– Lo he notado. ?Duermes bien?
– Como un bebe. ?Cual es la pregunta?
– Cuando el vicegobernador y tu llegasteis la semana pasada, ?donde aterrizo el helicoptero?
Sacudi la bolsa de patatas fritas y recogi los ultimos fragmentos en la palma de la mano.
– Hay una casa a tiro de piedra del lugar del accidente. Al piloto le gusto el aspecto de la tierra y decidio aterrizar alli.
– ?Hay una pista de aterrizaje?
– No, claro que no, es solo un claro en el bosque. Pense que Davenport iba a ensuciar sus Calvin Klein, estaba aterrado. -Larke sonrio-. Parecia una escena sacada de «MASH». Triggs seguia insistiendo en que regresaramos y el piloto le decia, «Si, senor, si senor», y luego puso a ese pajaro exactamente donde queria.
Me lleve los restos de patatas fritas a la boca.
– Luego nos abrimos paso hasta el lugar del accidente. Yo diria que caminamos medio kilometro.
– ?Es una casa?
– Una vieja cabana o algo asi. La verdad es que no preste mucha atencion.
– ?Pudiste ver algun camino?
Sacudio la cabeza.
– ?Por que tantas preguntas?
Le hable del pie.
– No vi ningun cementerio, pero no hay nada malo en ir a echar un vistazo por la zona. ?Estas segura de que eran coyotes?
– No.
– Ten cuidado; llevate una radio y un spray de defensa personal.
– ?Crees que los coyotes cazan de dia?
– Los coyotes cazan siempre que les apetece.
Fantastico.
El arbol oficial de Carolina del Norte es el pino palustre, la flor oficial es la del sanguino. Tambien gozan de este honor los pesqueros de sabalo, las percas de agua salada y las tortugas. Los ponis salvajes de Shakleford Banks y el puente colgante de la Grandfather Mountain, el mas alto del pais, son el orgullo del estado. La frontera de Carolina del Norte limita, por el oeste, con la zona sur de los Apalaches y va atravesando colinas, tierras pantanosas y playas hasta llegar al archipielago de islas de la costa este. Baja desde el Mount Mitchell, en los Apalaches, hasta el oceano. Desde Blowing Rock hasta Cabo del Miedo. Desde el desfiladero Linville hasta la isla de Bald Head.
La variada geografia de Carolina del Norte hace que sus habitantes sean muy distintos entre ellos. Los de las tierras altas hacen excursiones por las montanas en bicicleta, vuelan en ala delta, bajan rapidos, hacen escalada, y cuando llega el invierno practican el esqui y el snowboard. Los menos temerarios juegan al golf, van a las ferias de anticuarios, escuchan bluegrass o simplemente disfrutan del paisaje.
Los que viven cerca de la costa prefieren respirar el aire salado y disfrutar de la calida arena, las grandes olas del Atlantico o pescar. La temperatura es siempre agradable, por eso los que viven ahi no llevan nunca guantes ni necesitan cadenas para la nieve. Exceptuando a algun tiburon despistado o algun caiman traicionero, la fauna es inofensiva. Por supuesto, tambien se juega al golf en esta zona.
Mientras que la fuerza de las corrientes de los rios, las cascadas y los enormes arboles me atemorizan, el mar me devuelve la calma. Prefiero los sitios en los que puedes llevar simplemente unos pantalones cortos y una camiseta. Un catalogo de banadores me hace feliz. Teniendo todo esto en cuenta es logico que prefiera la playa.
Iba pensando en esto mientras rodeaba los campos llenos de escombros. El dia era claro y corria una ligera brisa que hacia que el hedor del desastre fuera menos intenso. A pesar de que se habian recuperado muchos cuerpos y que eran pocos los que todavia seguian esparcidos por el suelo, el escenario no habia cambiado demasiado. Las figuras con uniforme seguian deambulando, gateando entre los restos, aunque, ahora, algunos llevaban las siglas del FBI.
Encontre a Larke rebuscando por el bosque. Aunque el sol ya estaba alto y calentaba bastante, note que la temperatura a la sombra bajaba considerablemente. Cogi el camino que habia seguido la semana anterior, de vez en cuando me paraba y escuchaba. Las ramas chocaban entre si y los cuerpos esparcidos por el suelo emitian ligeros ruidos. Un pajaro carpintero repetia incansablemente una melodia machacona.
