ventana, tiro con suavidad de la cadena y comprobo que estaba firmemente atada al barrote central.
– Yo diria que esta bien -dijo-. Veamos que pasa.
Subio al coche y puso la primera.
Mirando por el parabrisas trasero, avanzo con lentitud para extender la cadena.
– Muy bien, alla vamos -dijo a Melanie y a Candace y piso el acelerador. El potente motor del Toyota rugio, aunque Kevin no pudo oirlo, pues la frenetica musica de un popular grupo zaireno de rock ahogaba cualquier sonido.
Subitamente el vehiculo se sacudio hacia delante. Kevin freno de inmediato. A su espalda, oyeron un poderoso estruendo por encima de la musica, como si alguien hubiera derribado una puerta de incendios con una roca.
Kevin y las mujeres se sobresaltaron y miraron hacia la ventana del puesto de soldados. Afortunadamente, nadie salio a averiguar a que se debia aquel tremendo ruido.
Kevin salto del Toyota con la intencion de regresar a la ventana y ver que habia ocurrido, cuando se topo con un musculoso negro que caminaba a su encuentro.
– ?Buen trabajo, amigo! Me llamo Warren, y este es Jack.
Jack habia aparecido detras de Warren.
– Yo soy Kevin.
– Estupendo -dijo Warren-. Ahora retrocede y veremos que podemos hacer con la otra ventana.
– ?Como habeis salido tan pronto? -pregunto Kevin.
– Tio, te has cargado todo el tinglado -dijo Warren.
Kevin subio al coche y puso la marcha atras. Noto que los dos hombres ya habian desenganchado la cadena.
– ?Ha funcionado! -exclamo Melanie-. ?Enhorabuena!
– Debo reconocer que fue mas sencillo de lo que creia -dijo Kevin.
Un instante despues, alguien golpeo la puerta trasera del Toyota.
Kevin repitio las maniobras de la primera vez. Avanzo aproximadamente a la misma velocidad, produciendo la misma sacudida y, por desgracia, el mismo ruido. Esta vez un soldado se asomo por la ventana. Kevin no se movio y rezo para que los dos hombres que acababa de conocer lo imitaran. El soldado empino una botella de vino y, al hacerlo, arrojo varias vacias al suelo, haciendolas anicos contra el suelo de piedra. Luego volvio a desaparecer en el interior de la estancia.
Bajo del vehiculo justo a tiempo para ver a las dos mujeres saliendo por la segunda ventana. En cuanto estuvieron fuera, todos corrieron hacia el coche. Kevin dio la vuelta para desenganchar la cadena, pero cuando llego vio que Warren ya lo habia hecho.
– Todos subieron al Toyota en silencio. Jack y Warren se sentaron a los asientos plegables de la parte trasera, mientras Laurie y Melanie se acomodaban junto a Candace en el del medio.
Kevin puso el coche en marcha y, tras echar un ultimo vistazo al puesto de guardia, salio del aparcamiento. No encendio las luces hasta que estuvieron a una distancia prudencial del ayuntamiento.
La fuga habia sido una experiencia embriagadora para todos: un triunfo para Kevin, Melanie y Candace; una sorpresa y un alivio para el grupo de Nueva York. Los siete se presentaron mutuamente y de inmediato comenzaron a intercambiar preguntas.
Al principio todos hablaban a la vez.
– ?Eh, un momento! -exclamo Jack por encima del bullicio-. Hay que poner un poco de orden en este caos. Hablemos por turnos.
– ?Yo primero! -pidio Warren-. Quiero daros las gracias por aparecer en el momento oportuno.
– Apoyo esa mocion -dijo Laurie.
Tras alejarse del centro, Kevin entro en el aparcamiento del principal supermercado de la ciudad, donde habia unos cuantos coches mas. Paro el coche y apago las luces.
– Antes de hablar de cualquier otra cosa -dijo-, tenemos que discutir como salir de esta ciudad. No tenemos mucho tiempo. ?Como pensabais huir vosotros en un principio?
– En la misma piragua que nos trajo hasta aqui? -respondio Jack.
