Volvi a quedarme inmovil tratando de descubrir la mas leve senal de otra presencia en aquel lugar. Cogi un escalpelo y sali de la oficina en direccion a la sala de autopsias principal.
Seis esqueletos miraban hacia el techo, con los dedos de manos y pies extendidos, las mandibulas en silencio junto a las cabezas. Comprobe las secciones de rayos X y de ordenadores, la pequena cocina del personal y la sala de conferencias provisional. Los latidos de mi corazon eran tan fuertes que parecian resonar en el absoluto silencio que reinaba en el deposito.
Estaba asomando la cabeza en el lavabo de los hombres cuando mi telefono sono por tercera vez. Estuve a punto de ponerme a gritar.
Una voz, como una sierra.
– Estas muerta.
Luego el aire parecio vaciarse.
Capitulo 31
Llame a McMahon. Nadie respondio. Crowe. Lo mismo. Deje mensajes: Son exactamente las siete y treinta y ocho. Dejo Alarka y regreso a High Ridge House. Por favor, llameme.
Al imaginarme el aparcamiento vacio y la carretera desierta, marque el numero de Ryan.
Otra imagen. Ryan, boca abajo en un camino helado. Yo le habia pedido ayuda aquella vez en Quebec. Y le habian disparado.
Ryan no tiene jurisdiccion aqui, Brennan. Y ninguna responsabilidad personal.
En lugar de pulsar el boton de «enviar», opte por el de borrar el mensaje.
Mis pensamientos rebotaban como la pelota de metal de una maquina de millon.
Debia avisar a alguien de mi paradero. Alguien a quien no pusiera en peligro.
Domingo por la noche. Llame a mi antiguo numero.
– ?Diga?
Una voz de mujer, tierna como una gata que ronronea en tu regazo.
– ?Esta Pete?
– Esta en la ducha.
Oi claramente el sonido de unas campanillas movidas por el viento. Unas campanillas que yo misma habia colgado hacia anos fuera de la ventana de mi dormitorio.
– ?Quiere que le diga algo?
Colgue.
– A la mierda -murmure-. Ya cuidare yo de mi misma.
Me colgue el ordenador y el bolso en un hombro, aferre el escalpelo con una mano y prepare las llaves del coche con la otra. Luego abri unos centimetros la puerta y eche un vistazo al exterior.
Mi Mazda estaba solo con los exiliados carros de bomberos provistos de escaleras de incendio. En la creciente penumbra el pequeno coche parecia un jabali enfrentado a una manada de hipopotamos.
Respire profundamente.
Eche a andar con pasos rapidos.
Al llegar al coche, abri la puerta, me lance detras del volante, baje los seguros, encendi el motor y me largue de alli a toda pastilla.
Despues de recorrer un par de kilometros empece a tranquilizarme y una sensacion de ira desenfrenada se filtro a traves del miedo. La volvi hacia mi.
Por todos los diablos, Tempe, eres igual que una heroina de una pelicula de serie B. Un chiflado te llama por telefono y comienzas a pedir a gritos la ayuda de un hombre grande y fuerte.
Al ver en el arcen una senal de precaucion por la presencia de ciervos en la carretera eche un vistazo al cuentakilometros. Casi cien kilometros por hora. Reduje la velocidad y continue con la reprimenda.
Nadie ha saltado desde detras del edificio o te ha cogido por el tobillo desde debajo del coche.
Cierto. Pero el fax no lo habia enviado un chiflado. Quienquiera que enviara esa lista sabia perfectamente que seria yo quien lo recibiria. Sabia que estaba sola en el deposito.
Mientras conducia a traves de Bryson City no dejaba de mirar por el retrovisor. Ahora los adornos de la celebracion de Halloween tenian un aspecto mas amenazador que festivo, los esqueletos y lapidas parecian macabros recordatorios de los espantosos acontecimientos que habian tenido lugar muy cerca de aqui. Aferre el volante con fuerza, preguntandome si las almas de mis muertos reducidos a esqueletos vagaban por el mundo en busca de justicia.
Preguntandome si sus asesinos vagaban por el mundo buscandome a mi.
Al llegar a High Ridge House apague el motor y volvi la vista hacia la carretera que acababa de ascender. No se veian faros que subieran la montana.
Envolvi el escalpelo en un panuelo de papel y lo guarde en un bolsillo de la chaqueta para devolverlo al deposito. Luego recogi mis cosas y me dirigi al porche.
La casa estaba silenciosa como una iglesia en jueves. El salon y la cocina estaban desiertos y no me cruce con nadie de camino a la segunda planta. Detras de las puertas de las habitaciones que ocupaban McMahon y Ryan no se oian ronquidos ni crujidos de las tablas del suelo.
Acababa de quitarme la chaqueta cuando un suave golpe en la puerta me hizo dar un brinco.
– ?Si?
– Soy Ruby.
Su rostro estaba tenso y palido, el pelo mas brillante que una pagina de Vogue.
Cuando abri la puerta me entrego un sobre.
– Hoy llego esto para usted.
Eche un vistazo al remitente. Departamento de Antropologia, Universidad de Tennessee.
– Gracias.
Empece a cerrar la puerta pero ella alzo una mano.
– Hay algo que debe saber. Algo que debo decirle.
– Estoy muy cansada, Ruby.
– No fue un ladron quien estuvo en su habitacion. Fue Eli.
– ?Su sobrino?
– Eli no es mi sobrino.
Hizo una pausa.
– El Evangelio de san Mateo dice que aquel que abandonase a su esposa…
– ?Por que querria Eli registrar mis cosas?
No estaba de animo para soportar un discurso religioso.
– Mi esposo me abandono por otra mujer. Ella y Enoch tuvieron un hijo.
– ?Eli?
Ruby asintio.
– Desee que les pasaran cosas horribles. Desee que se quemaran en el fuego del infierno. Pense, si tu ojo te ofende, arrancalo. Y los arranque de mi vida.
Oi los ladridos apagados de Boyd.
– Cuando Enoch murio, Dios toco mi corazon. No juzgues y no seras juzgado; no condenes y no seras condenado; perdona y seras perdonado. -Suspiro profundamente-. La madre de Eli murio hace seis anos. El chico no tenia a nadie en el mundo de modo que me hice cargo de el.
Bajo la mirada y luego sus ojos volvieron a mi.
– Los enemigos de un hombre seran los de su propia familia. Eli me odia. Le divierte atormentarme. Sabe que estoy orgullosa de esta casa. Sabe que usted me cae bien. Solo queria atacarme a mi.
– Tal vez solo quiere que le presten atencion.