– Bien; este otro es un estudio del tejido hepatico de Franconi -explico Ted-. Corresponde a la misma area y se han usado las mismas enzimas que para el primer estudio. ?Notas las diferencias?

– Es lo unico que noto -respondio Jack.

Ted le quito la primera pelicula y senalo la que seguia en manos de Jack.

– Como te dije ayer, tenemos la informacion en CD ROM, asi que programe el ordenador para que buscara un patron coincidente con este. He descubierto que el patron es similar al que presentaria un chimpance.

– ?Similar? ?No es identico? -pregunto Jack. En ese caso, ningun resultado era concluyente.

– No, pero cercano. Podria tratarse de un primo de un chimpance. Algo por el estilo.

– ?Los chimpances tienen primos?

– Ni idea -respondio Ted encogiendose de hombros-.

Pero me moria por darte esta informacion. Tienes que admitir que es sorprendente.

– De modo que, segun tu, ha sido un heterotrasplante -sugirio Jack.

Ted volvio a encogerse de hombros.

– Puestos a fantasear, yo diria que si. Sin embargo, teniendo en cuenta los resultados del DQ alfa, no se que pensar.

Ademas, por iniciativa propia, he iniciado un analisis del de los grupos sanguineos ABO. Hasta el momento, los resultados coinciden con el DQ alfa. Creo que dara un pareamiento perfecto con Franconi, lo que me confunde aun mas. Es un caso rarisimo.

– ?Y que lo digas! -exclamo Jack. Luego le conto a Ted el hallazgo de un parasito de primate.

Ted hizo una mueca de perplejidad.

– Me alegro de no estar a cargo de este caso -dijo.

Jack dejo las peliculas sobre el escritorio de Ted.

– Con un poco de suerte, en los proximos dias encontrare una pista -dijo-. Esta noche me voy a Africa, al mismo pais donde estuvo Franconi.

– ?Te envia el instituto? -pregunto Ted, sorprendido.

– No. Lo hago por cuenta propia. Bueno, en realidad, eso no es del todo cierto. Yo pagare los billetes, pero Laurie me acompana.

– ?Caray! Si que eres concienzudo.

– Mas bien obstinado -replico Jack levantandose para marcharse.

Cuando llego a la puerta del laboratorio, Ted le dijo:

– Ah, tengo los resultados del mitocondrial. Coinciden con los de Franconi, asi que al menos la identificacion fue acertada.

– Por fin algo definitivo -dijo Jack.

Cuando se disponia a salir, Ted volvio a llamarlo.

– Acaba de ocurrirseme una idea descabellada -dijo-. La unica explicacion para estos resultados es que el higado sea quimerico.

– ?Que demonios significa eso?

– Significa que el higado podria contener ADN de dos organismos diferentes -respondio Ted.

– Mmm -musito Jack-. Tendre en cuenta esa posibilidad.

– -

Cogo, Guinea Ecuatorial

Bertram consulto el reloj de pulsera. Eran las cuatro de la tarde. Miro por la ventana y comprobo que la repentina y violenta tormenta tropical, que apenas quince minutos antes habia oscurecido por completo el cielo, ya habia amainado.

Ahora la tarde era soleada y sofocante.

Movido por un subito impulso, levanto el auricular y llamo a la unidad de fertilizacion. Contesto Shirley Cartwright, la tecnica del turno de la tarde.

– ?Han inyectado las hormonas a los dos bonobos hembras? -pregunto Bertram.

– Todavia no.

– Tenia entendido que las inyecciones estaban previstas para las dos de la tarde.

– Segun el plan original, si -repuso Shirley con voz titubeante.

– ?Y a que se debe la demora?

– A que la senorita Becket no ha llegado todavia -respondio Shirley de mala gana. Lo ultimo que pretendia era crearle problemas a su jefa inmediata, pero no podia mentir.

– ?A que hora debia llegar? -pregunto Bertram.

