muerto o no. Una propiedad que podria o no estar relacionada con cualquiera de esas situaciones.

Y la corazonada de una antropologa que podria o no ser la semilla del diablo. No lo dije.

– Al menos podemos ir a ese lugar de acampada y echar un vistazo -dije.

Ella lo penso un momento y luego miro su reloj.

– Eso si puedo hacerlo.

– Deme cinco minutos.

Hice un gesto hacia Boyd.

Ella asintio.

– Ven.

Alzo la cabeza y movio las cejas.

Un destello en mi mente. La ardilla muerta. Mi trabajo me vuelve especialmente sensible al hedor de la putrefaccion, y sin embargo no habia sido capaz de detectar un rastro. Boyd habia salido disparado diez metros antes de haber llegado donde se encontraba la ardilla.

– ?Podriamos llevar al perro? -pregunte-. No esta entrenado para encontrar cadaveres, pero es muy bueno descubriendo carrona.

– Ira en el asiento de atras.

Abri la puerta y lo llame con un silbido. Boyd se lanzo dentro del coche.

Habian pasado once dias desde que el avion de la Trans-South Air habia explotado en el aire y habia caido en las montanas de Carolina del Norte. Todos los restos habian sido trasladados al deposito y lo que quedaba del avion se estaba transportando montana abajo. La operacion de recuperacion de restos estaba concluyendo y el cambio era evidente.

Ahora la carretera del condado estaba abierta, aunque un ayudante del sheriff protegia la entrada a la carretera del Servicio Forestal. Los familiares de las victimas y la prensa se habian marchado y solo un punado de vehiculos permanecia en la zona del mirador.

Crowe apago el motor donde acababa la carretera, aproximadamente un kilometro mas alla del limite de acceso a la zona del accidente. A la derecha se alzaba una enorme formacion de granito. Crowe ajusto la radio al cinturon, cruzo el camino de grava y echo a andar colina arriba, estudiando cuidadosamente la linea de los arboles.

Ate la correa al collar de Boyd y la seguimos. Mantenia al perro lo mas proximo a mi que podia. Cinco minutos despues, la sheriff se desvio a la izquierda y desaparecio entre los arboles que cubrian el terraplen. Afloje un poco la correa y Boyd me arrastro siguiendo el rastro de Crowe.

La tierra ascendia de forma pronunciada, se nivelaba y luego se precipitaba hacia el valle. A medida que nos alejabamos de la carretera, el bosque se volvia mas frondoso y todo el paisaje parecia ser el mismo. Pero las senales dejadas por la familia Wahnetah tenian sentido para Lucy Crowe. Encontro el sendero que habian descrito y, desde alli, un estrecho camino polvoriento. No podia decir si se trataba del mismo sendero para el acarreo de madera que pasaba junto al lugar del accidente o bien otro similar.

A Crowe le llevo cuarenta minutos encontrar la cabana de Daniel, levantada entre pinos y hayas a orillas de un pequeno arroyo. Yo probablemente hubiese pasado sin verla.

El campamento tenia el aspecto de haber sido abandonado a toda prisa. La cabana era de madera, el suelo de tierra, el techo de chapa acanalada, se extendia en la parte delantera para cubrir un banco de madera que habia junto a la puerta. Una mesa de madera y otro banco ocupaban la parte izquierda de la choza, a la derecha habia un tocon. En los alrededores se veian pilas de botellas, latas, neumaticos y otros desperdicios.

– ?Como cree que llegaron esos neumaticos hasta aqui? -pregunte.

Crowe se encogio de hombros.

Abri la puerta con cuidado y asome la cabeza. En la penumbra alcance a divisar un catre, una silla de jardin de aluminio y una mesa plegable que servia de base a un hornillo de acampada oxidado y una coleccion de platos y vasos de plastico. Un equipo de pesca, un cubo, una pala y una linterna colgaban de varios clavos en la pared. En el suelo habia varias latas de queroseno. Eso era todo.

– ?Habria dejado el viejo su equipo de pesca si pensaba marcharse?

