Pete no contesto y supuse que aun no habia regresado de su viaje a Indiana. Katy tampoco contesto y preferi no hacer ninguna suposicion. Harry me tuvo al telefono cuarenta minutos. Estaba dejando su actual trabajo, tenia problemas con la dentadura y estaba saliendo con un hombre de Denton llamado Alvin. ?O acaso era Denton de Alvin?
Estaba probando las opciones de mi telefono cuando desde el patio me llego un extrano aullido, como el de un sabueso en una pelicula de Bela Lugosi. Mire hacia abajo a traves de la persiana y vi a Boyd sentado en mitad de su improvisada perrera, la cabeza echada hacia atras, un aullido surgia de su garganta. -Boyd.
Dejo de aullar y miro a su alrededor. A lo lejos, en las montanas, se oyo una sirena.
– Estoy aqui arriba.
El perro levanto la cabeza y la lengua purpura quedo colgando fuera de la boca.
– Mira hacia arriba, hombre.
Cabeza inclinada.
– ?Arriba!
Di unas palmadas.
El chow-chow giro, corrio hasta el extremo de la perrera, se sento y reanudo su serenata a la ambulancia.
Lo primero que llama la atencion en Boyd es su cabeza desproporcionadamente grande. Pero cada vez es mas evidente que la capacidad craneal del perro no guarda ninguna relacion con el tamano de su intelecto.
Cogi la cazadora y la correa y abandone la habitacion.
La temperatura aun era calida y agradable, pero el cielo comenzaba a llenarse lentamente de nubes oscuras. El viento batia mi cazadora y las hojas y la pinaza se arremolinaban en el camino de grava.
En esta ocasion subimos primero colina arriba, Boyd abria la marcha, jadeando y tosiendo debido a la presion que ejercia el collar sobre el cuello. Corria de un arbol a otro, olisqueaba la tierra y despedia pequenos chorros de orin, mientras yo contemplaba el valle que se extendia a mis pies, cada uno disfrutaba del paisaje de la montana a su manera.
Habiamos recorrido aproximadamente un kilometro cuando Boyd se quedo inmovil y alzo la cabeza como si tuviese un muelle en el cuello. La piel se le erizo a lo largo del lomo, entreabrio la boca y un grunido sordo surgio desde el fondo de la garganta, un sonido completamente diferente a la exhibicion anterior de la sirena.
– ?Que pasa?
Ignoro mi pregunta, y liberandose de la correa se lanzo hacia los arboles.
– ?Boyd!
Di un puntapie en el suelo y me frote la dolorida palma de la mano.
– ?Mierda!
Podia oirle moviendose entre los arboles, ladrando como si estuviese en una mision de vigilancia.
– ?Boyd, vuelve aqui!
Los ladridos continuaron.
Maldiciendo al menos a una de las criaturas que se arrastran, abandone el camino y segui el rastro de los ladridos. Lo encontre a unos diez metros, corria de un lado a otro, ladrandole a la base de un roble blanco. – ?Boyd!
Continuo corriendo, ladrando y grunendo junto al roble. – ?BOYD!
Se paro en seco y me miro.
Los perros poseen una musculatura facial fija, que hace imposible cualquier expresion. No pueden sonreir, fruncir el ceno o hacer muecas. Sin embargo, las cejas de Boyd hicieron un movimiento que expresaba claramente su incredulidad.
?Estas loca?
– ?Boyd, sientate!
Lo senale con un dedo y lo mantuve inmovil
Miro el arbol, luego a mi y se sento. Sin bajar el dedo, me acerque a el y cogi la correa.
– Venga hombre, estas loco -dije, palmeandole la cabeza y luego tirando de el para regresar al camino.
Boyd se giro y ladro en direccion al roble, luego se volvio y movio nuevamente las cejas.
– ?Que ocurre?
«Rrrrup. Rup. Rup.»
– De acuerdo. Vamos a ver de que se trata.
Afloje un poco la correa y me arrastro hacia el arbol. A pocos pasos del tronco comenzo a ladrar y girar alrededor del roble con los ojos brillantes por la excitacion. Aparte la vegetacion con la bota.
Una ardilla muerta yacia entre los cardos, con las orbitas vacias, el tejido marron cubria sus huesos como una mortaja de cuero oscura.
Mire al perro.
– ?Es esto lo que te ha puesto como una fiera?
Salto sobre las patas delanteras, alzando el cuarto trasero, luego dio dos pequenos saltos hacia atras.
– Esta muerta, Boyd.
Inclino la cabeza y movio ambas cejas.
– Venga, vamos, sabueso.
El resto del paseo transcurrio sin incidentes. Boyd no encontro mas cadaveres y nuestro promedio fue mucho mejor colina abajo. Al coger la ultima curva me sorprendio ver un coche patrulla aparcado bajo los arboles en High Ridge House, el escudo del Departamento del Sheriff del Condado de Swain se veia claramente en el lateral.
Lucy Crowe estaba en la escalera del porche delantero, con una botella de Dr. Pepper en una mano y el sombrero de las Smoky en la otra. Boyd se dirigio directamente a ella, meneando la cola, la lengua le colgaba como si fuese una anguila purpura. La sheriff apoyo el sombrero en la barandilla y acaricio el pelo del perro. Boyd olisqueo y le lamio la mano, luego se echo en el porche con el hocico apoyado en las patas delanteras y cerro los ojos. Boyd el Aniquilador.
– Bonito perro -dijo Crowe, secandose la mano en las posaderas.
– Lo tengo a mi cargo durante algunos dias.
– Los perros son una buena compania.
– Hum.
Era evidente que nunca habia estado con Boyd.
– Estuve hablando con la familia Wahnetah. Daniel aun no ha aparecido.
Espere mientras bebia un poco de su refresco.
– Dicen que media casi un metro ochenta.
– ?Se quejaba de dolores en los pies?
– Aparentemente nunca se quejaba de nada. Tampoco hablaba mucho, le gustaba estar solo e ir a su aire. Pero hay un detalle interesante. Uno de los lugares de acampada de Daniel estaba en Running Goat Branch.
– ?Donde esta Running Goat Branch?
– A tiro de piedra de su recinto amurallado.
– Es una broma.
– No lo es.
– ?Estaba alli cuando desaparecio?
– La familia no estaba segura, pero fue el primer lugar donde buscaron.
– Yo tambien tengo un detalle interesante -dije, cada vez mas excitada.
Le hable de la clasificacion de funcion discriminativa que colocaba los huesos del pie encontrado proximos a los indios norteamericanos.
– ?Puede conseguir ahora esa orden de registro? -pregunte.
– ?Basada en que?
Senale las razones alzando los dedos.
– Un indio norteamericano desaparecio en su condado. Tengo en mi poder un pie que coincide con ese perfil. Esa parte del cuerpo fue recuperada en una zona muy proxima a un lugar frecuentado por su desaparecido.
Ella arqueo una ceja y luego realizo su propia operacion con los dedos.
– Una parte de un cuerpo que podria estar relacionada o no con un desastre aereo. Un viejo que podria estar