Hacia dos dias que los tres habian sido hechos prisioneros por los bonobos. En todo ese tiempo no les habian permitido salir de la pequena cueva interior, que ahora olia igual o peor que la de los animales. Para hacer sus necesidades se habian visto obligados a internarse en el tunel, que ahora apestaba como una cloaca.

Ellos no olian mejor. Tras cuarenta y ocho horas con la misma ropa, durmiendo sobre las rocas y el suelo de tierra, estaban mugrientos. Los tres tenian el cabello enmaranado, y la cara de Kevin estaba cubierta por el rastrojo de una barba de dos dias. Se sentian debiles por la falta de ejercicio y comida, aunque todos habian acabado por aceptar algunos de los alimentos que les habian ofrecido.

Esa manana, hacia las diez, habian tenido la impresion de que ocurria algo extrano. Los animales estaban alborotados.

Algunos habian salido de la cueva, solo para volver poco despues emitiendo sonidos estridentes. El bonobo numero uno se habia marchado y aun no habia regresado. No era normal.

– Un momento -dijo Kevin de repente y levanto las manos para indicar a las mujeres que no hicieran ruido. Aguzo el oido y giro la cabeza lentamente de un lado a otro.

– ?Que pasa? -pregunto Melanie con tono apremiante.

– Me ha parecido oir una voz.

– ?Una voz humana? -pregunto Candace.

Kevin asintio con la cabeza.

– ?Eh, yo tambien le he oido! -exclamo Melanie, ilusionada.

– Y yo -dijo la otra-. Estoy segura de que era una voz humana. Alguien ha gritado algo asi como 'de acuerdo'.

– Arthur tambien la ha oido -dijo Kevin. No habia tenido un motivo especial para bautizar con el nombre de Arthur al bonobo que con mayor frecuencia hacia guardia junto a la entrada de la cueva; lo habian hecho sencillamente para referirse a el de alguna forma. Durante las interminables horas de encierro, habian establecido algo similar a un dialogo con su guardian, lo que les habia permitido adivinar el significado de determinados gestos y palabras.

Por ejemplo, estaban seguros de que 'arak' significaba 'fuera', sobre todo cuando al mismo tiempo abrian los dedos y sacudian los brazos, un gesto que Candace ya habia observado en el quirofano. Tambien sabian que 'hana' era 'silencio', y 'zit', 'ir'. No les cabia duda alguna de que 'comida' y 'agua' se decian respectivamente 'bumi' y 'carak'. Sin embargo, no estaban muy seguros del significado de la palabra 'sta', que los animales pronunciaban con los brazos en alto y las palmas hacia fuera. Creian que podia ser el equivalente del pronombre 'tu'.

Arthur se levanto y se dirigio con chillidos a los pocos bonobos que quedaban en la cueva. Los demas lo escucharon y se marcharon de inmediato.

Acto seguido, Kevin y los demas oyeron varias detonaciones de un arma de fuego, quiza de una escopeta de aire comprimido. Unos minutos despues, sobre el brumoso cielo del atardecer vislumbraron las siluetas de dos individuos vestidos con uniformes del Centro de Animales. Uno de ellos llevaba una escopeta y el otro una potente lampara de pilas.

– ?Socorro! -grito Melanie. Desvio la vista de la luz de la lampara, pero sacudio freneticamente los brazos por si los hombres no lo veian.

Un ruido seco retumbo en el interior de la caverna, y Arthur dejo escapar un gemido. Con una expresion de desconcierto en la cara, el bonobo miro el extremo rojo del dardo que tenia clavado en el pecho. Hizo ademn de arrancarselo, pero antes de conseguirlo, comenzo a temblar. Como si se tratara de una escena filmada en camara lenta, el animal cayo al suelo y rodo sobre un costado.

Kevin, Melanie y Candace salieron a gatas de su celda sin puerta e intentaron incorporarse. Tardaron unos instantes en estirarse y, cuando lo consiguieron, los hombres ya estaban junto al bonobo, administrandole una dosis adicional de tranquilizante.

– ?Vaya, no saben cuanto nos alegramos de verlos! -exclamo Melanie, apoyandose contra una roca. Por un instante tuvo la impresion de que la cueva se movia alrededor como un torbellino.

