piragua antes del amanecer.

– Entonces han ido a la isla por agua -protesto Bertram.

– Se dirigian hacia el oeste; no hacia el este -replico Sieg fried.

– Quiza fuera un truco para despistarnos.

– Es posible. Yo tambien pense en esa posibilidad; incluso se la mencione a Cameron. Pero ambos creemos que para visitar la isla hay que desembarcar obligatoriamente en la zona de estacionamiento. El resto de la isla esta rodeada de mangles y pantanos.

Bertram alzo la vista y la fijo en las gigantescas cabezas de rinoceronte colgadas en la pared, detras de Siegfried. Sus craneos vacios le recordaban al del gerente de la zona; aun que en este caso debia admitir que quiza tuviera razon. En efecto, la imposibilidad de acceder a la isla por agua era una de las razones que los habia inducido a escogerla para el proyecto de los bonobos.

– Y no pueden haber desembarcado en la zona de estacionamiento -prosiguio Siegfried-, porque los soldados siguen alli, muertos de ganas de encontrar un pretexto para usar sus rifles AK-47. -El gerente rio-. Cada vez que recuerdo que destrozaron el parabrisas trasero del coche de Melanie, no puedo contener la risa.

– Puede que tenga razon -admitio Bertram a reganadientes.

– Claro que tengo razon -dijo Siegfried.

– Pero sigo preocupado. Y no me fio. Me gustaria entrar en el despacho de Kevin.

– ?Para que?

– Fui lo bastante estupido para ensenarle a manejar el programa de localizacion de bonobos -explico Bertram- Y ha sacado buen provecho de esa informacion. Lo se porque he comprobado que ha accedido a el varias veces, durante largo rato. Quiero saber que ha averiguado.

– Es razonable -dijo Siegfried. Llamo a Aurielo y le pidio una tarjeta magnetica para abrir el laboratorio de Kevin.

Luego se dirigio a Bertram-: Si encuentra algo interesante, comuniquemelo.

– Claro; no se preocupe -repuso Bertram.

Regreso al laboratorio y abrio el despacho de Kevin con la tarjeta magnetica. Cerro la puerta con llave y registro el escritorio en primer lugar. Al no encontrar nada, echo un vistazo por la estancia. El primer indicio sospechoso fue una pila de papeles junto a la impresora: eran copias impresas del grafico de la isla.

Estudio cada una de las paginas y observo que representaban distintas escalas. Pero no entendia el significado de las abigarradas figuras geometricas.

Dejo las copias a un lado, conecto el ordenador de Kevin y reviso los directorios. Poco despues descubrio lo que buscaba: la fuente de informacion de las copias impresas.

Durante la media hora siguiente, Bertram permanecio fascinado ante la pantalla. Kevin habia ideado un sistema para seguir a cada animal en tiempo real. Despues de investigar las posibilidades del sistema durante unos minutos, Bertram encontro un archivo que documentaba los movimientos de los animales durante un periodo de varias horas. Con esta informacion, consiguio reproducir las formas geometricas.

– Eres mas listo de lo que te conviene -dijo en voz alta mientras el ordenador reproducia consecutivamente los movimientos de cada animal.

Tras observar la totalidad del proceso, Bertram descubrio el problema con los bonobos numero sesenta y sesenta y siete. Inquieto, procuro hacer que los indicadores de los animales se movieran, pero al ver que no lo conseguia volvio al tiempo real y busco la situacion actual de los dos ejemplares.

Estaban inmoviles.

– ?Dios mio! -gimio. De repente, la preocupacion por Kevin desaparecio, reemplazada por otra mas apremiante.

Apago el ordenador, cogio las copias impresas y salio corriendo del laboratorio. Una vez fuera del edificio, paso junto a su coche y cruzo corriendo la plaza en direccion al ayuntamiento. Sabia que a pie llegaria antes.