Otro encogimiento de hombros.

Al no tener un plan definido, Crowe y yo decidimos separamos. Ella busco a lo largo de la orilla del arroyo mientras yo examinaba la zona del bosque proxima a la cabana. Mi companero canino olisqueaba todo y orinaba feliz entre los arboles.

Al regresar a la cabana, ate la correa a la pata de la mesa, abri la puerta de par en par y puse una piedra a modo de tope. En el interior, el aire olia a moho, queroseno y moscatel. Los ciempies se deslizaban por todas partes mientras examinaba los objetos y, en un momento dado, un mosquito subio por mi brazo. No encontre nada que pudiese indicar donde habia ido Daniel Wahnetah o cuando se habia marchado. O por que.

Crowe reaparecio mientras yo investigaba el contenido de la pila de desperdicios. Despues de haber examinado docenas de botellas de vino, latas de galletas y latas de carne estofada Dinty Moore, abandone la busqueda y me reuni con la representante de la ley.

El viento hacia susurrar los arboles. Las hojas navegaban a traves del suelo en una colorida regata y una esquina del techo de chapa ondulada subia y bajaba produciendo un sonido chirriante. Aunque el aire era denso y pesado, alrededor de nosotras el movimiento era constante.

Crowe sabia lo que yo estaba pensando. Sin decir nada saco del interior de su cazadora un pequeno atlas con lomo de espiral y busco algo pasando las paginas.

– Muestreme donde es -dijo, alcanzandome el pequeno ejemplar.

El mapa que habia elegido era un primer plano de la zona del Condado de Swain donde nos encontrabamos en ese momento. Utilizando curvas de nivel, la carretera del condado y los senderos de acarreo de madera, localice el lugar del accidente. Luego calcule la posicion de la casa con el recinto amurallado y senale el lugar.

– Aqui.

Crowe estudio la topografia que rodeaba mi dedo indice.

– ?Esta completamente segura de que hay una estructura alli?

Percibi un matiz de duda en su voz.

– Si.

– Esta a menos de dos kilometros.

– ?Andando?

Ella asintio con un movimiento ligeramente mas lento de lo habitual.

– Que yo sepa no hay ninguna carretera, de modo que podriamos ir a traves del bosque.

– ?Puede encontrar la casa?

– Puedo encontrarla.

Pasamos una hora abriendonos paso a traves de arboles y matorrales, subiendo una colina y bajando otra, siguiendo una huella que estaba clara para Crowe pero que para mi era completamente invisible. Entonces, en un viejo pino, con el tronco gastado y lleno de nudos, salimos a un sendero que hasta yo fui capaz de reconocer.

Un momento despues llegamos a un muro alto que me resultaba vagamente familiar de mi visita anterior. Todos mis sentidos se agudizaron mientras recorriamos la piedra cubierta de moho. Un grajo lanzo un graznido, un chirrido agudo y estridente que me puso los pelos de punta. Aqui habia algo. Lo sabia.

Boyd continuaba olisqueando y recorriendo el lugar, indiferente a mi tension. Envolvi la correa alrededor de la palma, sujetando con fuerza el collar.

A pocos metros, el muro hacia un giro de noventa grados. Crowe rodeo la esquina y yo la segui, sujetaba la correa con tanta fuerza que sentia las unas clavadas en la palma de la mano.

La linea de arboles acababa a poca distancia del final del muro. Crowe se detuvo en el borde del bosque y Boyd y yo nos reunimos con ella.

Un poco mas adelante y hacia la izquierda divise otro recinto amurallado, la pared de piedra se alzaba oscura y cubierta de musgo unos metros atras. Ya estaba orientada. Nos habiamos acercado a la propiedad desde la parte posterior; la casa se alzaba delante de nosotras, su parte posterior se apoyaba contra el risco. El muro que habiamos estado rodeando circundaba una zona mas grande que yo no habia advertido durante mi primera visita. El patio se encontraba dentro del recinto mayor.

– Que me cuelguen.

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