– ?Piensalo! Tendria que admitir el robo para justificar su presencia en el lugar. ?Te lo imaginas intentando aparecer en las noticias de la noche con esa historia? Lo encerrarian en el psiquiatrico en menos que canta un gallo. -El presidente sacudio la cabeza-. Estoy a salvo. Ese tipo no puede tocarme, Gloria. Ni en un millon de anos.
Habian planeado una estrategia en la limusina durante el viaje de regreso a la ciudad. La posicion seria sencilla: una negativa categorica. Dejarian que el absurdo de la acusacion, si se concretaba, trabajara para ellos. Y era una historia absurda a pesar de ser la pura verdad. La comprension de la Casa Blanca por el pobre y desequilibrado ladron y su avergonzada familia.
Desde luego habia otra posibilidad, pero Russell habia escogido no comentarla con el presidente en estos momentos. De hecho, habia llegado a la conclusion de que era la mas probable. En realidad era la unica cosa que le permitia funcionar.
– Cosa mas extranas han pasado. -Ella le miro.
– Limpiaron el lugar, ?no? No dejaron nada, excepto a ella, ?no es asi? -Habia una nota de nerviosismo en la voz del presidente.
– Asi es. -Russell se humedecio los labios. El presidente no sabia que el abrecartas con sus huellas y la sangre estaba ahora en poder del ladron. Abandono la silla y comenzo a pasearse arriba y abajo-. Desde luego, no puedo garantizar nada sobre rastros de contactos sexuales. Pero, en cualquier caso, no podrian relacionarlos contigo.
– Caray, ni siquiera recuerdo si lo hicimos o no. Aunque tengo la sensacion de que lo hice.
Russell sonrio al escuchar el comentario. El presidente la miro. -?Que hay de Burton y Collin?
– ?Que pasa con ellos?
– ?Has hablado con los dos? -El mensaje del presidente estaba claro.
– Tienen tanto que perder como tu, ?no crees, Alan?
– Como nosotros. Gloria, como nosotros. -El se arreglo la corbata delante del espejo-. ?Alguna pista de nuestro fisgon?
– Todavia no; estan investigando la matricula.
– ?Cuando crees que notaran su ausencia?
– Con el calor que ha hecho hoy, espero que muy pronto.
– Muy gracioso, Gloria.
– La echaran de menos, haran averiguaciones. Llamaran al marido, iran a la casa. Al dia siguiente, quiza dos, tres como maximo.
– Y entonces la policia comenzara a investigar.
– No podemos hacer nada al respecto.
– Pero no les perderas de vista ?verdad? -Una sombra de preocupacion paso fugaz por el rostro del politico mientras repasaba rapidamente las posibilidades. ?Se habia follado a Christy Sullivan? Esperaba que si. Asi al menos habria aprovechado algo de aquella noche desastrosa.
– Todo lo que podamos sin despertar demasiadas sospechas.
– Eso es facil. Puedes decir que Walter Sullivan es gran amigo mio ademas de aliado politico. Es logico que tenga un interes personal en el caso. Piensa las cosas a fondo, Gloria, para eso te pago.
«Y tu te acostabas con su esposa -penso Gloria-. Vaya amigo.»
– Ya habia pensado en ello, Alan.
Russell encendio un cigarrillo y solto el humo poco a poco. No estaba mal. Tenia que mantenerse por delante de el en este caso. Solo un paso adelante y ella estaria segura. No seria facil; el era listo, pero tambien arrogante. Las personas arrogantes por lo general sobrestiman sus capacidades y minusvaloran las de todos los demas.
– ?Alguien sabia que iba a reunirse contigo?
– Pienso que podemos confiar en que fuera discreta, Gloria. Christy no tenia mucho en la cabeza, sus dones estaban un poco mas abajo, pero entendia de cuestiones economicas. -El presidente le guino el ojo a la jefa del gabinete-. Arriesgaba perder ochocientos millones de dolares si el marido se enteraba de que le ponia los cuernos, incluso con el presidente.
