estadounidenses.

– Ya veo -dijo Cameron mientras se acariciaba la barba y pensaba que era poco probable que los trabajadores estadounidenses de la Zona quisieran visitar el hospital.

– El que hablo dijo algo extrano-prosiguio Corrina-.

Algo asi como que todos sus organos funcionaban bien. Yo no sabia que responder.

– Mmm-repitio Cameron-, ?puedo usar su telefono?

– Desde luego -respondio Corrina. Puso el aparato en un extremo del escritorio, delante de Cameron.

El jefe de seguridad marco el numero del gerente. Siegfried respondio de inmediato.

– Estoy en el hostal -explico Cameron-. Pense que debia informarle de un episodio curioso. Cuatro medicos desconocidos se presentaron aqui y dijeron a la senorita Williams que querian visitar el hospital.

La respuesta de Siegfried fue una furiosa retahila que obligo a Cameron a apartarse del auricular. Hasta Corrina se encogio, acobardada.

Cameron devolvio el telefono a la recepcionista. No habia oido todos los exabruptos de Siegfried, pero su significado estaba claro. Cameron debia pedir refuerzos de inmediato y detener a los intrusos.

El jefe de seguridad desenfundo la radio y la pistola al mismo tiempo. Mientras enfilaba hacia el hospital, hizo una llamada de emergencia a su oficina.

– -

La habitacion 302 estaba en la parte exterior del edificio, sobre la plaza, con una excelente vista al este. Jack y sus amigos la encontraron sin dificultad. Nadie los habia detenido. De hecho, no se habian cruzado con ninguna persona en el trayecto desde el ascensor hasta la habitacion.

Jack llamo a la puerta abierta, aunque era evidente que la habitacion estaba vacia. Sin embargo, habia multiples indicios de que su ocupante se habia ausentado solo momentaneamente: el televisor con video incorporado estaba encendido, y emitia una vieja pelicula de Paul Newman. La cama estaba deshecha. Sobre una mesa, habia una maleta a medio hacer.

El misterio se desvelo cuando Laurie oyo el ruido de la ducha detras de la puerta del cuarto de bano.

Cuando cerraron el grifo, Jack llamo a la puerta, pero pasaron casi diez minutos antes de que vieran aparecer a Horace Winchester.

El paciente era un hombre corpulento de cincuenta y tantos anos, con aspecto feliz y saludable. Se ato el cinturon del albornoz y camino hacia una butaca tapizada situada junto a la cama. Se sento con un suspiro de satisfaccion.

– ?Que se les ofrece? -pregunto-. Desde que ingrese aqui, nunca habia tenido tantos visitantes juntos.

– ?Como se encuentra? -pregunto Jack, cogiendo una silla y sentandose frente a Horace.

Warren y Natalie permanecieron junto a la puerta, reacios a entrar. Laurie se acerco a la ventana. Su inquietud iba en aumento desde que habia visto a los soldados. Estaba ansiosa por terminar la visita y volver a la piragua.

– Estupendamente -respondio Horace-. Es un milagro.

Cuando llegue estaba con un pie en la tumba, amarillo como un canario. ?Mireme ahora! En forma para hacer treinta y seis hoyos en uno de mis campos de golf particulares. Eh, todos ustedes estan invitados a cualquiera de mis hoteles cuando quieran. Se sentiran como en su casa. ?Les gusta el esqui?

– A mi si -dijo Jack-. Pero ahora quisiera hablar de su caso. Tengo entendido que le han hecho un trasplante de higado. ?Podria decirme quien fue el donante?

Una media sonrisa se dibujo en los labios de Horace mientras miraba a Jack por el rabillo del ojo.

– ?Es una especie de prueba psicologica? -pregunto-. Por que si lo es, quedense tranquilos. No se lo contare a nadie.

No podria estarles mas agradecido. De hecho, en cuanto pueda, pedire que me hagan otro doble.

– ?Que quiere decir exactamente con eso de un 'doble'? -pregunto Jack.

– ?Ustedes forman parte del equipo de Pittsburgh? -pregunto Horace, mirando a Laurie.

