no olviden enviarme una postal.
Laurie y Jack salieron al pasillo y sonrieron.
– Esto promete -dijo el-. Bingham era el principal obstaculo.
– Me pregunto si deberiamos haberle dicho que ibamos a Africa para investigar el asunto del higado trasplantado dijo ella.
– No lo creo. Es muy probable que no nos hubiera dejado marchar. Lo unico que el quiere es que el caso se esfume sin alboroto.
Cuando se retiraron a sus respectivos despachos, Laurie telefoneo a la embajada de Guinea Ecuatorial para informarse de los tramites necesarios para los visados, mientras Jack llamaba a las lineas aereas. Laurie descubrio que Esteban estaba en lo cierto: el visado podia obtenerse en una manana.
En la compania Air France dijeron a Jack que se ocuparian de todo, y el quedo en pasar por la oficina por la tarde a recoger los billetes.
Poco despues, Laurie entro en el despacho de Jack. Estaba radiante.
– Comienzo a hacerme a la idea de que nos vamos de verdad -dijo con entusiasmo-. ?Que tal te ha ido a ti?
– Bien -respondio Jack-. Salimos esta tarde a las ocho menos diez.
– No puedo creerlo. Me siento como una adolescente antes de su primer viaje al extranjero.
Tras hacer los arreglos necesarios para el viaje y la vacunacion en el Hospital General de Manhattan, telefonearon a Warren, que dijo que llamaria a Natalie y se reuniria con ellos en el hospital.
Una enfermera les puso una serie de vacunas y les dio recetas de farmacos para prevenir la malaria. Tambien les dijo que debian esperar una semana para viajar. Jack le explico que era imposible, y la mujer respondio que se alegraba de no estar en sus zapatos.
En el pasillo, Warren pregunto a Jack que habia querido decir la enfermera.
– Las vacunas tardan una semana en hacer efecto -explico Jack-, excepto la gammaglobulina.
– ?Entonces corremos algun riesgo? -pregunto Warren.
– Vivir es un riesgo -bromeo Jack-. Ahora en serio, si, corremos un riesgo, pero nuestro sistema inmunitario estara mas fuerte dia a dia. El principal peligro es la malaria, pero pienso llevar una tonelada de repelente de insectos.
– ?Entonces no estas preocupado? -pregunto Warren.
– No lo suficiente para quedarme en casa.
Abandonaron el hospital y fueron a un fotografo para hacerse las fotografias de pasaporte.
Con ellas, Laurie, Warren y Natalie se dirigieron a la embajada de Guinea Ecuatorial.
Jack cogio un taxi rumbo al Hospital Universitario. Una vez alli, subio directamente al laboratorio del doctor Malovar. Como de costumbre, el anatomopatologo estaba inclinado sobre el microscopio. Jack espero pacientemente a que terminara de examinar la muestra.
– Ah, doctor Stapleton lo saludo Malovar-, me alegro de verlo. Veamos, ?donde esta su muestra?
El laboratorio del doctor Malovar era un polvoriento caos de libros, revistas medicas y centenares de bandejas de portaobjetos. Las papeleras estaban siempre a rebosar. El profesor se negaba rotundamente a que cualquiera limpiara su lugar de trabajo por miedo a que perturbaran su metodico desorden.
Con sorprendente rapidez, Malovar localizo la muestra de Jack encima de un libro de patologia veterinaria. Sus dos dedos diestros cogieron el portaobjetos y lo pusieron bajo el objetivo del microscopio.
– Osgood tuvo una idea excelente al sugerir que el doctor Hammersmith examinara la muestra -dijo Malovar mientras enfocaba. Una vez satisfecho con el enfoque, se irguio en su silla, cogio el libro y lo abrio en la pagina senalada con un portaobjetos vacio.
Le entrego el libro a Jack, que miro la pagina indicada. En ella habia una fotomicrografia de un corte de higado, en la que se veia un granuloma similar al de la muestra de Jack.
– Es igual -aseguro el doctor Malovar e hizo una sena a Jack para que lo confirmara mirando por el microscopio.
