocia usted a Ivanov?
– No lo entiendo. Pense que me habian citado por algo relacionado con los papeles de mi hijo…
– Cada cuestion a su debido tiempo. Primero, Ivanov. ?Cuando tuvo su primer encuentro con el?
– Hable con el por primera vez hara… una semana. Estaba perdiendo el tiempo, como si no tuviera nada mejor que hacer, ante la puerta de la casa en la que actualmente estoy alojado.
– Calle Svechnoi, sesenta y tres.
– Calle Svechnoi, sesenta y tres, si. Hacia bastante frio y le ofreci que se resguardara. Paso la noche en mi habitacion. Al dia siguiente me entere de que hubo un asesinato y de que el era sospechoso. Fue solo mas tarde cuando…
– ?Ivanov era sospechoso? ?Sospechoso de asesinato? ?Entiendo bien lo que me esta diciendo? ?Dice usted que Ivanov era un asesino? ?Por que lo cree?
– ?Por favor, permitame terminar! Por todo el edificio corrio un rumor en ese sentido. A menos que la nina que me repitio el rumor no lo hubiese entendido del todo, claro. No lo se. ?Que mas da, si esta muerto? Me sorprendio y me abrumo que una persona como el fuese asesinada. Era absolutamente inofensivo.
– Pero no era lo que parecia ser, ?verdad?
– ?Quiere decir un mendigo?
– No era un mendigo, ?o si?
– En cierto modo, no, no lo era. Pero si se piensa bien, o si se piensa de otro modo, si que lo era, desde luego.
– No me habla usted con claridad. ?Quiere decir acaso que usted no estaba al corriente de las responsabilidades de Ivanov? ?Por eso le sorprendio lo ocurrido?
– Me sorprendio que alguien pudiera poner en grave peligro su alma inmortal al asesinar a un don nadie inofensivo.
El funcionario lo mira sardonicamente.
– Un don nadie, ya… ?Es asi como lo llaman en cristiano?
En este momento, Maximov en persona entra en la sala, al parecer con mucha prisa. Lleva bajo el brazo un monton de cartapacios sujetos con badulaques de un rosa desvaido. Los deja sobre la mesa, saca un panuelo y se seca la frente.
– ?Que calor hace aqui! -murmura-. Gracias -anade, dirigiendose a su colega. ?Ha terminado?
Sin decir palabra, el hombre recoge sus papeles y se marcha. Suspirando, secandose aun la cara, Maximov ocupa su sillon.
– Lo lamento mucho, Fiodor Mijailovich. Muy bien: el asunto de los papeles de su hijastro. Mucho me temo que vamos a vernos obligados a conservar uno de ellos, a saber, el listado de las personas que han de ser, como dicen nuestros amigos, liquidadas. Estoy seguro de que estara usted de acuerdo si le digo que de ninguna manera conviene que circule ese papel, ya que solo causaria alarma. Ademas, a su debido tiempo formara parte de las pruebas que se aduzcan en el juicio contra Nechaev. En cuanto al resto de los papeles, son suyos. Hemos terminado con ellos y, por asi decir, ya les hemos sacado todo el jugo.
»De todos modos, antes de entregarselos definitivamente, hay una cosa mas que me gustaria decirle, siempre y cuando me haga usted el honor de prestar atencion.
»Si yo meramente me tuviera por un funcionario en cuyo deber y en cuyo camino se hubiera cruzado usted por azar, le devolveria estos papeles sin mas historias. Soy tambien, si me permite usted decirlo asi, alguien que tiene buena voluntad, alguien que tiene su propio interes muy en consideracion. Y por ello tengo serias reservas a la hora de entregarselos. Permitame expresarle esas reservas. Se trata de que aun le aguardan a usted nuevos descubrimientos sin duda dolorosos, descubrimientos ademas innecesarios. Si fuera posible que aceptase usted mi humilde consejo, yo podria indicarle una serie de paginas en concreto en las que mas le valdria no detener su mirada. Claro esta que, conociendolo como yo lo