Los hombres se pusieron en pie y alumbraron con la lampara a las mujeres y a Kevin. Los tres se cubrieron los ojos con las manos.

– Estan hechos un asco-dijo el hombre de la lampara.

– Soy Kevin Marshall y estas son Melanie Becket y Candace Brickmann.

– Ya sabemos quienes son-respondio el hombre-. Salgamos de esta cloaca.

Kevin y las mujeres salieron de la cueva con paso tambaleante. Una vez fuera, el resplandor del sol los obligo a entornar los ojos. A los pies del macizo habia otra media docena de trabajadores del Centro de Animales. Estaban ocupados envolviendolos en esteras de juncos y llevandolos hasta un carro de remolque, donde los acomodaban cuidadosamente lado a lado.

– Ahi arriba, en la cueva, hay otro -dijo el hombre de la lampara.

– Yo los conozco -dijo Melanie despues de mirar mejor a los hombres que habian entrado en la cueva-. Son Dave Turner y Daryl Christian.

Los hombres no le hicieron caso. Dave, el mas alto de los dos, saco una radio de la funda de cinturon. Daryl comenzo a descender por los gigantescos peldanos.

– Turner a la base -dijo Dave pegando la boca a la radio.

– Le oigo -respondio Bertram.

– Hemos cogido al ultimo bonobo y estamos cargando -dijo Dave.

– Buen trabajo -respondio Bertram.

– Y tambien hemos encontrado a Kevin Marshall y a las dos mujeres en una cueva.

– ?En que estado? -pregunto Bertram.

– Asquerosamente sucios, pero al parecer sanos y salvos -contesto Dave.

– ?Deme eso! -exclamo Melanie, tratando de arrebatarle la radio a Dave.

No podia consentir que un subordinado hablara de ella en esos terminos.

Sin embargo, Dave no se dejo quitar la radio.

– ?Que quiere que haga con ellos?

Melanie puso las manos en jarras. Estaba furiosa.

– ?Que quiere decir con que hace con nosotros?

– Traigalos al Centro de Animales -ordeno Bertram-. Yo informare a Siegfried Spallek. Estoy seguro de que querra hablar con ellos.

– Entendido. Corto y fuera -dijo Dave, apagando la radio.

– ?A que viene este tratamiento? -pregunto Melanie-. Hemos estado prisioneros aqui durante mas de dos dias.

Dave se encogio de hombros.

– Nosotros nos limitamos a cumplir ordenes, senorita. Por lo visto han hecho enfadar a los altos mandos.

– ?Que demonios hacen con los bonobos? -pregunto Kevin. En un primer momento habia supuesto que estaban inmovilizando a los bonobos con el solo proposito de rescatarlos a el y a las mujeres. Pero ahora no comprendia por que subian a los animales al carro de remolque.

– Los tiempos felices de los bonobos en la isla han pasado a la historia -repuso Dave-. Han estado peleando y matandose entre si. Hemos encontrado cuatro cadaveres que dan fe de ello. Todos murieron como consecuencia de heridas hechas con cunas de piedra. Por lo tanto, estamos enjaulando a los animales para llevarlos al centro. A partir de hoy, viviran en celdas de cemento de dos metros por uno.

Kevin se quedo boquiabierto. A pesar del hambre, el cansancio y los dolores, sintio una profunda compasion por aquellas desafortunadas criaturas que no habian pedido que las trajeran al mundo. De manera subita y arbitraria, las condenaban a una vida de monotona cautividad. Nadie reconoceria su potencial humano, y pronto olvidarian sus sorprendentes logros.

Daryl y otros tres hombres subian a la cueva con una camilla. Kevin se volvio a mirar en el interior. Entre las sombras, diviso el perfil de Arthur junto al borde de la camara interior, donde los habian tenido prisioneros. Las lagrimas asomaron a sus ojos cuando imagino como se sentiria Arthur al despertar y verse rodeado de barrotes.

– Muy bien -dijo Dave-, regresemos. ?Se sienten con fuerzas para andar o prefieren ir en el remolque?

– ?Como mueven el remolque? -pregunto Kevin.

– Hemos traido un todo terreno a la isla.

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