Kevin se sorprendio de su tamano, pues el animal media mas de un metro y medio. Tambien parecia excedido de peso; a juzgar por su musculoso torso, debia de pesar entre sesenta y cinco y setenta kilos.

– Es mas alto que los bonobos que han llevado al hospital para los trasplantes -observo Candace-. O al menos me lo parece. Claro que cuando yo tuve ocasion de verlos, estaban sedados y atados a una camilla.

– Chist -dijo Melanie-. No lo asustemos. Puede que no tengamos oportunidad de ver a ningun otro.

Con lentitud, Kevin se quito la bolsa del hombro, saco el radiorreceptor direccional y programo el sistema de busqueda. Con un suave zumbido, el artefacto senalo en direccion al bonobo y luego emitio un pitido continuo. Miro la pantalla de cristal liquido y dio un respingo.

– ?Que pasa? -murmuro Melanie al ver su cambio de expresion.

– ?Es el numero uno! -respondio Kevin tambien en susurros-. Mi doble.

– Vaya, estoy celosa -dijo Melanie en voz baja-. A mi tambien me gustaria ver al mio.

– Ojala pudieramos ver mejor -tercio Candace-. ?Nos arriesgamos a acercarnos?

Kevin estaba impresionado por dos razones. En primer lugar, por la coincidencia de que el primer bonobo que habian encontrado fuera su doble. En segundo lugar, porque si involuntariamente habia creado una raza de protohumanos, en un sentido metaforico, se estaba viendo a si mismo seis millones de anos antes.

– Esto es demasiado -dijo.

– ?A que te refieres? -pregunto Melanie.

– En cierto sentido, ese que esta alli soy yo mismo -respondio Kevin.

– Tampoco te pases -dijo Melanie.

– Es obvio que esta erguido como un ser humano -observo Candace-, pero es mas peludo que la mayoria de los tios con los que he salido.

– Muy graciosa -dijo Melanie sin reir.

– Melanie, usa el localizador para explorar el area -pidio Kevin-. Los bonobos suelen ir en grupo, asi que es probable que haya mas en los alrededores. Podrian estar ocultos detras de los arboles.

Melanie manipulo el instrumento.

– No puedo creer que se quede tan quieto -senalo Candace.

– Quiza este muerto de miedo -repuso Kevin-. No debe de saber que pensar de nosotros. O, si Melanie tiene razon sobre la falta de hembras, puede que se haya quedado prendado de vosotras dos.

– Eso si que no me hace ninguna gracia -dijo Melanie sin levantar la vista del teclado.

– Lo siento -se disculpo Kevin.

– ?Que tiene en la cintura? -pregunto Candace.

– Yo estaba preguntandome lo mismo -dijo Kevin-. No veo bien, pero tal vez sea una liana que se le enredo mientras se abria paso entre la vegetacion.

– Quiza sea uno de los machos dominantes de su grupo -dijo Melanie-. Con tan pocas hembras, es muy probable que se comporten como los chimpances. En tal caso, podria estar demostrando su valor.

Transcurrieron varios minutos y el bonobo permanecio inmovil.

– Esto parece uno de esos atolladeros tipicos de las peliculas de vaqueros -protesto Candace-. Acerquemonos todo lo posible. ?Que podemos perder? Incluso si sale corriendo, veremos algo mas.

– De acuerdo -repuso Kevin-. Pero no hagais movimientos bruscos. No quiero asustarlo. Si lo hacemos, quiza perdamos la oportunidad de ver a otros.

– Vosotros primero-dijo Candace.

Los tres avanzaron con sigilo, paso a paso. Kevin iba delante, seguido de cerca por Melanie. Candace caminaba en la retaguardia. Cuando llegaron al punto medio entre ellos y el bonobo, se detuvieron. Ahora podian verlo mucho mejor.

El animal tenia cejas prominentes y una frente en declive, como los chimpances, pero el prognatismo del extremo inferior de la cara era menor al de un bonobo normal. Su nariz era chata, con unas aletas que se ensanchaban y se hundian alternativamente. Las orejas eran mas pequenas que las de los chimpances o los bonobos, y estaban aplanadas a ras de la cabeza.

