evidentes. Los mongoloides podrian distinguirse con una precision que oscila entre el ochenta y tres y el noventa y nueve por ciento. No esta nada mal.

– Muy bien. Ahora dame la lista de medidas.

Mientras apuntaba las cifras que me daba Alex senti una opresion en el pecho.

– Ahora comprueba si hay un cuadro con los cocientes de funcion discriminativa canonica sin normalizar correspondientes a indios, blancos y negros norteamericanos.

Necesitaria esas cifras para compararlas con los cocientes que obtuviese del pie desconocido.

Pausa.

– Cuadro cuatro.

– ?Podras enviarme ese articulo por fax?

– Claro.

Le di el nombre de Primrose Hobbs y el numero de fax habilitado en el deposito provisional de Bryson City. Cuando hube colgado, saque las notas que habia tomado del caso numero 397.

Cuando marque otro numero y pregunte por Primrose Hobbs una voz me dijo que no estaba alli, pero me pregunto si queria su numero en el Riverbank Inn.

Primrose tambien contesto a la primera. Era mi dia de suerte.

– Hola, querida, ?como estas?

– Estoy bien, Primrose.

– No permitas que esas calumnias te afecten. Dios hara lo que tenga que hacer, y el sabe que es pura palabreria.

– Yo no.

– Un dia nos sentaremos, jugaremos una partida de poquer y nos reiremos de todo esto.

– Lo se.

– Aunque debo decir que, a pesar de ser una mujer inteligente, Tempe Brennan, eres la peor jugadora de poquer con la que nunca me he sentado en una mesa.

Lanzo su carcajada profunda y ronca.

– No soy muy buena para los juegos de cartas.

– Y que lo digas.

Nuevamente la carcajada.

– Primrose, necesito que me hagas un favor.

– Solo tienes que pedirlo, carino.

Le di una version resumida de la historia del pie y Primrose accedio a ir al deposito el domingo por la manana. Leeria el fax, me llamaria y yo la guiaria a traves de las medidas que faltaban. Volvio a comentar los cargos que habia contra mi y sugirio algunas localizaciones anatomicas donde Larke Tyrell podia meterselos.

Le agradeci su lealtad y colgue.

Ryan escogio el Injun Joe's Chili Joint para cenar. Yo elegi el Misty Mountain Cafe, que ofrecia nouvelle cuisine y unas vistas espectaculares de Balsam Mountain y de Maggie Valley. Ya que una razonable discusion no conseguiria resolver la cuestion, lanzamos una moneda al aire.

El Misty Mountain parecia mas un hotel de una estacion de esqui que un cafe, construido con troncos, con techos altos, chimeneas y cristal por todas partes. Cuando llegamos nos informaron de que nuestra mesa no estaria lista hasta dentro de noventa minutos, pero podian servirnos el vino inmediatamente en el patio.

En cambio Joe nos instalo sin demora. Incluso cuando gano, pierdo.

Un solo vistazo me basto para saber que el publico que acudia a le joint era muy diferente del cafe. Media docena de televisores transmitian un partido de futbol americano y en la barra se acomodaba un nutrido grupo de hombres con gorras deportivas. Parejas y grupos ocupaban las mesas y los reservados, ataviados con ropa vaquera y botas, la mayoria de ellos pedia a gritos un buen corte de pelo o un afeitado. Mezclados con la multitud habia numerosos turistas vestidos con anoraks de brillantes colores, y unos cuantos rostros que reconoci de la investigacion del accidente.

Dos hombres se ocupaban de la barra, abrian las botellas, picaban hielo y servian bebidas de una fila de botellas alineadas delante de un espejo manchado. Los dos tenian la piel palida y el pelo castano y fino acababa en una coleta sujeta con un panuelo de colores. No parecian pieles rojas pero tampoco vestian de Armani. Uno llevaba una camiseta con la inscripcion «Johnsons Brown Ale», el otro parecia seguidor de algun grupo llamado Bitchin Tits [7].

En una especie de escenario que habia en la parte trasera, al otro lado de una mesa de billar y de varias maquinas tragaperras, los miembros de una banda preparaban el equipo de musica, dirigidos por una mujer vestida con pantalones de cuero negro y maquillada como Cruella Deville. Cada pocos segundos podiamos oir los leves golpes amplificados de su dedo sobre el microfono, luego contaba de uno a cuatro. Las pruebas de sonido apenas si destacaban sobre el ruido de fondo producido por las alternativas del partido y la musica de las maquinas tragaperras.

No obstante, la banda parecia disponer de suficiente potencia acustica para llegar a Buenos Aires. Le sugeri a Ryan que pidiesemos la cena.

Ryan echo un vistazo alrededor del salon e hizo un gesto con la mano alzada. Una cuarentona, con el pelo encrespado y un bronceado fuera de temporada, se acerco a la mesa. Sobre el pecho izquierdo llevaba una placa de plastico con su nombre. Tammi. Con «i».

– ?Que va a ser?

Tammi apoyo el lapiz sobre el bloc de notas.

– ?Podria traerme la carta, por favor?

Tammi suspiro, busco dos cartas en la barra y las arrojo sobre la mesa. Luego me miro con indulgente paciencia.

«Click. Click. Click. Ding. Ding. Ding. Ding.»

Mi decision no llevo mucho tiempo. Injun Joe ofrecia nueve tipos de chile, cuatro hamburguesas, un Frankfurt y montanas de carne picada y sazonada.

Yo pedi el Climbing Burger y una coca-cola light.

– He oido que aqui preparan un chile de muerte.

Ryan exhibio ante Tammi un monton de dientes blancos.

– El mejor del oeste.

Tammi exhibio ante Ryan incluso mas dientes.

«Tap. Tap. Tap. Tap. Uno. Dos. Tres. Cuatro.»

– Debe resultar dificil atender a tanta gente al mismo tiempo. No se como lo hace.

– Encanto personal. -Tammi alzo la barbilla y adelanto una cadera.

– ?Como esta el Walkingstick Chili?

– Caliente. Como yo.

Hice un esfuerzo para reprimir un chiste.

– Lo probare. Y una botella de Carolina Pale.

– Eso esta hecho, vaquero.

«Click. Click. Click. Click. Ding. Ding. Ding. Ding. Ding.»

«Tap. Tap. Uno. Dos. Tres. Cuatro.»

Espere hasta que Tammi estuviese fuera del alcance del oido, lo que, considerando el ruido ambiente, eran aproximadamente dos pasos.

– Menuda eleccion.

– Uno debe mezclarse con la poblacion autoctona.

– Esta manana te mostrabas bastante critico con la poblacion autoctona.

– Uno debe pulsar al hombre comun -dijo Ryan.

– Y a la mujer -«Tap. Tap»-. Vaquero.

Tammi regreso con una cerveza, una coca-cola light y un millon de kilometros de dientes. La envie de regreso a la cocina con una sonrisa.

– ?Alguna novedad desde esta manana? -pregunte cuando se hubo marchado.

– Parece que Haskell Simington puede no ser el pajaro que pensabamos. Resulta que el tio vale un monton de pasta, de modo que una poliza de dos millones para su esposa no es algo tan inusual. Ademas de valer

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