Jack dejo la copa y carraspeo para tener la voz clara y no quedar como un idiota cuando le tocara hablar. Jennifer y el padre conversaban con el presidente como amigos de toda la vida. Reian, comentaban, se tocaban como si el fuese el primo llegado del campo. Pero el no era un primo, era el presidente de Estados Unidos, joder.

– ?Asi que usted es el afortunado? -La sonrisa del presidente era amable. Se estrecharon las manos. Era tan alto como Jack, y este admiro que se mantuviera en tan buen estado fisico con un trabajo como el suyo.

– Jack Graham, senor presidente. Es un honor conocerle, senor.

– Tengo la impresion de que ya le conozco, Jack. Jennifer me ha hablado mucho de usted. Casi todo bueno. -Volvio a sonreir.

– Jack es socio en Patton, Shaw amp; Lord. -Jennifer mantenia el brazo entrelazado con el del presidente. Miro a Jack con una sonrisa encantadora.

– Bueno, socio todavia no, Jenn.

– Es solo cuestion de tiempo -trono la voz de Ransome Baldwin-. Con las empresas Baldwin como cliente, tu eres el que fija el precio con cualquier firma del pais. No lo olvides. No permitas que Sandy Lord te engane.

– Hagale caso, Jack. La voz de la experiencia. -Richmond levanto la copa y despues aparto el brazo bruscamente en un gesto involuntario. Jennifer se tambaleo al quedarse sin apoyo.

– Perdona, Jennifer. Demasiado tenis. Vuelvo a tener problemas con este maldito brazo. Ransome, por lo que se ve te has conseguido un magnifico protege.

– Mas le vale. Tendra que luchar con mi hija por el imperio. Quiza Jack pueda hacer de reina y Jenn ser el rey. ?Que os parece como igualdad de derechos? -Ransome solto una carcajada a la que se sumaron los demas.

– Solo soy un abogado, Baldwin -senalo Jack, un poco picado-. No busco ocupar un trono vacio. Hay otras cosas que hacer en la vida.

Jack cogio la copa. Esto no funcionaba como habia deseado. Estaba a la defensiva. Jack mordio un cubito. Se pregunto que pensaba en realidad Ransome Baldwin de su futuro yerno. ?Ahora mismo? La verdad era que a Jack le traia al fresco.

Ransome dejo de reir y le miro. Jennifer ladeo la cabeza de la manera que acostumbraba cuando el decia algo inconveniente, que era la mayoria de las veces. El presidente los miro a los tres, sonrio y se disculpo. Se dirigio a un rincon donde estaba una mujer.

Jack le observo alejarse. Conocia a la mujer por la television, la habia visto defendiendo la postura del presidente en mil y un asuntos. Gloria Russell no parecia muy contenta en este momento, pero con todas las crisis en el mundo, sin duda la alegria era un bien escaso en su trabajo.

Esta fue una reflexion posterior. Jack habia conocido al presidente, le habia dado la mano. Le habia deseado que mejorara del brazo. Aprovecho el momento a solas con Jennifer para disculparse. Ella no oculto su disgusto.

– Esto es algo inaceptable, Jack. ?Te das cuenta de lo importante que es esta noche para papa?

– Eh, para el carro. Soy un trabajador, ?sabes? Cobrare las horas.

– ?Eso es ridiculo! Y tu lo sabes. Nadie de esa firma puede pedirte semejante cosa, y mucho menos un don nadie de asociado.

– Jenn, no es para tanto. Me lo he pasado muy bien. Tu papa ya tiene su premio. Ahora tengo que volver al trabajo. Alvis no es mal tipo. Me maltrata un poco, pero trabaja tanto o mas que yo. Ya sabes como es eso.

– No me parece justo, Jack. Me plantea un inconveniente.

– Jenn, es mi trabajo. A mi no me preocupa, asi que tu no te preocupes Te vere manana. Cogere un taxi.

– Papa se llevara una desilusion.

– Tu padre ni siquiera se dara cuenta. Eh, tomate un copa a mi salud. Y no te olvides de lo que dijiste para mas tarde. Te tomo la palabra, quiza por una vez podriamos hacerlo en mi casa.

Ella dejo que la besara. Pero en cuanto Jack se marcho fue en busca de su padre hecha una furia.

