– En esta zona no tenemos pigmeos, carino.

– No. Pero podria haber habido asiaticos a bordo del avion. Algunas poblaciones asiaticas son mas pequenas que las occidentales, de modo que tienden a tener pies mas pequenos.

– No como mis delicados cuarenta y uno. -Levanto un pie calzado con una bota y se echo a reir.

– De lo que estoy segura es de la edad. Esta persona tenia mas de cincuenta anos. Bastante mas, creo.

– Comprobemos la lista de pasajeros. Volvio a colocarse las gafas, pulso unas teclas y en la pantalla aparecio una cuadricula. Esta hoja de calculo era similar a la cuadricula post mortem excepto que la mayoria de las celdas contenian informacion. Habia columnas correspondientes al nombre, apellido, fecha de nacimiento, tipo de sangre, sexo, raza, peso, altura y gran numero de otras variables. Primrose activo la columna correspondiente a la edad y ordeno al programa que hiciera una seleccion guiandose por ese criterio.

El vuelo 228 de TransSouth Air llevaba solo seis pasajeros mayores de cincuenta anos.

– Demasiado jovenes para que el buen Senor los haya llamado a su lado.

– Si -dije, con los ojos fijos en la pantalla. Las dos permanecimos en silencio durante un momento, luego Primrose movio el cursor y ambas nos inclinamos hacia la pantalla.

Cuatro hombres. Dos mujeres. Todos blancos.

– Ahora ordenemos los casos por raza.

La cuadricula mostro sesenta y ocho blancos, diez afroamericanos, dos hispanos y dos asiaticos entre los pasajeros. Ambos pilotos y toda la tripulacion de cabina eran blancos. Ninguno de los pasajeros de raza negra superaba los cuarenta anos. Ambos asiaticos pasaban apenas de la veintena, probablemente estudiantes. Masako Takaguchi habia sido afortunada. Habia muerto en una sola pieza y ya la habian identificado.

– Creo que sera mejor que intente otro enfoque. Por ahora puedes entrar una edad calculada en mas de cincuenta anos. Y la victima tenia gota.

– Mi ex tiene gota. Lo unico humano que tiene ese hombre.

– Otra risotada, directamente desde el estomago.

– Mmmmmm. ?Puedo pedirte otro favor?

– Por supuesto, cielo.

– Comprueba a Jean Bertrand.

Encontro la fila y movio el cursor a la columna correspondiente a situacion.

Hasta el momento el cuerpo de Jean Bertrand no habia sido identificado.

– Regresare cuando tenga mas informacion sobre este caso -dije, recogiendo el paquete del numero 387.

Una vez en mi mesa de trabajo extraje un trozo de hueso del pie y le coloque una pequena etiqueta. Si podia encontrar una muestra de referencia, un viejo calculo biliar, un frotis, un pelo o un resto de caspa en un peine o un cepillo, el analisis de ADN podria ser muy util para establecer la identidad. Si no era asi, la prueba de ADN podria determinar el genero o podria vincular el pie con otras partes del cuerpo, y un tatuaje o una corona dental podria enviar a la victima a casa.

Mientras cerraba hermeticamente la bolsa con el especimen y apuntaba unos datos en el archivo, habia algo que no dejaba de inquietarme. ?Se habia equivocado el ordenador? ?Podria haber sido correcta mi impresion inicial de que el pie pertenecia a una mujer? Era muy posible. Solia ocurrir. ?Pero que pasaba con la edad? Yo estaba segura de que estos huesos pertenecian a una persona mayor, aunque nadie en el avion encajaba con ese perfil. ?Era posible que otra patologia aparte de la gota afectara mi evaluacion?

?Y que pasaba con el avanzado estado de putrefaccion?

Corte un segundo trozo de hueso del punto intacto mas elevado de la tibia, anadi una etiqueta y lo guarde en la bolsa. Si el pie permanecia sin identificar, intentaria un calculo mas preciso de la edad recurriendo a rasgos histologicos. Pero el analisis microscopico tendria que esperar. En las instalaciones del forense en Charlotte se estaban haciendo diapositivas y la acumulacion de trabajo era monumental.