– No, formamos parte del equipo de Nueva York -respondio Jack-. Y estamos fascinados por su caso. Nos alegra que se encuentre tan bien y estamos aqui para informarnos.

– Jack sonrio y abrio las manos-. Somos todo oidos. ?Por que no empieza por el principio?

– ?Quiere decir por como me enferme? -pregunto Horace, obviamente confundido.

– No; por como se organizo el trasplante aqui, en Africa -repuso Jack-. Y me gustaria saber que ha querido decir al referirse a un doble. Por casualidad, ?le han trasplantado el higado de un primate?

Horace solto una risita nerviosa y cabeceo.

– ?Que pasa aqui? -pregunto. Volvio a mirar a Laurie y luego a Warren y Natalie, que seguian junto a la puerta.

– Oh, oh -dijo Laurie-. Los soldados estan cruzando la plaza, y vienen corriendo.

Warren cruzo la habitacion rapidamente y miro al ex terior.

– ?Mierda! Esto va en serio.

Jack se puso en pie, apoyo las manos sobre los hombros de Horace y puso su cara a escasos centimetros de la del paciente.

– Me sentire muy decepcionado si no responde a mis preguntas, y cuando me decepcionan, hago cosas muy raras.

?Que animal era? ?Un chimpance?

– Vienen hacia el hospital -grito Warren-. Y todos estan armados con rifles AK-47.

– ?Vamos! -insistio Jack sacudiendo ligeramente a Horace-. Hable. ?Era un chimpance? -Apreto sus hombros con mas fuerza.

– Era un bonobo -dijo Horace con un hilo de voz. Estaba aterrorizado.

– ?Es una clase de primate? -pregunto Jack.

– Si -consiguio articular Horace.

– ?Venga, tio! -lo animo Warren, que habia vuelto a la puerta-. Tenemos que salir pitando.

– ?Y que ha querido decir con lo del doble? -pregunto Jack.

Laurie cogio el brazo de Jack.

– No tenemos tiempo -dijo-. Los soldados llegaran en cualquier momento.

A reganadientes, Jack solto a Horace y se dejo arrastrar hacia la puerta.

– ?Joder! Estaba tan cerca-protesto.

Warren hacia senas histericas para que los siguieran a el y a Natalie hacia la parte posterior del edificio, cuando la puerta del ascensor se abrio y aparecio Cameron empunan do su pistola.

– ?Quietos todos! -grito al ver a los extranos. Cogio el arma con las dos manos y apunto a Warren y Natalie. Luego movio el canon en direccion a Jack y Laurie. El problema de Cameron era que sus adversarios estaban a ambos lados de el, y cuando miraba a una pareja, no veia a la otra.

– Las manos encima de la cabeza -ordeno, senalando con el canon de la pistola.

Todos obedecieron, aunque cada vez que Cameron se giraba para mirar a Jack y Laurie, Warren daba otro paso hacia el.

– Si hacen lo que se les ordena, no habra heridos -dijo Cameron.

Warren ya estaba lo bastante cerca para arriesgar una patada; su pie se levanto con la velocidad de un rayo y choco contra las manos de Cameron. La pistola reboto en el techo.

Antes de que Cameron pudiera reaccionar, Warren le asesto dos punetazos: uno en el vientre y otro en la nariz.

Cameron se desplomo en el suelo.

– Me alegro de que estes en mi equipo en este partido -dijo Jack.

– ?Tenemos que volver a la piragua! -exclamo Warren sin hacer caso a la broma.

– Estoy abierto a cualquier sugerencia -repuso Jack.

Cameron gimio y se sento, cogiendose el estomago. Warren miro hacia ambos lados del pasillo. Unos minutos, antes, habia pensado que debian correr por el pasillo principal hacia la parte posterior del edificio, pero ya no le parecia una opcion razonable. A mitad de camino, se habian congregado varias enfermeras, que senalaban en su direccion.

Enfrente de los ascensores, a la altura de los ojos, un cartel con forma de flecha senalaba hacia un pasillo perpendicular a la habitacion de Horace. En el cartel se leia 'Q'.

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