– ?A Matryona! ?Que estupidez! No lo diras en serio, ?verdad?
– Muy en serio. Es verdad, y cualquiera se dara cuenta. Me utilizas como medio para llegar a ella, y no lo puedo soportar. -Se sienta en la cama, cruza los brazos sobre los pechos desnudos y se balancea con tristeza de adelante hacia atras. Estas poseido por algo que no alcanzo a comprender. Parece como que estas aqui, pero en realidad no lo estas. Yo estaba muy dispuesta a ayudarte, porque… Los hombros se le estremecen sin que pueda remediarlo. Pero ya no puedo mas.
– ?Por Pavel?
– Si, por Pavel, por lo que tu dijiste. Estaba dispuesta a intentarlo al menos. Pero me cuesta demasiado, me agota. Nunca habria llegado tan lejos, de no ser porque me daba miedo que utilizaras a Matryosha de la misma forma.
El alza la mano y le cubre los labios.
– Baja la voz. Esa es una acusacion terrible. ?Que es lo que te ha dicho la nina? Nunca le pondria un dedo encima, lo juro.
– ?Que lo juras? ?Y por quien? ?En que, en quien crees tu como para ponerlo por testigo? De todos modos, no tiene nada que ver con que le pongas las manos encima, bien lo sabes. Y no me digas que me calle -aparta la ropa de cama y busca su bata. Tengo que estar sola; si no, me volvere loca.
Una hora mas tarde, cuando esta a punto de quedarse dormido, ella vuelve a su cama; viene con calor en la piel, se aferra a el, le entrelaza con las piernas.
– No tengas en cuenta lo que he dicho le dice. Algunas veces pierdo la razon y no soy la que soy, tienes que acostumbrarte a eso.
El vuelve a despertar una vez mas en plena noche. Aunque las cortinas estan cerradas, el cuarto esta iluminado como si hubiese luna llena. Se levanta y se asoma a la ventana. Las llamaradas se yerguen en la noche a menos de un kilometro de distancia. Al otro lado del rio, el incendio es tan enorme que podria jurar que nota el calor.
Vuelve a acostarse con Anna. Es asi como los encuentra Matryona por la manana: su madre, con el pelo revuelto, esta profundamente dormida y abrazada por el, y ronca ligeramente; el acaba de abrir los ojos y ve a la nina muy seria en la puerta.
Una aparicion que muy bien podria ser un sueno. Pero el sabe que no lo es. Ella lo ve todo, todo lo sabe.
20 Stavrogin
Una nube de humo cubre la ciudad. Del cielo caen cenizas; hasta la nieve misma es gris en algunos sitios.
Pasa la manana sentado a solas en el cuarto. Ahora ya sabe por que no ha ido a la isla de Yelagin. Es porque teme encontrarse la tierra removida, la tumba abierta de cuajo como un bostezo, el cuerpo desaparecido. Un cadaver pesimamente enterrado; enterrado ahora dentro de si, en su pecho, que ya no llora, que rezuma locura, que le susurra que caiga.
Esta enfermo, y sabe como se llama su enfermedad. Nechaev, la voz de los tiempos que corren, la llama animo vengativo, pero existe un nombre mas certero, menos grandilocuente: resentimiento.
Se le ofrece una eleccion. Puede ponerse a gritar en medio de su vergonzosa caida, batir los brazos como alas, invocar a Dios o a su esposa para que lo salven. Puede entregarse de lleno, rechazar el cloroformo del terror o de la inconsciencia, vigilar, verlo y oirlo todo en espera del momento que tal vez llegue, tal vez no -pues no esta en su mano forzarlo-, en que de ser un cuerpo que se precipita en las tinieblas pase a ser un cuerpo en cuyo interior tenga lugar una caida en las tinieblas, un cuerpo que contiene su propia caida, sus propias tinieblas.
Si hay alguien a quien le haya sido prescrito vivir a despecho de la locura de nuestro tiempo, segun dijo el mismo a Anna Sergeyevna, no es otro que el. No se trata de salir impune de la caida, sino de lograr lo que no logro su hijo: luchar contra las tinieblas sibilantes, absorberlas, hacer de ellas su medio; hacer de la caida un vuelo, aunque sea un vuelo tan lento, tan anciano, tan torpe como el de una tortuga. Vivir alli donde murio Pavel. Vivir en Rusia y oir como murmuran las voces de Rusia en su interior. Albergarlo todo dentro de si: Rusia, Pavel, la muerte.
