Se levanto del sofa, se envolvio con una manta para protegerse del frio de la manana y se acerco a la puerta de la habitacion. Aguzo el oido. Convencido de que Laurie dormia, entorno la puerta. Como suponia, Laurie estaba tendida de costado bajo una montana de mantas, respirando profunda mente.
Con cuidado de no hacer ruido, Jack cruzo de puntillas el dormitorio y entro en el cuarto de bano. Tras cerrar la puerta, se afeito y se ducho con rapidez. Al salir, vio con satisfaccion que Laurie no se habia movido de su sitio.
Cogio ropa limpia del armario, se la llevo consigo al salon y se vistio. Unos minutos despues salio del edificio a la luz del amanecer. Hacia frio y unos cuantos copos de nieve flotaban en el aire, empujados por el viento.
Al otro lado, en el interior de un coche con las luces interiores encendidas, dos policias de uniforme bebian cafe y leian los periodicos de la manana. Reconocieron a Jack y lo saludaron con la mano. Jack respondio al saludo. Lou habia cumplido su palabra.
Jack corrio calle abajo, en direccion a una tienda de Columbus Avenue que abria las veinticuatro horas del dia. Uno de los policias lo siguio. Jack penso en comprarle una pasta pero enseguida cambio de idea. No queria que el poli lo interpretara mal.
Cargado con zumo, cafe, fruta y pan recien horneado regreso al apartamento. Laurie se habia levantado y estaba duchandose. Jack llamo a la puerta y anuncio que el desayuno estaria listo cuando ella quisiera.
Unos minutos despues, Laurie salio al salon enfundada en la bata de Jack y con el cabello humedo. Las secuelas de su encuentro con Angelo no eran especialmente notorias y lo unico que llamaba la atencion era el ligero morado en el ojo.
– Ahora que has tenido toda la noche para pensar en el viaje, ?sigues queriendo hacerlo? -pregunto ella.
– Desde luego. Estoy completamente decidido.
– ?De verdad vas a pagar todos los billetes? Te saldra caro.
– ?En que otra cosa puedo gastarme la pasta? -replico Jack echando un vistazo alrededor-. En mi estilo de vida, no, naturalmente, y la bici ya esta pagada.
– Hablo en serio. En cierto modo, entiendo que quieras llevar a Esteban, pero ?por que a Warren y a Natalie?
La noche anterior, cuando habian propuesto el viaje a Teodora, esta habia recordado a su marido que uno de los dos debia permanecer en la ciudad para atender la tienda y cuidar a su hijo adolescente. Para tomar la decision habian arrojado una moneda al aire y la suerte habia favorecido a Esteban.
– Hablaba en serio cuando dije que nos divertiriamos -dijo Jack-. Aunque no descubramos nada, y cabe la posibilidad de que asi sea, por lo menos haremos un viaje estupendo. El interes de Warren por esa parte de Africa se leia clara mente en sus ojos. Y en el camino de vuelta, pasaremos un par de dias en Paris.
– A mi no tienes que convencerme-dijo Laurie-. Al principio no queria que fueras, pero ahora estoy entusiasmada.
– Lo unico que nos falta es convencer a Bingham.
– No creo que sea dificil. Ninguno de los dos nos tomamos vacaciones cuando nos lo propuso. Y Lou prometio poner su granito de arena contandole lo de las amenazas. Seguro que se alegra de que nos marchemos de la ciudad.
– No me fio de los burocratas. Pero seamos optimistas y, suponiendo que nos vayamos, repartamos las tareas. Yo ire a comprar los billetes mientras tu, Warren y Natalie os ocupais de los visados. Tambien tendremos que vacunarnos e iniciar un tratamiento preventivo contra la malaria. En rigor, deberiamos contar con mas tiempo para las vacunas, pero haremos todo lo que podamos y llevaremos un cargamento de repelente de insectos.
– Buena idea -dijo ella.
Puesto que Laurie estaba con el, Jack tuvo que dejar su adorada bicicleta en el apartamento y compartieron un taxi hasta el deposito. Cuando entraron en la sala de identificaciones, Vinnie bajo el periodico que estaba leyendo y los miro como si fueran fantasmas.
– ?Que haceis aqui? -pregunto con voz ronca y de inmediato se aclaro la garganta.
