de la ley, o al menos en los campos donde mas se ganaba. Muchos procedian de otras grandes firmas, cautivados por los beneficios y las promesas de que no se escatimaria ni un solo dolar a la hora de captar clientes.

Tres de los socios mayores habian pasado a ocupar cargos importantes en el gobierno. La firma les habia pagado indemnizaciones superiores a los dos millones de dolares a cada uno, con el acuerdo tacito de que despues de su pase por el gobierno volverian al trabajo trayendo con ellos decenas de millones de dolares en asuntos legales conseguidos de los nuevos contactos.

La regla no escrita, pero firmemente cumplida, de la firma era que no se aceptaba a ningun cliente con una facturacion inferior a los cien mil dolares. Menos, habia decidido el comite de gerencia, seria una perdida de tiempo. No habian tenido problemas para cumplirla y florecer. En la capital de la nacion, la gente buscaba lo mejor y no les importaba pagar por el privilegio.

La firma solo habia hecho una excepcion a la regla, y por una de esas ironias habia sido por el unico cliente que tenia Jack ademas de Baldwin. Se prometio que pondria a prueba la regla con mas frecuencia. Si tenia que estar aqui, lo seria con sus propias condiciones hasta donde fuera posible. Era consciente de que sus victorias serian pequenas al principio, pero eso no le preocupaba.

Se sento en su sillon, quito la tapa al vaso de cafe y echo una ojeada al Post. Patton, Shaw amp; Lord tenia cinco cocinas y tres mayordomos con sus propios ordenadores. En la firma se consumian unas quinientas cafeteras al dia, pero Jack compraba el suyo en el pequeno bar de la esquina porque no soportaba el cafe que empleaban aqui. Era una mezcla especial importada, costaba una fortuna y sabia a tierra mezclada con algas marinas.

Se balanceo en el sillon y echo una mirada al despacho. No estaba mal para un asociado, unos cuatro metros por cuatro y una bonita vista a la avenida Connecticut.

En el servicio del defensor publico, Jack habia compartido la oficina con otro abogado y no tenia ventana, solo un poster gigante de una playa hawaiana que el habia clavado una manana muy fria y desagradable. A Jack le gustaba mas el cafe del servicio.

Cuando le hicieran socio tendria un despacho nuevo, el doble de grande; quiza no en una esquina, todavia no, pero no tardaria en llegar. Gracias a la cuenta, Baldwin era el cuarto en la lista de los que mas trabajo aportaban a la firma. Ademas, los tres primeros tenian mas de cincuenta anos y miraban mas hacia los campos de golf que al interior de sus despachos. Miro su reloj. Era hora de ganarse los garbanzos.

El era casi siempre uno de los primeros en llegar, pero no tardarian mucho en aparecer todos los demas. Patton, Shaw pagaban los mejores sueldos de Nueva York dentro del ramo, y por ese dinero esperaban grandes esfuerzos. Los clientes eran gigantes y sus demandas legales tenian el mismo tamano. Cometer un error podia significar que un contrato de defensa de cuatro mil millones de dolares se fuera al demonio o una ciudad se declarara en quiebra.

Todos los asociados y pasantes que conocia en la firma tenian problemas estomacales; una cuarta parte de ellos estaban sometidos a algun tipo de terapia. Cada dia, Jack contemplaba los rostros palidos y los cuerpos fofos mientras desfilaban por los pasillos inmaculados de PS amp;L cargados con el peso de alguna tarea legal herculea. Esa era la contrapartida de los emolumentos que los colocaban entre el cinco por ciento de los profesionales mejor pagados del pais.

El era el unico entre todos ellos que ya tenia la condicion de socio en el bolsillo. El control de los clientes era el gran igualador en la abogacia. Solo llevaba un ano en Patton, Shaw como un abogado de empresa bisono, y sin embargo le trataban con el respeto debido a los miembros mas antiguos y experimentados de la firma.

Todo esto le hubiese hecho sentirse culpable y poco digno de no haber sido que se sentia igual de mal respecto al resto de su vida.

Se comio el ultimo donut minusculo, coloco el sillon en posicion normal y abrio un expediente. El trabajo de empresa era bastante monotono y dados sus pocos conocimientos del tema no le tocaban los temas mas importantes. La jornada de trabajo consistia en repasar contratos de alquiler, aperturas de negocios, estatutos de sociedades de responsabilidad limitada, acuerdos y otros asuntos, y las jornadas se hacian cada vez mas largas, pero el aprendia rapido; debia hacerlo para sobrevivir, aqui sus habilidades para el debate no le servian casi de nada.