– ?Estais pensando lo mismo que yo? -pregunto Melanie.

Candace asintio.

– Me recuerda a los dibujos de cavernicolas que habia en los libros de texto de la escuela.

– ?Habeis visto sus manos? -pregunto Kevin.

– Si -respondio Candace-. ?Que tienen de particular?

– El pulgar. No es como el de los chimpances. Esta separado de la palma.

– Tienes razon. Y eso significa que es capaz de oponerlo a los demas dedos.

– ?Santo cielo! -susurro el-. Las pruebas circunstanciales se acumulan. Supongo que si en el brazo corto del cromosoma seis se encuentran los genes evolutivos responsables de la bipedacion, tambien podrian encontrarse alli los que permiten oponer el pulgar a los dedos.

– Lo que lleva a la cintura es una liana -observo Candace-.

Ahora la veo con claridad.

– Acerquemonos un poco mas -sugirio Melanie.

– No se -dijo Kevin-. Creo que estamos tentando a la suerte. Con franqueza, me sorprende que aun no haya huido de nosotros. Tal vez deberiamos sentarnos aqui a mirarlo.

– Hace muchisimo calor al sol -replico Melanie-. Y todavia no son las nueve, asi que dentro de un rato sera peor. Si decidimos sentarnos a observar, yo propongo que sea a la sombra. Y entonces tambien me gustaria tener la comida con nosotros.

– Estoy de acuerdo -intervino Candace.

– Claro que estas de acuerdo -se burlo Kevin-. Me sorprenderia que no fuera asi.

Estaba cansado de ver que cada vez que Melanie hacia una sugerencia, Candace la apoyaba incondicionalmente. Gracias a su adhesion, se habian metido en mas de un lio.

– Gracias por el cumplido -dijo Candace, indignada.

– Lo siento -se disculpo el, que no prentendia herir sus sentimientos.

– Bueno, yo me acercare -dijo Melanie-. Al fin y al cabo, Jane Goodall consiguio aproximarse a los chimpances.

– Es verdad -repuso Kevin-, pero despues de meses de acostumbrarlos a su presencia.

– De todos modos voy a intentarlo -insistio ella.

Kevin y Candace dejaron que avanzara unos tres metros, luego intercambiaron una mirada, se encogieron de hombros y la siguieron.

– No teneis que hacerlo por mi -dijo Melanie.

– En realidad, quiero acercarme lo suficiente para ver la expresion de la cara de mi doble -susurro Kevin-. Y tambien quiero mirarlo a los ojos.

En silencio, y con paso lento y sigiloso, los tres consiguieron llegar a unos seis metros del bonobo. Luego volvieron a detenerse.

– ?Es increible! -susurro Melanie sin apartar los ojos de la cara del animal-. Los unicos indicios de que el animal estaba vivo eran un parpadeo de vez en cuando, algunos movimientos de los ojos y el ensanchamiento de las fosas nasales con cada inspiracion.

– Mira esos pectorales -indico Candace-. Es como si se hubiera pasado media vida en el gimnasio.

– ?Como creeis que se hizo esa cicatriz? -pregunto Melanie.

El bonobo tenia una gruesa cicatriz que se extendia desde un lado de la cara casi hasta la boca.

Kevin se inclino y lo miro a los ojos. Eran castanos, igual que los suyos. Puesto que tenia el sol de frente, las pupilas eran apenas un puntito. Kevin aguzo la vista, buscando algun indicio de inteligencia, pero era dificil detectarlo.

De improviso, el animal hizo chocar las palmas con tanta fuerza que el eco hizo vibrar las hojas de la arboleda. Al mismo tiempo grito: '?At!'.

Kevin, Melanie y Candace dieron un respingo. Preocupados desde un principio por la posibilidad de que el bonobo huyera de ellos, ni siquiera habian pensado en una conducta agresiva. El violento palmoteo y el grito los asusto, haciendoles temer un ataque. Sin embargo, el animal no los ataco y volvio a quedarse petrificado.

Despues de un instante de confusion, recuperaron parte de su anterior compostura y miraron con nerviosismo al bonobo.

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