Me levante de un salto.
– ?Hattie, por Dios! ?Por que me pegas? -Estaba mas atonita que dolorida y las facciones de Hattie estaban desfiguradas por su propio dolor.
– -?Idiota! ?Como puede una chica tan inteligente ser tan idiota? ?Me preocupas tu! ?No yo! ?No tu madre! ?Eres tu quien me preocupa!
– ?Benedetta? -dijo una voz agitada proveniente del dormitorio de mi madre-. ?Benedetta!
– ?Mama? -Pase junto a Hattie hacia el cuarto de mi madre reaccionando como un piloto automatico. Abri la puerta y el perfume a rosas me lleno la nariz. Era abrumador, agresivo. De subito, estaba ansiosa. Presa del panico. Llegue a la ventana y la abri. El aire fresco de la noche movio las sedosas cortinas.
– ?Cierra esa ventana! -dijo mi madre-. ?Cierrala!
– Sshh, la dejo abierta. No hay nadie fuera. Calmate» -Respire mejor con el aire fresco-. Deja de preocuparte. Todo esta bien.
– -?Lavaste los platos? Lava los platos, Bennie.
– -Ya estan lavados.
– -Lava los platos, lava los platos.
– -Ya estan lavados. Lo ha hecho Hattie. -Fui hasta la cama y la cogi de la mano, que estaba debil y calida. Le aparte un mechon de la frente humeda.
– Lava los platos. Estan en la cocina.
– Hattie ya los ha lavado. Estan guardados. Estan limpios. ?Como te encuentras?
– Esta oscuro. -Trato de sentarse, luego se dejo caer sobre las almohadas-. Es tarde. Debes irte a casa. Vete a casa. Vete a casa.
– Estoy en casa. Hattie me dijo que hoy has tomado un poco de sopa. Eso esta muy bien.
– Esta oscuro. Esta oscuro. Lava los platos. Lava los platos. Dame un kleenex.
– ?Como estas? -Me sente en la cama, que crujio sonoramente. Otra cosa que no me dejaba cambiar- Necesitas un kleenex, olvidate de los kleenex. ?Que has comido hoy? ?Un poco de sopa?
1-Lo necesito. Lo necesito. Esta oscuro. -Levanto la voz hasta transformarse casi en un chillido de ansiedad-. Lo necesito. Lo necesito. Lo necesito.
– Muy bien, calmate. -Saque un panuelo de papel de la caja que habia en la mesilla de noche y ella lo agarro y lo arrugo y lo apreto como si fuera un corazon palpitante. Dentro de poco, lo haria trizas y luego se meteria los restos en los bolsillos de la bata. Lo que quedara lo esconderia bajo la manta y la almohada-. ?Ya estas mejor? ?Contenta con tu kleenex? -No podia evitar la irritacion en la voz. Gastaba cada dia un paquete de kleenex, aunque Hattie los compraba de tamano familiar. Los necesitabamos del tamano familia enloquecida.
– Leeme algo. Leeme. Leeme. Esta oscuro.
– De acuerdo. -Arrastre una silla hasta el borde de la cama, me quite los zapatos en la oscuridad y puse los pies sobre el travesano de la mesilla.
– -Lee, lee, lee.
– -Calma. Todo esta bien, mama. Calmate y lo hare. --No es que fuera a encender la luz ni que me molestara en coger un libro, no tenia sentido. Cada noche le contaba todo lo que me habia pasado ese dia. No tengo ni idea de por que lo hacia ni me enganaba a mi misma pensando que me comprendia. Simplemente se lo contaba como si se tratase de una novela, y entonces se calmaba y al rato empezaba a dormitar. Lo habia hecho cada noche desde que se volvio loca, que para mi era ya una fecha perdida en las brumas del pasado. Habia destrozado suficientes kleenex como para reforestar el noreste del Pacifico.
– Lee, lee, leeme algo. -Empezo a destrozar el kleenex-. Ahora, ahora, ahora.
– Pues hoy se entero de que su amado habia sido asesinado --dije, y conte toda la historia. Ella parloteaba sin escuchar nada de lo que le decia. Y, sinceramente, yo tampoco escuchaba lo que ella decia.
Estaba pensando en Hattie.
Mas tarde, de pie junto a Bear en medio de mi sala, escuchaba la voz preocupada de Sam en el contestador automatico. Habia llamado cinco veces para ver como estaba; sus mensajes se mezclaban con los de los periodistas, pero aun no podia contestarle. Debia analizar los destrozos causados por el huracan Azzic.
