– Sabia que le habia visto antes. Luther siempre me mostraba fotos suyas. Es mucho mas bonita que en las fotos.
– Muchas gracias.
– No se en que estoy pensando -dijo la anciana al tiempo que abria la puerta-. Debe estar muerta de frio. Por favor, pase.
Edwina la guio hasta una pequena sala de estar donde un trio de gatos dormian en diversos muebles.
– Acabo de preparar te. ?Quiere una taza?
Kate vacilo. Tenia poco tiempo. Entonces miro el reducido confin de la casa. En un rincon habia un viejo piano vertical cubierto de polvo. Kate se fijo en los ojos cansados de la mujer; ya no podia disfrutar del pasatiempo musical. Su marido habia muerto hacia anos, su hija se habia suicidado. ?Cuantos venian a visitarla?
– Si, muchas gracias.
Las dos mujeres se instalaron en el viejo pero comodo sofa. Kate probo el te fuerte y comenzo a animarse. Se aparto el pelo de la cara y miro a la anciana que la observaba con una expresion de pena.
– Lamento mucho lo de su padre, Kate. Se lo juro. Se que ustedes dos tenian sus diferencias. Pero Luther era el hombre mas bueno que conoci en toda mi vida.
– Muchas gracias.
La mirada de Edwina se poso en una mesa pequena junto a la ventana. Kate siguio la mirada. Sobre la mesa habia muchas fotos de Wanda Broome que formaban un relicario; la mostraban en sus momentos mas felices. Se parecia mucho a la madre.
Un relicario. Sorprendida, Kate recordo la coleccion de fotos de sus triunfos que habia guardado Luther.
– Senora Broome, lamento ser brusca pero no dispongo de mucho tiempo -dijo Kate mientras dejaba la taza.
– Se trata de la muerte de Luther y de mi hija, ?no es asi? -pregunto Edwina que adelanto expectante el cuerpo.
– ?Por que lo dice? -replico Kate, sorprendida.
Edwina se inclino todavia mas, su voz se convirtio en un susurro. -Porque se que Luther no mato a la senora Sullivan. Lo se como si lo hubiera visto con mis propios ojos.
– ?Tiene usted alguna idea…? -comenzo a preguntar Kate intrigada, pero se interrumpio al ver que Edwina sacudia la cabeza.
– No, no la tengo.
– Entonces, ?como sabe que mi padre no lo hizo?
Esta vez la anciana hizo una pausa para pensar. Se apoyo en el respaldo y cerro los ojos. Cuando los abrio, Kate seguia sin mover un musculo.
– Es la hija de Luther y creo que tiene derecho a saber la verdad. -Bebio un trago de te y se seco los labios con una servilleta. Un gato persa negro salto sobre su falda y en un segundo se quedo dormido.
– Conocia a su padre. Me refiero a su pasado. El y Wanda se conocieron. Ella se metio en problemas hace anos y Luther la ayudo, la ayudo a recuperarse y a llevar una vida decente. Le estare agradecida por el resto de mi vida. Cada vez que Wanda o yo necesitabamos algo, el estaba disponible. El hecho es, Kate, que su padre no habria puesto el pie en aquella casa de no haber sido por Wanda.
Edwina hablo durante unos minutos. Cuando acabo, Kate se dio cuenta de que contenia el aliento. Lo solto con un ruido que resono en la habitacion.
La anciana no dijo nada sino que miro a la joven con su mirada triste. Por fin se movio. Con una mano arrugada palmeo la rodilla de Kate.
– Luther la queria, hija mia. Mas que a nada en el mundo.
– Lo se.
– El nunca la culpo por lo que sentia -anadio Edwina que movio la cabeza apesadumbrada-. Decia que estaba en todo su derecho de sentirse asi.
– ?El dijo eso?
– En efecto. Se sentia tan orgulloso de usted, de que fuera abogada y de sus meritos. Siempre me decia: «Mi hija es abogada, y muy buena por cierto. La justicia es lo unico que le interesa y tiene razon, toda la razon del mundo».
Kate noto que se mareaba. Sentia emociones para las que no estaba preparada. Se masajeo la nuca y se tomo un momento para mirar a traves de la ventana. Un coche negro paso por la calle y desaparecio. Una vez mas volvio la atencion a Edwina.
– Senora Broome, aprecio que me diga todas estas cosas. Pero mi visita obedece a una razon concreta. Necesito su ayuda.
– Hare lo que sea.
– Mi padre le envio un paquete.
– Si. Y se lo envie al senor Graham, como me dijo Luther.
– Si, lo se. Jack recibio el paquete. Pero alguien… alguien se lo quito. Ahora nos preguntamos si mi padre le envio otra cosa, algo que pueda ayudarnos.
Los ojos de Edwina ya no parecian tristes. Ahora brillaban con fuerza. Miro a Kate.
– Detras suyo, Kate, en la banqueta del piano. En el libro de himnos de la izquierda.
Kate levanto la tapa de la banqueta y saco el libro de himnos. Habia un paquete oculto entre las paginas. Lo miro.
– Luther era el hombre mas precavido que he conocido. Dijo que si pasaba cualquier cosa con el envio del primer paquete, le enviara este al senor Graham. Estaba a punto en enviarlo cuando me entere de lo ocurrido por la television. ?Tengo razon al creer que el senor Graham no hizo ninguna de esas cosas?
– Ojala todo el mundo creyera lo mismo -dijo Kate.
La joven se dispuso a abrir el paquete, pero se detuvo al escuchar la voz aguda de Edwina.
– No lo abra, Kate. Su padre dijo que solo el senor Graham debia ver lo que guarda. Solo el. Creo que es mejor obedecer su voluntad.
Kate vacilo. Le costo vencer la curiosidad pero cerro el paquete.
– ?Le dijo alguna otra cosa? ?Sabia quien mato a Christine Sullivan?
– Lo sabia.
– ?Pero no le dijo quien? -Kate miro a la anciana, que sacudio la cabeza con mucho vigor.
– Sin embargo me dijo una cosa.
– ?Que le dijo?
– Que si me decia quien lo habia hecho no le creeria.
Kate volvio a sentarse y penso a toda maquina.
– ?Que quiso decir con eso?
– A mi me sorprendio mucho, se lo juro.
– ?Por que? ?Por que se sorprendio?
– Porque Luther era el hombre mas sincero que he conocido. Cualquier cosa que me hubiera dicho la habria creido. Para mi todo lo que me decia iba a misa.
– Por lo tanto, la persona que vio debio ser alguien tan por encima de toda sospecha que incluso a usted le hubiera parecido increible.
– Asi es. Eso es lo que pense.
– Muchas gracias, senora Broome. -Kate se levanto.
– Por favor, llameme Edwina. Es un nombre curioso pero es el unico que tengo.
– Despues de que acabe todo esto, Edwina, me gustaria volver a visitarla si no le importa. Hablar un poco mas de las cosas.
– Estare encantada. Ser vieja tiene cosas buenas y malas. Ser vieja y estar sola es muy malo.
Kate se puso el abrigo y camino hacia la puerta. Guardo el paquete en el bolso.
– Eso facilitara la busqueda, ?no le parece, Kate?
– ?Que? -pregunto Kate.
– Buscar a alguien tan inverosimil. Que yo sepa no abundan mucho esa clase de personajes.
El guardia de seguridad del hospital era alto, corpulento y ahora estaba rojo de verguenza.