Eso es lo que dijo. Ahora bien: ?era verdad, o era mera jactancia? La respuesta no importa, al menos mientras el no se eche atras. Tampoco importa que hable de forma figurada, haciendo de su sordida y despreciable enfermedad el malestar emblematico de la epoca en que vive. La locura esta en el y el esta en la locura; se piensan uno a la otra; lo que se llamen uno a otro, ya sea locura, epilepsia o venganza, no tiene la menor trascendencia. No reside en una casa de huespedes de la locura, ni es Petersburgo una ciudad de locura. El loco es el; quien admita que el es el loco tambien esta loco. De todo lo que dice, nada es verdad, nada es falso, nada es digno de confianza, nada se puede descartar. No hay nada a que agarrarse; no hay nada que hacer, salvo precipitarse libremente.
Saca el recado de escribir que lleva en una caja de viaje y dispone los materiales. Ya no es cuestion de escuchar como le llama el nino perdido desde la corriente oscura, ya no es cuestion de ser fiel a Pavel cuando todos lo han abandonado. Ya no es cuestion de fidelidad. Muy al contrario, es cuestion de traiciones: en primer lugar, de traicion al amor, y luego de traicion a Pavel y a la madre, a la hija y a todos los demas.
Recuerda al ayudante de Maximov y la pregunta que le hizo: «?Que clase de libros escribe usted?». Sabe ahora que deberia haber contestado: «Escribo perversiones de la verdad. Escojo los caminos mas tortuosos, me llevo a los ninos a los rincones mas oscuros. Sigo la danza de la pluma».
En el espejo se ve de refilon inclinado sobre la mesa. En esa luz grisacea y sin lentes, podria confundirse con un desconocido; la barba oscura podria ser un velo, o una cortina de abejas.
Mueve la silla para no tener que verse en el espejo, pero persiste la sensacion de que hay alguien mas en el cuarto: si no es una persona de carne y hueso, es una figura de pega, un espantapajaros vestido con un traje viejo, con un saco de azucar relleno en vez de la cabeza y un panuelo sobre la boca.
Esta distraido, irritado consigo por estar distraido. El espiritu mismo de la distraccion mantiene al espantapajaros perversamente vivo, y su muda indiferencia frente a su irritacion reduplica la irritacion que siente.
Da la vuelta al cuarto, cambia la mesa de sitio por segunda vez. Se inclina sobre el espejo, examina los poros de su piel. No puede escribir; ni siquiera puede pensar.
Si no puede pensar siquiera,
Esta en el viejo laberinto de siempre. Es la historia de su aficion al juego, solo que relatada de otro modo. Juega porque Dios no habla. Juega para hacer hablar a Dios. Pero hacer hablar a Dios en vez de a una carta es una blasfemia. Solo cuando Dios esta callado, solo entonces habla Dios. Cuando Dios parece hablar, es que Dios no dice nada.
Se pasa las horas sentado ante la mesa. No mueve la pluma. Intermitentemente vuelve el espantapajaros, ese arrugado, avejentado travestido de si mismo. Esta bloqueado, encarcelado.
Por tanto… Por tanto, ?que?
Cierra los ojos, se fuerza a mirar de frente esa figura, insiste hasta que se torna mas clara. Sobre la cara aun lleva un velo que el parece incapaz de retirar. Eso es algo que solo podra hacer la propia figura, y no lo hara antes de que se lo pida. Para pedirselo, por fuerza ha de saber su nombre. ?Como se llama? ?Es Ivanov? ?Es Ivanov el oscuro, el olvidado, que esta de vuelta? ?O es Pavel? ?Quien era el inquilino que ocupaba el cuarto antes que el? ?Quien era P. A. I., dueno de la maleta? ?Es esa P. la inicial de Pavel? ?Era Pavel el verdadero nombre de Pavel? Si a Pavel lo llama por un nombre falso, ?vendra Pavel alguna vez?