Jack se inclino y examino el preparado histologico. Las imagenes parecian identicas.
– Sin duda, esta es una de las muestras mas interesantes que me ha traido -afirmo el doctor Malovar, apartando de sus ojos un mechon de cabello gris-. Como puede ver en el libro, el microorganismo agresor se llama Hepatocystis.
– ?Es poco comun? -pregunto Jack.
– Bueno, yo diria que es insolito encontrarlo en el deposito de cadaveres de Nueva York -respondio el doctor Malovar-. ?Extraordinario! Vera, solo se encuentra en primates, y exclusivamente en primates de Africa y el sudeste asiatico.
Nunca se ha visto en el Nuevo Mundo y mucho menos en humanos.
– ?Nunca? -pregunto Jack.
– Mire, yo nunca lo habia visto -dijo Malovar-, y he visto muchos parasitos hepaticos. Mas aun, el doctor Osgood tampoco lo habia visto nunca, y el ha visto mas parasitos hepaticos que yo. Basandome en la experiencia de ambos, puedo afirmar que este parasito no existe en los seres humanos.
Por supuesto, es probable que se presente en las zonas endemicas, pero incluso alli, apuesto a que es poco frecuente. De lo contrario habriamos visto al menos algun caso.
– Le agradezco su ayuda -dijo Jack con aire ausente, pensando en las inferencias de esa sorprendente informacion.
De hecho, era un indicio de que Franconi habia sido sometido a un heterotrasplante, y un indicio mucho mas claro que el simple hecho de que hubiera viajado a Africa.
– Este seria un caso interesante para presentar en uno de nuestros seminarios -senalo Malovar-. Si en algun momento le interesa hacerlo, hagamelo saber.
– Claro -repuso Jack con aire evasivo. Su mente era un autentico torbellino.
Se despidio del profesor, cogio el ascensor hasta la planta baja y se dirigio al deposito. El hallazgo de un parasito de primate en la muestra hepatica era una prueba significativa. Sin embargo, tambien debia tener en cuenta los analisis de ADN que habia hecho Ted Lynch. Y para complicar mas las cosas, estaba la ausencia de inflamacion en el higado, pese a no haberse detectado farmacos inmunosupresores. De lo unico que estaba seguro era de que todo aquello carecia de logica.
Al regresar al deposito, Jack subio directamente al laboratorio de ADN con la intencion de interrogar a Ted. Esperaba que a el se le ocurriera alguna hipotesis para explicar los ultimos hallazgos.
Jack no tenia los conocimientos necesarios sobre el tema para sacar sus propias conclusiones, pues las investigaciones sobre el ADN avanzaban con sorprendente rapidez.
– ?Caramba, Stapleton! ?Donde demonios estabas? -pregunto Ted al verlo-. He estado llamando a todos los departamentos y nadie sabia nada de ti.
– He estado fuera -dijo Jack a la defensiva. Por un instante penso en explicarle lo que ocurria, pero cambio de idea. En las ultimas doce horas habian pasado demasiadas cosas.
– ?Sientate! -ordeno Ted.
Jack se sento.
Ted rebusco entre los papeles de su escritorio hasta que encontro una pelicula cubierta de centenares de pequenas bandas negras. Se la entrego a Jack.
– ?Por que me haces esto, Ted? Sabes perfectamente bien que no me entero de nada cuando miro estos chismes.
Sin hacerle caso, Ted continuo buscando otra pelicula. La encontro debajo del informe sobre el presupuesto del laboratorio, en el que habia estado trabajando momentos antes, y se la entrego a Jack.
– Levantalas a la luz -indico Ted.
Jack lo hizo y comparo las dos peliculas. Las diferencias eran evidentes, incluso para un lego como el.
Ted senalo la primera plancha de celuloide.
– Este es un estudio del area del ADN que codifica las proteinas ribosomicas de un ser humano. He cogido un caso al azar para que veas que aspecto tiene.
– Muy bonito -dijoJack.
– No empieces con tus sarcasmos.
– Lo intentare.