La firma no se ocupaba de litigios; preferia encargarse de asuntos empresariales e impositivos, que eran mas duraderos y rentables. Si surgia algun pleito lo traspasaban a un grupo de bufetes selectos especializados en litigios, que a su vez pasaban a Patton, Shaw cualquier asunto que no era de los que ellos atendian. Era un arreglo que funcionaba de maravilla desde hacia anos.

A mediodia, Jack habia vaciado la bandeja de asuntos pendientes, dictado tres contratos y un par de cartas y atendido cuatro llamadas de Jennifer para recordarle que esa noche asistirian a una recepcion en la Casa Blanca.

Alguna organizacion habia escogido a su padre como empresario del ano y decia mucho del estrecho vinculo del presidente con la gran empresa el hecho de que esta eleccion fuese motivo de una fiesta en la Casa Blanca. Pero al menos Jack veria al hombre de cerca. Conocerlo ya era otra cosa, aunque nunca se sabia.

– ?Tienes un minuto? -Barry Alvis asomo la cabeza por la puerta. Era un asociado senior; esto significaba que el le habia pasado en el ascenso a socio en mas de tres ocasiones y que de hecho nunca daria el siguiente paso. Trabajador brillante, era un abogado que cualquier firma habria deseado tener. Sin embargo, no era un pelota y, por lo tanto, su capacidad para aportar nuevos clientes era nula. Ganaba ciento sesenta mil dolares al ano, y otros veinte mil en primas. Su esposa no trabajaba, sus hijos iban a colegios privados, conducia un Beemer, no se esperaba que generara negocios y no tenia motivos de queja.

Como abogado con mucha experiencia y diez anos de trabajo de alto nivel a las espaldas, era logico suponer que estaria resentido con Jack Graham, y lo estaba.

Jack le invito a pasar. Sabia que no le caia bien a Alvis, comprendia los motivos y no se lo reprochaba. Estaba dispuesto a soportar las envidias de los mejores, pero no dejaria que le pisotearan.

– Jack, hay que ocuparse ya de la fusion Bishop.

Jack se quedo en blanco. Aquel asunto, una autentica pesadez, estaba muerto y enterrado, o al menos era lo que el creia. Le temblaban las manos cuando cogio un bloc.

– Pensaba que Raymond Bishop no queria acostarse con tcc.

Alvis se sento, dejo el expediente de treinta centimetros de grosor sobre la mesa de Jack y se reclino en la silla.

– Los acuerdos mueren, y despues resucitan para atormentarnos. Necesitamos tus comentarios sobre los documentos de financiacion secundaria para manana por la tarde.

– Son catorce acuerdos y mas de quinientas paginas, Barry. -Jack casi solto la estilografica-. ?Cuando te has enterado de esto?

Alvis se levanto y Jack vio la sombra de una sonrisa en el rostro del visitante.

– Quince acuerdos, y el numero correcto de paginas es seiscientas trece, a un espacio, y sin contar las exposiciones. Gracias, Jack. La empresa te estara muy agradecida. -Se volvio-. Ah, por cierto, que te lo pases bien esta noche con el presidente, y saluda a la senora Baldwin de mi parte.

Alvis salio del despacho.

Jack miro el expediente que tenia delante y se masajeo las sienes. Se pregunto desde cuando el muy cabrito sabia que el asunto Bishop habia resucitado. Algo le decia que no habia sido esta manana.

Miro la hora. Llamo a la secretaria, cancelo todos los compromisos para el resto del dia, recogio los cuatro kilos de documentos y se fue a la sala de conferencias numero nueve, la mas pequena y aislada de todas, donde podia esconderse y trabajar en paz. Trabajaria seis horas, iria a comer algo, volveria, trabajaria toda la noche, tomaria un bano turco, se ducharia y afeitaria aqui, acabaria los comentarios y los tendria sobre la mesa de Alvis a las tres, o como mucho a las cuatro. Hijo de puta.

Seis acuerdos mas tarde, Jack comio la ultima patata, acabo la Coca-Cola, se puso la chaqueta y bajo a pie los diez tramos de escalera hasta el vestibulo.

El taxi lo dejo en la puerta de su casa. Se quedo de una pieza.

El Jaguar estaba aparcado delante de su edificio. La matricula privada success [Exito] le informo que su futura esposa le esperaba en el apartamento. Estaria enfadada. Nunca venia al apartamento a menos que estuviese enfadada con el por algun motivo y queria hacerselo saber.

Miro la hora. Estaba un poco retrasado, pero tenia tiempo. Abrio la puerta mientras se tocaba la barbilla; quiza podia pasar sin afeitarse. La vio sentada en el sofa que habia cubierto primero con una sabana. Estaba

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