– ?Que clase de pregunta es esa? -inquirio Jack-. Trabajamos aqui, Vinnie, ?o lo has olvidado?
– Es que no sabia que estuvierais de guardia -dijo Vinnie.
Bebio precipitadamente un sorbo de cafe y volvio a toser.
Jack y Laurie se acercaron a la cafetera.
– Hace un par de dias que esta muy raro -susurro Jack.
Laurie miro por encima del hombro a Vinnie, que habia vuelto a ocultarse detras del periodico.
– Ha reaccionado de manera extrana-convino ella-. Y ayer note que parecia incomodo en mi presencia.
Sus ojos se cruzaron y los dos se miraron fijamente durante unos instantes.
– ?Est s pensando lo mismo que yo? -pregunto Laurie.
– Es posible. Todo parece encajar. Desde luego, podria haberlo hecho.
– Creo que deberiamos comentarselo a Lou. -No me gustaria que fuera Vinnie, pero tenemos que descubrir quien ha estado filtrando informacion confidencial.
Por suerte para Laurie, su turno semanal como jefa de dia habia terminado y comenzaba el de Paul Plodgett. Este ya estaba ante el escritorio, examinando los casos que habian entrado la noche anterior. Laurie y Jack le dijeron que pensaban tomarse unos dias de vacaciones y que no les asignara ninguna autopsia a menos que fuera imprescindible. Paul les aseguro que no habria necesidad, pues la lista de casos era pequena.
Laurie, que sabia mas de politica que Jack, insistio en que, debian comentar sus planes con Calvin antes de abordar a Bingham, y Jack se sometio a su buen criterio. Calvin respondio con un grunido que deberian haber avisado con mas tiempo.
En cuanto Bingham llego, Laurie y Jack fueron a su despacho. El jefe del instituto los miro con curiosidad por encima de la montura metalica de las gafas. Tenia la correspondencia en la mano y estaba a punto de leerla.
– ?Quieren dos semanas a partir de hoy? -pregunto con incredulidad-. ?Por que tanta prisa? ?Es una emergencia?
– Nos proponemos hacer lo que se llama turismo de aventura -dijo Jack-. Y nos gustaria marcharnos esta misma noche.
Los ojos vidriosos de Bingham iban y venian de Laurie a Jack.
– No pensaran casarse, ?no?
– No sera una aventura tan arriesgada -respondio Jack.
Laurie solto una carcajada.
– Lamentamos no haber avisado con mayor antelacion -dijo-. El motivo de nuestra prisa es que anoche los dos recibimos amenazas en relacion con el caso Franconi.
– ?Amenazas? -pregunto Bingham-. ?Ese ojo a la funerala tiene algo que ver con ellas?
– Me temo que si -respondio Laurie. Habia hecho lo posible por cubrir el morado con maquillaje, pero solo lo habia conseguido en parte.
– ?Y quien esta detras de esas amenazas? -pregunto Bingham.
– Una de las familias de la mafia de Nueva York -repuso Laurie-. El detective Soldano le informara al respecto y le hablara de la posibilidad de que exista un infiltrado de la mafia en el instituto. Creemos haber descubierto como robaron el cadaver de Franconi.
– Soy todo oidos -dijo Bingham.
Dejo la correspondencia sobre el escritorio y se reclino en su sillon.
Laurie le conto toda la historia, subrayando el hecho de que la funeraria Spoletto tenia el numero de admision de la victima sin identificar.
– ?Y el detective Soldano cree que es conveniente que se marchen de la ciudad? -pregunto Bingham.
– Si -respondio ella.
– Bien -dijo Bingham-. Entonces pueden marcharse.
?Tengo que llamar a Soldano o me llamar el?
– Quedamos en que llamaria el.
– De acuerdo. -Miro a Jack-. ?Y que hay del asunto del higado?
– Todavia esta sin aclarar -respondio Jack-. Estoy esperando los resultados de las pruebas.
Bingham hizo un gesto de asentimiento y dijo:
– Este caso es un autentico conazo. Asegurese de que me notifiquen cualquier descubrimiento mientras usted este fuera. No quiero sorpresas. -Bajo la vista al escritorio y cogio la correspondencia-. Que tengan buen viaje, y