5

Kate Whitney dejo el coche en el aparcamiento de su edificio. La bolsa de la compra le golpeo una pierna, y el maletin cargado hasta los topes en la otra mientras subia los cuatro pisos por las escaleras. Las casas con alquileres a su alcance tenian ascensor, pero no de los que funcionaban siempre.

Se cambio la ropa de calle por otra deportiva, escucho los mensajes del contestador y volvio a salir. Hizo los ejercicios de calentamiento delante de la estatua de Ulysses S. Grant y comenzo a correr.

Se dirigio al oeste. Paso por el Museo Aereo y Espacial, y despues por el castillo del Smithsoniano que, con las torres, las almenas y el estilo de la arquitectura italiana del siglo xii, parecia mas que nada la casa de un cientifico loco. Las zancadas elasticas y ritmicas la llevaron a traves del Mall por su parte mas ancha y dio dos veces la vuelta al monumento a Washington.

Ahora respiraba un poco mas rapido; el sudor comenzaba a traspasar la camiseta y manchar la sudadera de Georgetown Law que llevaba. La multitud era cada vez mayor a medida que avanzaba por las orillas del Tidal Basin. El inicio del otono habia traido a miles de personas en aviones, autocares y coches de todos los puntos del pais dispuestas a visitar la capital sin el agobio de los miles de turistas veraniegos y el calor infame de Washington.

En el momento en que se desviaba para esquivar a un nino choco con otro corredor que avanzaba en direccion contraria. Cayeron al suelo en un revoltijo de piernas y brazos.

– Mierda. -El hombre rodo sobre si mismo y se levanto de un salto. Kate se incorporo a medias, le miro, dispuesta a disculparse, y entonces volvio a sentarse con todo el peso. Durante unos instantes ambos permanecieron en silencio mientras a su lado desfilaban familias de Arkansas e Iowa cargadas con camaras fotograficas.

– Hola, Kate. -Jack le tendio una mano y la ayudo a llegar hasta uno de los cerezos pelados que rodeaban el Tidal Basin. El monumento a Jefferson se veia grande e imponente al otro lado del agua en calma, la elevada silueta del tercer presidente de la nacion claramente visible en el interior de la rotonda.

El tobillo de Kate estaba cada vez mas hinchado. Se quito la zapatilla y el calcetin y comenzo a masajearlo.

– Pensaba que ya no tenias tiempo para correr, Jack.

Ella le echo una ojeada: ni sombra de calvicie, nada de barriga, ni una arruga en el rostro. El tiempo no pasaba para Jack Graham. Tenia que admitirlo, estaba guapisimo. Ella, en cambio, estaba hecha unos zorros.

Se maldijo por no haberse cortado el pelo y despues volvio a maldecirse por pensarlo. Una gota de sudor le corrio por la nariz, y se la quito de un manotazo.

– Lo mismo pensaba de ti. Creia que a los fiscales no les dejaban irse a casa antes de medianoche. ?Escaqueandote?

– Asi es. -Ella se froto el tobillo, que le dolia de verdad. Jack noto su dolor, se agacho y le cogio el pie. Kate se aparto con una mueca.

– Recuerda que casi me ganaba la vida haciendo esto y tu eras mi unica y mejor cliente. Nunca he visto a una mujer con los tobillos tan fragiles; en cambio, el resto se ve muy saludable.

Ella se relajo, le dejo trabajar con el tobillo y despues con el pie, y no tardo en darse cuenta de que el no habia perdido el toque. ?Que habia querido decir con eso de «tan saludable»? Fruncio el entrecejo. Despues de todo, ella le habia dejado. Y habia tenido toda la razon al hacerlo. ?No?

– Me entere de tu ingreso en Patton, Shaw. Felicidades.

– Chorradas. Aceptan a cualquier abogado con un cliente multimillonario. -Jack sonrio.

– Si. Tambien lei en el periodico la noticia de tu compromiso. Otra vez felicidades. -Esta vez el no sonrio. Ella se pregunto por que. Jack se encargo de ponerle el calcetin y la zapatilla.

– No podras correr durante un par de dias, esta muy hinchado. Tengo el coche aqui mismo. Te llevare.

– Cogere un taxi.

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