nombre y la direccion de correo de su propietario, y la direccion a la que se enviaban las facturas impositivas.

Le entregue la hoja a Ryan sintiendome decepcionada.

– Grupo de Inversiones H amp;F, SRL -leyo en voz alta-. La direccion postal es un apartado de correos en Nueva York.

– Ryan me miro-. ?Quien cono es el Grupo de Inversiones H amp;F?

Me encogi de hombros.

– ?Que es SRL?

– Sociedad de Responsabilidad Limitada -dije.

– Podrias intentarlo en la oficina del registro.

Ambos nos volvimos hacia Dorothy. Un ligero tinte rosado habia aparecido en sus mejillas.

– Podria buscar la fecha en que H amp;F adquirio la propiedad y el nombre del dueno anterior.

– ?Tienen esa informacion?

Ella asintio.

Encontramos la oficina de registro de la propiedad a la vuelta de la esquina de la oficina impositiva. La habitacion de escrituras estaba situada detras del mostrador preceptivo, detras de unas puertas giratorias de madera. Las estanterias que cubrian las paredes y los archivadores contenian libros de titulos de propiedad que abarcaban cientos de anos. Los mas recientes eran cuadrados y rojos, los numeros estaban estampados con caracteres dorados. Los volumenes mas viejos estaban profusamente decorados, como los ejemplares encuadernados en cuero de las primeras ediciones.

Era como la busqueda del tesoro, cada escritura nos hacia retroceder en el tiempo. Encontramos lo siguiente:

El Grupo de Inversiones H amp;F era una Sociedad de Responsabilidad Limitada registrada en Delaware. La propiedad de la parcela tributaria numero cuatro habia sido transferida a la sociedad en 1949 por un tal Edward E. Arthur. La descripcion de la propiedad era encantadora, pero un tanto imprecisa para nuestro gusto. Le lei la descripcion en voz alta a Ryan.

– La propiedad comienza en un roble colorado sobre una loma, en la esquina de la parcela numero 11807 concedida por el estado, y se extiende hacia el norte cuatrocientos cincuenta metros hasta la linea Bellingford, luego colina arriba cuando sigue el curso de la linea Bellingford hasta un castano en el terreno de S. Q. Barker…

– ?Como consiguio Arthur esa propiedad?

Omiti el resto de la peritacion y continue leyendo.

– ?Quieres oir los trozos de «la parte de la primera parte»?

– No.

– … teniendo la misma tierra traspasada por escritura por parte de Victor T. Livingstone y su esposa J. E. Clampett, con fecha de 26 de marzo, 1933, y registrada en el Libro de Titulos de Propiedad numero 52, pagina 315, Registros del Condado de Swain, Carolina del Norte.

Fui a la estanteria y cogi el volumen mas viejo.

Arthur habia obtenido la propiedad de un tal Victor T. Livingstone en 1933. Livingstone debio comprarsela a Dios, ya que no habia ningun documento anterior a esa fecha.

– Al menos sabemos como entraban y salian los afortunados propietarios.

Las escrituras de propiedad de Livingstone y Arthur describian un camino de entrada.

– O entran y salen. -Yo aun no estaba convencida de que la propiedad estuviese abandonada-. Mientras estabamos alli Crowe encontro un sendero que llevaba desde la casa hasta un camino para transportar madera. El desvio del sendero esta oculto por un porton provisional completamente cubierto de kudzu. Cuando ella me enseno la entrada, no podia creerlo. Uno podria pasar un millon de veces caminando o conduciendo y no verla.

Ryan no dijo nada.

– ?Y ahora que?

– Ahora esperaremos la orden de registro de Crowe.

– ?Y mientras tanto?

Ryan sonrio y se arrugaron los rabillos de sus ojos.

– Mientras tanto hablaremos con el fiscal general del gran estado de Delaware y averiguaremos todo lo que podamos acerca del Grupo de Inversiones H amp;F.

Boyd y yo estabamos compartiendo un bocadillo y una bolsa de patatas fritas en el porche de High Ridge House cuando el coche patrulla de Lucy Crowe aparecio en la carretera. La observe mientras ascendia hacia el camino particular de la casa. Boyd siguio vigilando el bocadillo.

– ?Pasando un buen rato? -pregunto Crowe cuando llego a la escalera.

– Dice que le he estado ignorando.

Saque una loncha de jamon del bocadillo. Boyd levanto la cabeza y la cogio suavemente con sus dientes delanteros. Luego bajo el hocico, dejo caer el jamon en el suelo del porche, lo lamio un par de veces y lo engullo. Un segundo despues su barbilla descansaba otra vez sobre mi rodilla.

– Son como ninos.

– Mmmm. ?Consiguio la orden?

Los ojos de Boyd siguieron el movimiento de mi mano, atento ante la posibilidad de engullir otro trozo de jamon o unas patatas.

– Mantuve un duro cara a cara con el magistrado.

– ?Y?

Suspiro y se quito el sombrero.

– Dice que no es suficiente.

– ?La evidencia de un cadaver no es suficiente? -Estaba perpleja-. Daniel Wahnetah puede estar descomponiendose en ese patio mientras nosotras hablamos.

– ?Esta familiarizada con el termino ciencia de la chapuza? Yo si. Esta manana me la echaron a la cara al menos una docena de veces. Creo que el viejo Frank va a formar su propio grupo. Victimas Anonimas de la Ciencia de la Chapuza.

– ?Ese tio es imbecil o que?

– Nunca viajara a Suecia a recoger un premio pero suele ser una persona razonable.

Boyd alzo la cabeza y suspiro. Baje la mano y la olio, luego la lamio.

– Esta ignorandole otra vez.

Le ofreci un trozo de huevo. Boyd lo dejo caer, le paso la lengua, lo olisqueo, lo lamio otra vez y luego lo dejo en el porche.

– A mi tampoco me gusta el huevo en los bocadillos -le dijo Crowe a Boyd. El perro movio ligeramente la oreja para indicar que la habia oido, pero no aparto los ojos de mi plato.

– La situacion se pone cada vez peor.

Crowe continuo.

?Por que no?

– Ha habido mas denuncias.

– ?Sobre mi?

Ella asintio.

– ?Por parte de quien?

– El magistrado no quiso compartir esa informacion. Pero si se acerca al lugar del accidente, al deposito o a cualquier documento, objeto o miembro de una familia relacionados con el accidente aereo, debere arrestarla por obstruccion a la justicia. Y eso incluye la propiedad amurallada.

– ?Que cono esta pasando aqui?

Mi estomago se encogio de ira.

Crowe se encogio de hombros.

– No estoy segura. Pero usted esta fuera de esa investigacion.

– ?Se me permite ir a la biblioteca publica? – Escupi.

La sheriff se froto la nuca y apoyo la punta de la bota en el ultimo escalon. Debajo de la cazadora podia ver el

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