El apartamento estaba mas desordenado de lo que a mi me gustaba. Los libros habian sido sacados de las estanterias y tirados sobre la alfombra. El contenido de un cajon se encontraba sobre la mesita de cafe frente al televisor y habian robado algunos discos compactos. Los almohadones del sofa descansaban en el suelo junto al mando a distancia. Al menos los policias se habian dado suficiente mana para encontrarlo. Debia estar en el sofa. Siempre esta alli.
Pase sobre el basurero de la cocina con Bear a mis taIones. Cacerolas y sartenes se amontonaban por los rincones. Una caja abierta de cereales estaba volcada y los cajones de la cocina abiertos. El polvillo de deteccion de las huellas cubria los armarios y la mesa como carbonilla. ?Que buscaban? Mark nunca habia vivido aqui; siempre habia tenido su propia casa. ?Por que hacian esto? Por que podian.
Lo peor era el dormitorio. Me quede en la puerta mirando. Me habian hecho trizas la ropa de cama y el colchon dejaba al descubierto una vieja mancha menstrual del tamano de un higado de ternera. Santo cielo Imagine a los policias haciendo bromas.
Me abalance sobre la comoda. El cajon de mi ropa interior estaba revuelto, invadido por manos desconocidas. Faltaban mis fotos de Mark, asi como sus viejas cartas de amor y las tarjetas del dia de San Valentin. Lo mismo le habia sucedido a mi diafragma. Fantastico. Prueba A. Tambien habian revisado los otros cajones. Los jerseis se mezclaban con las camisetas. Las bragas con las medias, la mitad por el suelo. Habian desechado mi equipo de remo.
Cruce sobre los despojos hasta el armario, donde sucedia lo mismo. Los vestidos estaban desordenados, hasta los de seda terminaron por el suelo. Los zapatos formaban un monton. Era una pesadilla, hasta para alguien desordenado como yo.
Respire hondo, me quite los zapatos y entre en el bano. Un tarro hidratante Lancome estaba abierto, la crema habia sido presionada por un dedo gigantesco y el tubo de dentifrico estaba despanzurrado. La puerta del armario de primeros auxilios estaba abierta; habian revisado todos los frascos de aspirinas y las cajas de pildoras.
Me sente sobre la tapa del inodoro y saque los papeles de mi chaqueta; una orden de registro, una lista de lo confiscado y un acta notarial. Habia visto actas notariales como esta en los viejos tiempos. Ahora estaban encabezadas con mi nombre.
Bear se sento en las frias baldosas y levanto sus ojos interrogantes, de modo que lei en voz alta:
– «Cartas y correspondencia, ordenador personal y disquetes, material de oficina, archivos de facturas caseras y cosas por el estilo, prendas de vestir». -Supuse que esto ultimo se referia a la ropa que me habia puesto el dia de la muerte de Mark. Para buscar muestras de fibras. Tambien toda la ropa sucia, ya que a la policia le encantaba como prueba y tambien por su poder de intimidacion. Mostrar tu ropa sucia, literalmente.
La lista continuaba:
– «Zapatos y zapatillas, abrigos de invierno y de entretiempo y ciertos articulos de joyeria como se especifica a continuacion…». -Y seguia el inventario de todas mis joyas, la mayoria de las cuales pertenecian a mi madre. Hasta habian requisado su anillo de compromiso, un diamante regalado por un hombre que no se habia quedado para la boda.
– Malditos sean -masculle, y arroje el documento al suelo del lavabo, donde aterrizo al lado de una gran mancha negruzca.
Mas polvillo para huellas. Segui la mancha hasta la banera, donde los policias habian buscado mas huellas y posiblemente muestras de mi cabello y de mi vello publico. Que maravilla. En ese momento, la policia sabia mas que yo de mi sistema reproductor. Apoye el menton en una mano. El pensador en medio del caos.
Bear se me acerco, dio media vuelta y poso su pesada cabeza sobre mis pies. Luego echo la cabeza hacia atras y me sonrio casi boca abajo. Que perra. Un dia se daria cuenta de que es mas facil mirar a alguien frente a frente. Le rasque el mechon de piel de detras de las orejas y se echo mimosa en el suelo, con la cabeza entre las patas y estirando el cuerpo como una alfombra de ducha. Solo sus ojos seguian fijos en mi preguntando: «?Vas a poner orden de una vez o vas a sentir lastima de ti misma?».
– De acuerdo, voy a poner un poco de orden.
Satisfecha, Bear cerro los ojos.