Echele un vistazo al chico, pense, pero no lo dije.
– Tal vez.
– Estoy segura de que se le pasara con el tiempo. Y no se preocupe por mis cosas. No se llevo nada. -Cambie de tema-. ?Hay alguien mas en la casa?
Sacudio la cabeza.
– Creo que el senor McMahon se marcho a Charlotte. No he visto al senor Ryan en todo el dia. Todos los demas huespedes ya se han marchado.
Boyd volvio a ladrar.
– ?La ha molestado Boyd?
– Ese perro ha estado intranquilo hoy. Necesita ejercicio. -Se aliso la falda-. Me voy a la iglesia. ?Quiere que le suba la cena antes de marcharme?
– Por favor.
El cerdo asado y el pastel de boniato de Ruby tuvieron un efecto sedante. Mientras comia, el panico que me habia lanzado a toda velocidad a traves de la penumbra del crepusculo habia dado paso a una soledad deprimente.
Recorde a la mujer en el telefono de Pete, me pregunte por que el hecho de escuchar aquella voz habia sido como una patada en el estomago. Puedo reconocer la somnolencia post coito cuando la oigo, ?y que? Pete y yo eramos adultos. Yo le habia dejado. Era libre para ver a quien le apeteciera.
No condenes y el te acunara.
Me pregunte que sentia realmente por Ryan. Sabia que era un cabron, pero al menos era un cabron atractivo y simpatico, aunque podria prescindir de su aficion por el tabaco. Era inteligente. Era divertido. Era terriblemente guapo, pero absolutamente inconsciente del efecto que causaba en las mujeres. Y le preocupaba la gente.
Mucha gente.
Como Danielle.
?Entonces por que habia sido el de Ryan uno de los primeros numeros que habia marcado? ?Era solo porque se encontraba cerca, o era algo mas que un colega, una persona en la que yo pensaria para que me protegiese o me confortase?
Recorde a Primrose y los remordimientos volvieron a aplastarme. Habia implicado a mi amiga en la investigacion y ahora estaba muerta. Yo habia hecho que la asesinaran. La culpa era terrible y estaba segura de que me acompanaria el resto de mi vida.
Basta. Lee la carta que te trajo Ruby. Te daran las gracias por la conferencia y diran que fue magnifica.
Asi fue. El sobre tambien contenia una copia del boletin interno editado por los estudiantes con una fotografia en la que apareciamos Simon Midkiff y yo. Decir que parecia tensa seria como decir que Olive Oyle era delgada.
Pero Simon Midkiff se habia llevado todos los aplausos. Estudie su rostro, preguntandome que habria pasado por su cabeza aquel dia. ?Le habian enviado para que me sonsacara informacion? ?Habia venido por iniciativa propia? Mis colegas cientificos asisten a menudo a las conferencias de los demas. ?Fue el quien me envio por fax la lista con los nombres en clave? Y si era asi, ?por que habria de divulgar su complicidad?
Mis elucubraciones fueron interrumpidas por un aullido agudo, seguido de otro.
Pobre Boyd. Era el unico ser en todo el planeta cuya lealtad jamas se tambaleaba y yo le ignoraba. Comprobe la hora. Las ocho y veinte. Habia tiempo para un rapido paseo antes de que Crowe llegase a las nueve.
Guarde el ordenador y el maletin bajo llave en el armario en caso de que a Eli se le ocurriese visitar nuevamente mi habitacion. Luego me puse la chaqueta, cogi la linterna y la correa y baje la escalera.
La noche se habia apoderado del paisaje acompanada de trillones de estrellas pero sin luna. Las luces del porche apenas conseguian disipar la oscuridad. Mientras atravesaba el prado mi sistema limbico comenzo a acribillarme a preguntas.
?Y si alguien esta vigilando?
?Quien? ?Eli el Adolescente Vengador?
?Y si la llamada no fuese la broma de un chalado?
No seas melodramatica, razone. Es el fin de semana despues de Halloween y los crios estan alegres y juguetones. Les has dejado mensajes a McMahon y Crowe.
?Y si no contestan?
La sheriff estara aqui dentro de cuarenta minutos.
Un merodeador podria estar alli fuera ahora mismo.
?Que podria pasar en compania de un chow-chow de treinta y cinco kilos?
Ese chow-chow de treinta y cinco kilos volvio a lanzar un aullido y cubri a la carrera los ultimos metros que me separaban de su alojamiento provisional. Al oir las pisadas que se acercaban, se irguio sobre las patas traseras y apoyo las delanteras en la valla metalica.
Cuando me reconocio, Boya parecio volverse loco, retrocedio y se lanzo a la carrera contra la valla. Lo repitio varias veces, como un hamster en su rueda, luego volvio a erguirse sobre las patas traseras, echo la cabeza hacia atras y comenzo a ladrar.
Le rasque las orejas y ate la correa al collar mientras le decia esas cosas que se les dicen a los perros. Casi me arrastra en su desesperado intento de carrera hacia la puerta.
– Solo iremos hasta el final de la propiedad -le adverti, senalandole con el dedo a la altura del morro.
Levanto la cabeza, movio las cejas y aullo una vez. Cuando levante el pestillo, dio un salto hacia fuera y corrio en circulos, haciendo que casi perdiera el equilibrio.
– Realmente envidio tu energia, Boyd.
Me lamio la cara mientras le desenredaba la correa de entre las patas, luego echamos a andar colina arriba. La luz del porche apenas alcanzaba a iluminar el borde del prado y, unos metros mas adelante, encendi la linterna. Boyd se detuvo y lanzo un grunido.
– Solo es una linterna, hombre.
Me agache y le acaricie el lomo. Giro la cabeza y me lamio la mano, luego dio media vuelta, ejecuto una pequena danza y apreto su cuerpo contra mis piernas.
Estaba a punto de reanudar la marcha cuando percibi que se ponia tenso. Bajo la cabeza, su respiracion cambio y un grunido sordo surgio de su garganta. No respondio a mi tacto.
– ?Que pasa?
Siguio grunendo.
– Otra ardilla muerta no.
Extendi la mano para acariciarle y comprobe que tenia los pelos del cuello erizados. Mala senal. Tire de la correa.
– Venga, volvemos a casa.
Pero no se movio.
– Boyd.
El grunido se volvio mas profundo y salvaje.
Dirigi la luz de la linterna hacia donde Boyd mantenia fija la mirada. El haz barrio los troncos de los arboles y fue engullido por las zonas de oscuridad que se extendian entre ellos.
Tire con mas fuerza de la correa. Boyd se movio hacia la izquierda y ladro. Apunte la linterna en esa direccion.
– Esto no es nada divertido, tio.
Entonces mis ojos percibieron una forma. ?O habia sido una jugarreta de las sombras? Cuando baje la vista para mirar a Boyd, lo que pensaba que habia visto se desvanecio. ?O no habria estado nunca alli?
– ?Quien esta ahi?
El miedo me atenazaba la voz.
Solo grillos y ranas. Un arbol caido apoyado contra otro que permanecia erguido crujio en el aire.
De pronto, oi un movimiento a mis espaldas. Pisadas. Crujido de hojas secas.
Boyd se volvio y lanzo mordiscos al aire, embistiendo todo lo que la correa le permitia.
– ?Quien esta ahi? -repeti.
Una silueta surgio de entre los arboles, mas densa que la noche que nos rodeaba. Boyd gruno y tiro de la correa. La forma oscura se movio hacia nosotros.