– A ninguna hora en particular. Dijo que estaria ocupada en el hospital del laboratorio durante la manana. Supongo que la habran retenido alli.

– ?No dejo instrucciones para que otra persona inyectara las hormonas si no regresaba a las dos? -pregunto Bertram.

– Al parecer, no -respondio Shirley-. Por eso suponemos que llegara en cualquier momento.

– Si no ha regresado dentro de treinta minutos, quiero que administren las dosis previstas -ordeno Bertram-. ?Pueden hacerlo?

– Desde luego, doctor.

Bertram corto la comunicacion y marco el numero del hospital. Puesto que estaba menos familiarizado con el personal de alli, no reconocio a la mujer que respondio. Sin embargo, esta le dio una version inquietante: Melanie no habia ido al hospital en todo el dia porque estaba ocupada en el Centro de Animales.

Bertram colgo el auricular y tamborileo nerviosamente con la una del dedo indice sobre el telefono. Aunque Siegfried juraba que habia resuelto el problema de Kevin y sus supuestas amantes, Bertram no acababa de creerselo. Melanie era muy concienzuda con su trabajo y no era propio de ella faltar a sus obligaciones.

Volvio a levantar el auricular y llamo a Kevin, pero no obtuvo respuesta. Embargado por una creciente inquietud, se levanto del escritorio y dijo a Martha, su secretaria, que volveria en una hora. Subio a su Cherokee y se dirigio a la ciudad.

Al llegar a las afueras, precisamente en el punto en que el asfalto dejaba paso a los adoquines de granito, tuvo que frenar con brusquedad. En su disgusto, no habia reparado en la velocidad, y los adoquines mojados por el reciente chaparron estaban resbaladizos como el hielo, de modo que el vehiculo patino varios metros antes de detenerse por completo.

Bertram estaciono en el aparcamiento del hospital. Subio a la tercera planta del laboratorio y llamo a la puerta de Kevin. No hubo respuesta. Bertram empujo la puerta, pero estaba cerrada con llave.

Entonces regreso a su coche, dio la vuelta a la plaza y aparco detras del ayuntamiento. Saludo con una inclinacion de cabeza al grupo de soldados sentados en sillas de paja a la sombra de la arcada.

Subiendo los peldanos de la escalera de dos en dos, Bertram se presento ante Aurielo y pidio hablar con Siegfried.

– En este momento esta reunido con el jefe de seguridad -diio Aurielo.

– Digale que estoy aqui -dijo Bertram mientras se paseaba por la recepcion. Su irritacion iba en aumento.

Cinco minutos despues, Cameron McIvers salio del despacho de Siegfried. Saludo a Bertram, pero este tenia tanta prisa por ver al gerente de la Zona, que ni siquiera respondio.

– Tenemos problemas -anuncio Bertram-. Melanie Becket no se ha presentado a poner las inyecciones programadas para esta tarde, y Kevin Marshall no esta en su laboratorio.

– No me sorprende -dijo Siegfried con tranquilidad. Se reclino en su silla y se estiro, levantando el brazo sano-. Esta manana los vieron juntos con la enfermera. Por lo visto, el menage a trois va viento en popa. Anoche tuvieron una pequena fiesta en casa de Kevin y las mujeres pasaron la noche alli.

– ?De veras? -pregunto Bertram, que no imaginaba al solitario investigador en una aventura semejante.

– Nadie lo sabe mejor que yo -respondio Siegfried-. Vivo enfrente de su casa. Ademas, un rato antes de la fiesta me encontre con las mujeres en el bar Chickee. Ya estaban algo bebidas, y me contaron que se dirigian a casa de Kevin.

– ?Y adonde fueron esta manana? -pregunto Bertram.

– Supongo que a Acalayong -contesto Siegfried-. Un miembro del personal de limpieza los vio zarpar en

Вы читаете Cromosoma 6
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату