la mierda hasta el cuello.

– No te sigo.

– Es probable que algunas personas poderosas quisieran ver muerto a Pepper.

– ?Tanto como para matar a otras ochenta y siete personas?

– Sin tan siquiera pestanear.

– Pero ese avion estaba lleno de chicos.

– Esos tios no son jesuitas precisamente.

Estaba demasiado conmocionada para contestarle.

Al ver la expresion de mi cara, Ryan decidio cambiar de tema.

– ?Tienes hambre?

– Necesito dormir.

– Necesitas comer algo.

– Parare para tomar una hamburguesa -menti.

Ryan retrocedio. Abri la puerta de mi coche, lo puse en marcha y me aleje, demasiado cansada y triste para desearle buenas noches.

Puesto que todas las habitaciones de la zona habian sido ocupadas por la prensa y el NTSB, me habian conseguido alojamiento en una pequena posada en las afueras de Bryson City. Antes de dar con el lugar me equivoque de direccion varias veces y tuve que preguntar otras tantas.

Haciendo honor a su nombre, High Ridge House se encontraba en la cima de una colina al final de un camino largo y estrecho. Era una granja blanca de dos plantas con un recargado trabajo de carpinteria en puertas, ventanas y vigas, tampoco se libraban las barandillas y verjas de un amplio porche que recorria el frente y los lados de la casa. La luz del porche iluminaba mecedoras de madera, tiestos de mimbre y helechos. Muy Victoriano.

Anadi mi pequeno Mazda a otra media docena de coches en un prado digno de una postal a la izquierda de la casa y segui un sendero enlosado flanqueado por sillas de jardin metalicas. Cuando abri la puerta principal sonaron unas campanillas. En el interior, la casa olia a madera barnizada, ambientador de pino y cordero hervido.

El guiso irlandes es quiza mi plato preferido. Como siempre, me recordo a mi abuela. ?Dos veces en dos dias? Tal vez la anciana dama me estaba observando desde el cielo.

Un momento despues aparecio una mujer. Era de mediana edad, un metro sesenta aproximadamente, sin maquillar y con el pelo canoso y abundante recogido en una especie de extrana salchicha en la coronilla. Llevaba una falda larga tejana y una camiseta roja con la inscripcion «Alabad al Senor» sobre el pecho.

Antes de que pudiese abrir la boca, la mujer me abrazo. Sorprendida, permaneci ligeramente inclinada con las manos extendidas, tratando de no golpearla con la mochila o el ordenador portatil.

Despues de lo que me parecio una eternidad, la mujer dio un paso atras y me miro con la intensidad de un tenista que espera el servicio de su rival en Wimbledon.

– Doctora Brennan.

– Tempe.

– Lo que esta haciendo por esos pobres chicos muertos es la obra del Senor.

Asenti.

– Preciosa a los ojos del Senor es la muerte de sus santos. El nos lo dice en el Libro de los Salmos.

Oh, no.

– Soy Ruby McCready y me siento honrada de tenerla como huesped en High Ridge House. Mi intencion es cuidar de todos y cada uno de ustedes.

Me pregunte quien mas estaria alojado alli, pero no dije nada. Muy pronto lo averiguaria.

– Gracias, Ruby.

– Permitame. -Cogio mi mochila-. Le indicare cual es su habitacion.

Mi anfitriona me condujo a traves de un salon y un comedor, subimos una escalera de madera tallada y recorrimos un pasillo con puertas cerradas a ambos lados, cada una con una pequena placa pintada a mano. En el extremo del corredor hicimos un giro de noventa grados y nos detuvimos ante una puerta. La placa decia «Magnolia».

– Puesto que es la unica mujer, la he puesto en la habitacion Magnolia. -Aunque estabamos solas, la voz de Ruby se habia convertido en un susurro, su tono tenia algo de conspirador-. Es la unica que tiene su propio excusado. Se que apreciara la privacidad.

?Excusado? ?En que lugar del mundo se seguian refiriendo a los banos como excusados?

Ruby me siguio, dejo mi mochila sobre la cama y comenzo a ahuecar las almohadas y a bajar las persianas como si fuese un botones del Ritz.

Las telas y el empapelado explicaban el apelativo floral. Habia pesadas cortinas en la ventana, las mesas estaban cubiertas y unos lazos adornaban cada rincon de la habitacion. La mecedora y la cama de madera de arce estaban cubiertas de cojines y un millon de pequenas figuras llenaban una vitrina. Encima del mueble habia reproducciones en ceramica de Annie la Huerfanita y su perro, Sandy, Shirley Temple vestida como Heidi y un collie que supuse que seria Lassie.

Mi gusto por el mobiliario y los adornos domesticos tiende a la simplicidad. Aunque nunca me ha molestado la austeridad del estilo moderno, prefiero un estilo menos duro, algo como un Shaker o un Hepplewhite. Si me rodean de chismes empiezo a ponerme nerviosa.

– Es una habitacion encantadora -dije.

– Ahora la dejare sola. La cena se sirve a las seis, de modo que se la ha perdido, pero he dejado algo de cordero en el fuego. ?Le gustaria probarlo?

– No, gracias. Voy a acostarme.

– ?Ha cenado?

– No tengo mucha ham…

– Mirese, esta en los huesos. No puede irse a la cama con el estomago vacio.

?Por que todo el mundo parecia estar tan preocupado por mi dieta?

– Le subire una bandeja.

– Gracias, Ruby.

– No tiene nada que agradecerme. Una ultima cosa. En High Ridge House no cerramos las puertas con llave, de modo que puede entrar y salir cuando le apetezca.

Aunque me habia duchado hacia unas horas en el remolque de descontaminacion, saque mis pocas pertenencias de la mochila y tome un largo bano caliente. Al igual que sucede con las victimas de una violacion, a menudo las personas, despues de una catastrofe, se lavan de un modo obsesivo, impulsadas por una necesidad de purificar el cuerpo y el espiritu. Cuando sali del cuarto de bano me encontre con una fuente llena de guiso de cordero, pan de cereales y una jarra de leche. Mi movil comenzo a sonar cuando estaba a punto de pinchar un nabo con el tenedor. Temi que el buzon de voz se activara antes de que pudiese contestar, me lance hacia el bolso, volque su contenido sobre la cama y busque entre el bote de laca, la billetera, el pasaporte, la agenda electronica, las gafas de sol, las llaves y el maquillaje. Finalmente encontre el telefono y pulse el boton de activacion de llamada, rogando que fuese Katy.

Era ella. La voz de mi hija me emociono de tal manera que tuve que hacer un enorme esfuerzo para mantener la voz tranquila.

Aunque Katy se mostro evasiva en cuanto a su paradero, parecia feliz y saludable. Le di el numero de High Ridge House. Me dijo que estaba con alguien y que regresaria a Charlottesville el domingo por la noche. Yo no pregunte y ella tampoco me facilito ningun dato concreto sobre el genero de su acompanante.

El agua y el jabon, combinados con la larga espera de la llamada de mi hija, consiguieron el milagro. Casi mareada de alivio me senti subitamente hambrienta. Devore el guiso de Ruby, puse el despertador y me derrumbe sobre la cama.

Tal vez la Casa de los Lazos no estuviese tan mal.

A la manana siguiente me levante a las seis, me puse ropa limpia, me cepille los dientes, me maquille un poco y oculte el pelo bajo una gorra de los Charlotte Hornets. Bastante bien. Baje la escalera con la intencion de arreglar con Ruby la cuestion de la colada.

Andrew Ryan estaba sentado en un banco junto a una larga mesa de madera de pino en el comedor. Me

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