pared derrumbada. Senti un escalofrio que me recorria la columna vertebral y llegaba hasta el cuero cabelludo.

– Muy bien, mantengalo aqui -dijo Crowe.

Cogi el collar con ambas manos y arrastre a Boyd hacia atras, dejando que Bobby se hiciera cargo de la correa. Boyd continuaba ladrando y grunendo e intentaba tirar de Bobby hacia la puerta de la pared. Volvi a reunirme con Crowe.

La luz amarilla de mi linterna revelo un tunel similar a una caverna con una serie de nichos a cada lado. El suelo era de tierra, las paredes y el techo de roca solida. La altura hasta el techo abovedado del tunel era de aproximadamente un metro ochenta, el ancho de un metro veinte. La longitud era imposible de calcular. Mas alla de tres pasos era un agujero negro.

Mi pulso no se habia normalizado desde que entramos en la casa. Ahora parecia decidido a batir su propio record.

Avanzamos lentamente, iluminando con nuestras linternas el suelo, el techo, las paredes y los nichos. Algunos no eran mas que pequenas cavidades. Otros eran cuevas de gran tamano con barrotes de metal verticales y puertas centradas en la entrada.

– ?Bodegas de vino? -la pregunta de Crowe sono apagada en el estrecho espacio.

– ?No deberia haber estanterias? -Compruebe esto.

Crowe ilumino un nombre, luego otro, y otro mas, cincelados a lo largo del tunel. Los fue leyendo en voz alta mientras continuabamos avanzando.

– Sawney Beane. Inocencio III. Dionisos. Moctezuma… Extranos companeros de cama. Un papa, un emperador azteca y el mismisimo dios del vino.

– ?Quien es Sawney Beane? -pregunte. -Que me cuelguen si lo…

La luz de su linterna abandono la pared y enfoco la nada. Extendio un brazo y me cogio por el pecho. Me quede inmovil.

Ahora los haces de luz de ambas linternas iluminaron la tierra a nuestros pies. El terreno no descendia.

Giramos en la esquina del tunel y continuamos nuestro lento avance moviendo las linternas de un lado a otro. Por el sonido del aire deduje que habiamos entrado en alguna especie de camara. Estabamos circundando la pared del perimetro. Los nombres continuaban. Tiestes. Polifemo. Christie o' the Cleek. Cronos. No reconoci a ninguno que figurase en el diario de Veckhoff.

Al igual que en el tunel, la camara contenia numerosos nichos, algunos con barrotes, otros sin puerta. En una situacion directamente opuesta a nuestro punto de entrada encontramos una puerta de madera, similar a la que daba acceso al tunel, y asegurada con el mismo sistema de cadena y candado. Crowe supero el escollo del mismo modo que habia hecho con el anterior.

Cuando la puerta se abrio hacia adentro, una corriente de aire frio y fetido surgio del interior. Detras de mi, en la distancia, pude oir los furiosos ladridos de Boyd.

El olor a putrefaccion puede verse alterado por la forma de la muerte, algunos venenos pueden endulzarlo con un aroma de pera o de almendra o de ajo segun los casos. Tambien se puede retrasar mediante sustancias quimicas, aumentadas por la actividad de los insectos. Pero la esencia es inconfundible, una mezcla hedionda e intensa que anuncia la presencia de carne en descomposicion.

En ese nicho habia algo muerto.

Entramos y nos dirigimos a la izquierda, manteniendonos pegadas a la pared como lo habiamos hecho en la camara exterior. A un metro de la entrada la luz de mi linterna descubrio una irregularidad en el suelo. Crowe la vio al mismo tiempo.

Enfocamos nuestras linternas sobre un trozo de tierra oscura y gruesa.

Sin decir nada, le di mi linterna a Crowe y saque una pala plegable de la mochila. Apoye la mano izquierda en la pared de piedra, me agache y rasque la tierra con el borde de la pala.