Subio las escaleras volando. Al verlo entrar en la recepcion, Aurielo alzo la vista, sorprendido. Bertram no le hizo caso e irrumpio en el despacho de Siegfried sin esperar que lo anunciaran.

– Tengo que hablar con usted de inmediato -dijo entre jadeos.

Siegfried estaba reunido con el supervisor del servicio de alimentacion. Los dos se sobresaltaron ante la imprevista entrada de Bertram.

– Es una emergencia -anadio Bertram.

El supervisor del servicio de alimentacion se puso en pie.

– Puedo volver mas tarde -dijo y se marcho.

– Mas le vale que sea importante -advirtio Siegfried.

Bertram sacudio los papeles en el aire.

– Tengo malas noticias -dijo sentandose en la silla que acababa de dejar libre el supervisor-. Kevin Marshall invento un sistema para seguir a los bonobos en tiempo real.

– ?Y que?

– Dos de los bonobos no se mueven, los numeros sesenta y sesenta y siete. Y hace mas de veinticuatro horas que estan inmoviles. Solo hay una explicacion posible: ?han muerto!

Siegfried arqueo las cejas.

– Bueno, son animales -dijo-. Los animales mueren. Es logico que haya alguna baja.

– No entiende nada -replico Bertram-. Usted se rio de mi inquietud por la division de los bonobos en dos grupos, aunque le dije que era importante. Por desgracia, esto es una prueba de ello. Estoy absolutamente seguro de que los animales se estan matando entre si.

– ?De veras lo cree asi? -pregunto Siegfried, alarmado.

– No tengo la menor duda. Estos ultimos dias no he hecho mas que preguntarme por que se habian dividido y llegue a la conclusion de que se debio a un error nuestro, pues no supimos mantener el equilibrio entre machos y hembras. No hay otra explicacion. Y esto significa que los machos estan

peleando por las hembras. Estoy seguro.

– ?Cielo santo! -exclamo Siegfried sacudiendo la cabeza-.

Es una noticia terrible.

– Mas que terrible, es catastrofica. Si no hacemos algo de inmediato, sera la ruina del proyecto.

– ?Y que podemos hacer?

– En primer lugar, no decirselo a nadie -repuso Bertram-.

Si llegaran a solicitar un trasplante con los organos del animal sesenta o sesenta y siete, nos ocuparemos del problema en su momento. En segundo lugar, y esto es lo mas importante, debemos trasladar a los animales aqui, como he dicho tantas veces. Los bonobos no podran matarse si estan en jaulas separadas.

Siegfried tuvo que aceptar el consejo del veterinario. Aunque siempre habia insistido en que los animales permanecieran en la isla por razones logisticas y de seguridad, las cosas habian cambiado. No podian permitir que los bonobos se mataran entre si. En las presentes circunstancias, no habia alternativa.

– ?Cuando iremos a buscarlos? -pregunto Siegfried.

– Lo antes posible. Puedo organizar una cuadrilla de hombres de confianza para manana por la manana. Comenzaremos por el grupo mas pequeno. Cuando todos los animales esten enjaulados, lo que deberia llevarnos un par de dias, los trasladaremos por la noche al Centro de Animales, donde tendre una zona preparada especialmente para ellos.

– Supongo que debo retirar a los soldados de la zona de estacionamiento -dijo Siegfried-. Lo unico que nos falta es que disparen a nuestros hombres.

– Nunca me gusto la idea de que estuvieran apostados alli. Temia que dispararan a un bonobo por deporte o para hacer sopa.

– ?Cuando informaremos a nuestros respectivos jefes de GenSys?

– Cuando hayamos acabado. Solo entonces sabremos con seguridad cuantos animales han muerto. Es probable que entretanto se nos ocurra alguna idea de como alojarlos. Creo que tendremos que construir una planta aislada.

– Para eso necesitamos autorizacion -dijo Siegfried.

– Por supuesto -replico Bertram mientras se ponia en pie-.

Ahora debemos dar gracias de que yo tomara la precaucion de llevar las jaulas a la isla.

– -

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