– ?Y donde esta? -pregunto Kevin.
– Suponemos que donde la dejamos -repuso Jack-. Atracada en la playa, debajo del muelle.
– ?Es lo bastante grande para todos? -pregunto Kevin.
– Si, hay sitio de sobra -dijo Jack.
– ?Perfecto! -exclamo Kevin con entusiasmo-. Tenia la esperanza de que hubierais venido por agua. Asi podremos ir directamente a Gabon. -Echo un rapido vistazo alrededor y puso el coche en marcha-. Recemos para que no hayan descubierto la embarcacion.
Salio del aparcamiento y enfilo hacia la costa, dando un amplio rodeo. No queria acercarse al ayuntamiento ni a su casa.
– Hay un problema -dijo Jack-. No tenemos documentacion ni dinero. Nos quitaron todo.
– Nosotros no estamos mucho mejor -dijo Kevin-. Sin embargo, tenemos algo de dinero en efectivo y en cheques de viaje. Nos confiscaron los pasaportes esta tarde, cuando nos pusieron bajo arresto domiciliario. Por lo visto nos reservaban el mismo destino que a vosotros: entregarnos a las autoridades ecuatoguineanas.
– ?Y eso habria sido un problema? -pregunto Jack.
Kevin solto una risita burlona, recordando los craneos que decoraban el escritorio de Siegfried.
– Habria sido algo mas que un problema. Nos habrian sometido a un juicio sumarisimo, con un tribunal improvisado, para luego entregarnos a un peloton de fusilamiento.
– ?No me jodas! -exclamo Warren.
– En este pais, interferir en las operaciones de GenSys es un delito castigado con la pena de muerte -explico Kevin-.
Y el que decide si alguien interfiere o no es el gerente de la Zona.
– ?Un peloton de fusilamiento! -repitio Jack con horror.
– Eso me temo -dijo Kevin-. Al ejercito local se le dan muy bien esas cosas. Tienen muchos anos de practica.
– Entonces nuestra deuda con vosotros es mayor de lo que creiamos -dijo Jack-. No tenia idea de que las cosas eran asi.
Laurie miro por la ventanilla y temblo. Comenzaba a tomar conciencia del riesgo que habian corrido, y todavia no estaban a salvo.
– ?Como os metisteis en este embrollo? -pregunto Warren.
– Es una larga historia -respondio Melanie.
– La nuestra tambien -dijo Laurie.
– Quiero haceros una pregunta -dijo Kevin-: ?Vinisteis aqui siguiendo el rastro de Carlo Franconi?
– ?Guau! -exclamoJack-. ?Que clarividencia! Me dejas estupefacto e intrigado. ?Como lo adivinaste? ?Que haces en Cogo?
– ?Yo, en particular? -pregunto Kevin.
– Bueno, todos.
Kevin, Melanie y Candace se miraron para ver quien queria empezar.
– Todos participabamos en el mismo proyecto -respondio Candace-, aunque yo no era mas que un simple peon en el juego. Soy enfermera de cuidados intensivos de un equipo de trasplantes.
– Yo soy tecnica en reproduccion asistida-dijo Melani. Soy la que proporciona la materia prima a Kevin, para que el obre su magia y, una vez que lo ha hecho, compruebo que sus creaciones prosperen.
– Yo soy especialista en biologia molecular -explico Kevin con un suspiro de tristeza-. Alguien que traspaso los limites y cometio un error prometeico.
– Espera -dijo Jack-. No me vengas con referencias literarias. He oido hablar de Prometeo, pero no recuerdo quien era.
– Prometeo era un titan de la mitologia griega -explico Laurie-. Robo el fuego del Olimpo para darselo a los hombres.
– Sin darme cuenta, yo entregue el fuego a unos animales -dijo Kevin-. Descubri la forma de transferir fragmentos de cromosomas, en particular del cromosoma seis, de una celula a otra y de una especie a otra.
– O sea que aislaste fragmentos de cromosomas humanos y se los introdujiste a un simio -dijo Jack.