Volvi a meter el pie en la bolsa, se lo devolvi al rastreador de cuerpos encargado del caso y continue con un trabajo identico al que habia estado realizando los cuatro dias anteriores. Hora tras hora clasifique cuerpos y partes de cuerpos, explorando sus detalles mas intimos. No adverti la llegada y la marcha de mis colegas y tampoco cuando la luz natural se fue apagando tras las ventanas que estaban encima de nuestras cabezas.

Habia perdido toda nocion del tiempo cuando alce la vista y descubri a Ryan junto a una pila de ataudes de madera de pino en el extremo mas alejado del cuartel de bomberos. Se acerco a mi mesa, nunca habia visto tanta tension en su rostro.

– ?Como estan las cosas? -pregunte, bajando la mascarilla.

– Pasara una jodida eternidad antes de que todo esto quede aclarado.

Sus ojos estaban oscuros y apagados, la cara tan palida como la carne que habia entre nosotros. El cambio me impresiono. Entonces lo comprendi. Mientras yo sentia pena por unos extranos, el dolor de Ryan era personal. Bertrand y el habian sido companeros durante casi diez anos.

Queria decirle algo que pudiera confortarle, pero lo unico que se me ocurrio fue «Lo siento mucho por Jean».

Asintio.

– ?Estas bien? -pregunte suavemente.

Los musculos de las mandibulas se tensaron un momento para luego relajarse.

Extendi el brazo por encima de la mesa tratando de cogerle la mano y ambos miramos mi guante ensangrentado.

– Vaya, Quincy, nada de compasion, ?eh?

El comentario rompio la tension.

– Tenia miedo de que me robaras el escalpelo -dije, cogiendo el instrumento cortante.

– Tyrell dice que ya has acabado por hoy.

– Pero yo…

– Son las ocho. Has estado trabajando trece horas. -Mire el reloj.

– Reunete conmigo en el templo del amor y te pondre al tanto de la investigacion.

Me dolia la espalda y el cuello y sentia los parpados como si estuviesen revestidos de arena por dentro. Apoye ambas manos en las caderas y arquee el cuerpo hacia atras.

– O podria ayudarte… -Cuando recupere la vertical, los ojos de Ryan estaban fijos en los mios y sus cejas subieron y bajaron rapidamente-… a que te relajes.

– Me quedare dormida antes de que mi cabeza se apoye en la almohada.

– Tienes que comer.

– Jesus, Ryan, ?a que viene esa preocupacion por mi nutricion? Eres peor que mi madre.

En ese momento vi que Larke Tyrell me hacia senas. Senalo su reloj y luego efectuo un movimiento de corte a la altura de la garganta. Asenti y levante el pulgar.

Despues de decirle a Ryan que solo asistiria a la reunion informativa, cerre la cremallera de la bolsa con los restos, apunte algunas notas en el PVD y le devolvi todo el material al rastreador de cuerpos. Me quite el mono de trabajo, me lave y abandone el lugar.

Cuarenta minutos mas tarde Ryan y yo estabamos sentados en la cocina de High Ridge House ante unos bocadillos de pastel de carne que habia preparado Ruby. Andrew acababa de quejarse por tercera vez de la ausencia de cerveza para acompanar los bocadillos.

– Los borrachos y los glotones alcanzaran la pobreza -conteste mientras sacudia una botella de ketchup.

– ?Quien lo dice?

– El Libro de los Proverbios, segun Ruby.

– Y convertire en un delito no beber cerveza.

El tiempo habia empeorado y Ryan llevaba un sueter de esquiador azul que hacia juego con el color de sus ojos.

– ?Ruby dijo eso?

– Shakespeare. Enrique VI.

– ?O sea?

– Al igual que el rey, Ruby esta siendo autocratica.

– Hablame de la investigacion. -Di un pequeno mordisco a mi bocadillo.

– ?Que quieres saber?

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