Russell sabia de los extranos habitos de Walter Sullivan, habia visto el sillon y el espejo, pero ?quien sabia cual hubiese su reaccion ante algun encuentro que el no hubiera presenciado? Gracias a Dios, Sullivan no era el que habia estado sentado alli, en medio de la oscuridad.
– Te avise, Alan, de que algun dia tus pequenas aventuras acabarian metiendonos en lios.
Richmond miro a Russell con una expresion desilusionada.
– Escucha, ?crees que soy el primer tipo en este cargo que se busca algun apano? No seas tan ingenua, Gloria. Al menos soy muchisimo mas discreto que algunos de mis predecesores. Asumo las responsabilidades del cargo… y tambien las ventajas. ?Esta claro?
– Clarisimo. -Russell se masajeo la nuca.
– En cuanto a ese tipo… bueno, no puede hacer nada.
– Solo hace falta un soplo para derrumbar un castillo de naipes. -?Si? Hay un monton de gente viviendo en ese castillo. No lo olvides.
– No lo olvido, jefe.
Llamaron a la puerta. El ayudante de Russell asomo la cabeza. -Cinco minutos, senor. -El presidente asintio y le despidio con un ademan.
– Todo cronometrado para esta funcion.
– Ransome Baldwin hizo un gran aporte a la campana, lo mismo que todos sus amigos.
– No hace falta que me recuerdes mis deudas politicas, carino.
Russell se acerco al presidente. Le cogio del brazo sano y le miro atentamente. En la mejilla izquierda tenia una pequena cicatriz. Recuerdo de un trozo de metralla durante su paso por el ejercito al final de la guerra de Vietnam. A medida que despegaba su carrera politica, la opinion femenina era que aquella diminuta imperfeccion realzaba su atractivo. Russell miro la cicatriz.
– Alan, hare lo que sea para proteger tus intereses. Saldras de esta, pero debemos trabajar juntos. Somos un equipo, Alan, un equipo de cojones. No podran con nosotros, si trabajamos unidos.
El presidente la miro por un instante, y despues la recompenso con la misma sonrisa de rutina que acompanaba los titulares de primera plana. Le dio un beso en la mejilla, la estrecho contra el y Russell le devolvio el abrazo.
– Te quiero, Gloria. Eres magnifica. -Recogio el discurso-. Hora de salir a escena. -Dio media vuelta y se dirigio a la puerta.
Russell contemplo los hombros anchos, se paso la mano por la mejilla y le siguio.
Jack admiro la recargada elegancia del inmenso salon del ala Este. El lugar estaba lleno con algunos de los hombres y mujeres mas poderosos de la nacion A su alrededor se desarrollaba un intenso juego de intereses y el no podia hacer otra cosa que mirar boquiabierto. Vio a su prometida al otro lado del salon. Tenia arrinconado a un congresista de uno de los estados occidentales; sin duda intentaba conseguir la ayuda del buen legislador para defender los derechos riberenos de la empresa Baldwin.
Su prometida dedicaba mucho tiempo a relacionarse con los poseedores del poder en todos los niveles, desde comisionados de los condados a presidentes de los comites del Senado. Jennifer alimentaba los egos adecuados, untaba las manos convenientes y se aseguraba de que todos los actores importantes estuviesen en su lugar cuando la empresa Baldwin queria conseguir otro negocio gigantesco. La compania de su padre habia duplicado el capital en los ultimos cinco anos y en buena parte habia sido gracias a su cometido. En realidad, ?habia algun hombre a salvo de ella?
Ransome Baldwin, un hombre de un metro noventa y dos de estatura, pelo blanco y voz de baritono, hacia la ronda, repartiendo fuertes apretones de mano entre los politicos que ya poseia y cortejando a los pocos que todavia no tenia.
La ceremonia de entrega habia sido muy breve. Jack miro la hora. Dentro de poco tendria que regresar al despacho. En el trayecto, Jennifer habia mencionado una fiesta privada en el hotel Willard a partir de la once. Se rasco la barbilla. Vaya mala suerte.
Estaba a punto de ir a buscar a Jennifer para explicarle las razones de su marcha, cuando el presidente se acerco a ella en compania del padre, y al cabo de un instante los tres vinieron hacia el.