Crowe enfundo la pistola, ato el sombrero al cinturon y dirigio la luz de ambas linternas hacia la zona de tierra delante de mi.

La mancha cedio rapidamente, revelando un limite claro entre la tierra recien removida y el suelo duro. El olor a putrefaccion aumentaba a medida que iba retirando paletadas de tierra.

Pocos minutos mas tarde la pala choco con algo blando y de color azul claro.

– Parecen unos tejanos.

Los ojos de Crowe brillaban en la oscuridad y su piel tenia un color ambarino bajo la palida luz amarilla de las linternas.

Segui la tela destenida, ampliando la abertura.

Pantalones Levi's alrededor de una pierna cadaverica. Continue cavando hasta encontrar un pie marron y reseco que formaba un angulo de noventa grados en el tobillo.

– Esto es todo.

La voz de Crowe hizo que mi mano saltase.

– ?Que?

– Este no es un pasajero del avion.

– No.

– No quiero estropear la escena del crimen. No continuaremos hasta que no disponga de una orden.

No discuti. La victima que yacia en ese agujero merecia que su historia fuese contada ante un tribunal. No haria nada que pudiese comprometer un posible proceso.

Me levante y quite la tierra de la pala golpeando la hoja contra la pared. Luego doble la hoja, guarde la pala en la mochila y cogi mi linterna.

Al pasar de la mano de Crowe a la mia, el haz de luz recorrio el nicho e ilumino algo en el extremo mas alejado.

– ?Que demonios es eso? -pregunte, tratando de atisbar en la oscuridad.

– Vamonos.

– Deberiamos pegar a su magistrado con todo lo que podamos encontrar.

Me dirigi hacia el punto donde habia visto el destello. Crowe vacilo un momento y luego me siguio.

En la base de la pared habia un bulto bastante grande. Estaba envuelto en cortinas de bano, una transparente y la otra azul translucida, y atado con varios trozos de cuerda. Me acerque y recorri la superficie con el haz de luz.

Aunque borrosos por las capas de plastico, pude discernir los detalles de la mitad superior. Pelo opaco, una camisa roja a cuadros, manos de un blanco fantasmagorico atadas por las munecas. Saque un par de guantes de la mochila, me los puse y gire el bulto.

Crowe se cubrio la boca con la mano.

Un rostro, purpura e inflamado, los ojos lechosos y a medio cerrar. Labios agrietados, una lengua hinchada y apretada contra el plastico como si fuese una sanguijuela gigante.

Acerque la linterna al descubrir un objeto ovalado en la base de la garganta. Un pendiente. Saque el cuchillo y corte el plastico. El siseo del gas al escapar de su encierro estuvo acompanado de una espantosa fetidez a descomposicion. Senti que se me revolvia el estomago pero continue con mi tarea.

Conteniendo el aliento, rasgue el plastico con la punta del cuchillo.

Una silueta masculina era claramente visible en una pequena medalla de plata, los brazos cruzados piadosamente en la garganta. Las letras grabadas formaban un halo alrededor de la cabeza. Oriente la linterna para poder leer el nombre.

San Blas.

Habiamos encontrado al pescador desaparecido con problemas de garganta.

George Adair.

Esta vez propuse un camino diferente. Crowe estuvo de acuerdo. Despues de dejar a Bobby y George para que protegieran el lugar, la sheriff y yo nos dirigimos a Bryson City y sacamos a Byron McMahon del salon de High Ridge House donde estaba viendo un partido de futbol americano por television. Juntos preparamos una declaracion jurada, que el agente especial del FBI llevo directamente a un juez federal en Asheville.

En menos de dos horas, McMahon llamo a Crowe. Se habia emitido una orden de registro basandose en la probabilidad de un asesinato y en la posible implicacion de tierras federales, debido a la estrecha proximidad de una reserva y de un parque nacionales al lugar de los hechos.

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