Llevaba una chaqueta de un amarillo chillon con la que era imposible pasar desapercibida, aunque esperaba que precisamente ese color paralizara a los coyotes. Si eso no funcionaba borraria del mapa a esas bestias peludas. Aprete con fuerza el spray de defensa que llevaba en el bolsillo.
Al llegar al tronco caido donde habia estado sentada, apoye una rodilla, en tierra y examine el suelo del bosque. Luego me levante y mire a mi alrededor. Aparte de la rama que habia utilizado como improvisado bate de beisbol, no habia ningun rastro de mi aventura con los canes.
Eche a andar a traves del sutil pasillo vegetal. El terreno era ligeramente concavo y tenia que caminar con cuidado para no torcerme un tobillo al pisar una piedra oculta bajo las hojas. Aunque mas baja que los matorrales de los margenes, por momentos la vegetacion me llegaba casi a las rodillas.
Mis ojos no dejaban de mirar hacia todos lados, buscando cruces o senales de entierros. La casa que habia mencionado Larke significaba un asentamiento humano y yo sabia que las viejas casas de campo incluian a menudo cementerios familiares. Un verano habia dirigido una excavacion en la cima de Chimney Rock. Aunque nuestra intencion era cavar solamente en la cabana, descubrimos un pequeno cementerio que no figuraba en ningun documento. Recorde de pronto que tambien habia serpientes venenosas y culebras.
Continue avanzando a traves de las sombras frias, mientras mi ropa se enganchaba en las espinas y las ramas y los insectos se lanzaban sobre mi rostro. Las rafagas de viento hacian bailar las sombras y alteraban las formas que me rodeaban. Entonces, sin previo aviso, los arboles dieron paso a un pequeno claro. Cuando sali nuevamente a la luz del sol, un ciervo de cola blanca levanto la cabeza, me miro fijamente y luego desaparecio.
Un poco mas adelante habia una casa, la parte trasera apoyada contra un risco de piedra que se alzaba varios cientos de metros. La estructura presentaba paredes gruesas, una linea de buhardillas y un techo inclinado con amplios salientes. Un porche cubierto ocultaba el frente de la casa y una curiosa pared de piedra asomaba desde detras del flanco izquierdo.
Agite los brazos. Espere. Llame. Volvi a agitar los brazos.
Ninguna voz, ningun ladrido como respuesta. Ni tan solo algun sonido a modo de bienvenida.
Volvi a gritar, esperando que un campesino de
Silencio.
Con los banjos batiendose en duelo [5] en mi cabeza comence a atravesar el prado que me separaba de la casa. Aunque fuera del circulo de arboles la luz era cegadora, deje las gafas de sol en el bolsillo. Ademas de campesinos rusticos y primitivos, estas montanas albergaban a partidarios de la supremacia blanca y grupos paramilitares. Los extranos no eran bienvenidos.
Pude comprobar que la naturaleza habia recuperado los alrededores de la casa. Lo que en otro tiempo habia sido un prado o un jardin estaba ahora cubierto con altos alisos blancos, alerces, abedules de Carolina y numerosos matorrales que no supe reconocer. Mas alla de los matorrales, alamos, magnolios, robles, hayas y pinos blancos se mezclaban con arboles desconocidos para mi. El kuzdu lo cubria todo con enmaranadas telaranas verdes.
Mientras me dirigia hacia los escalones del frente, se me puso la piel de gallina y una sensacion de inquietud me envolvio como un manto frio y humedo. Sobre el lugar parecia pender una amenaza. ?Nacia de la madera oscura y gastada, de las ventanas cruzadas con tablones, o de la jungla de vegetacion que mantenia la casa bajo una penumbra permanente?
– ?Hola?
Senti que se me aceleraba el pulso. No habia ni perros ni montaneros.
Una mirada me basto para saber que la casa no se habia construido rapidamente. O recientemente. Era tan solida como la prision londinense de Newgate. Aunque dudaba que George Dance se hubiera encargado de dibujar los planos, estaba claro que compartia con el arquitecto de la prision su desinteres por las vistas exteriores. No