– ?Prefieres a un taxista de Washington antes que a mi? -Simulo ofenderse-. Ademas, no veo ningun bolsillo. ?Piensas negociar una carrera gratis? Te deseo buena suerte.
Kate se miro los pantalones cortos. Llevaba la llave en el calcetin. El habia visto el bulto. Jack sonrio ante su dilema. Con los labios apretados, deslizo la lengua contra el labio inferior. El recordaba ese habito. Aunque no se lo habia visto hacer en anos, de pronto le parecio que nunca habian dejado de estar juntos. Jack estiro las piernas y se levanto.
– Te haria un prestamo, pero no llevo ni un centimo.
Ella se levanto y apoyo una mano sobre el hombro de Jack mientras probaba la resistencia del tobillo.
– Creia que en la practica privada se ganaba una pasta.
– Es cierto. Solo que nunca he sido capaz de administrarme. Tu lo sabes. -Esto era verdad; ella habia sido la encargada de cuadrar las cuentas; no habia mucho que cuadrar en aquel entonces.
El le sirvio de baculo para llegar hasta el coche, una familiar Subaru que ya tenia diez anos de uso. Kate miro el vehiculo asombrada.
– ?Todavia tienes este trasto?
– Cuidado con lo que dices. Todavia le quedan muchos kilometros por hacer. Ademas, esta cargado de historia. ?Ves aquella mancha de alla? Tu helado de caramelo, 1986, la noche antes de mi ultimo examen. Yo no queria estudiar mas, y tu no podias dormir. ?Lo recuerdas? Tomaste aquella curva demasiado rapida.
– Tienes una memoria selectiva muy curiosa. Te recuerdo que tu me echaste el batido por la espalda porque me quejaba del calor.
– Ah, eso tambien. -Subieron al coche sin dejar de reir.
Kate miro la mancha con un poco mas de atencion, contemplo el interior. Los recuerdos eran como olas espesas. Miro el asiento trasero. Si aquel espacio hablara… Volvio la cabeza, vio la mirada de Jack, y se ruborizo.
El trafico era escaso mientras se dirigian al este. Kate se sentia nerviosa, pero no molesta, como si no hubiesen pasado cuatro anos y solo hubiesen subido al coche para ir a buscar cafe, el periodico o a desayunar en el Corner de Charlottesville o en alguna de las cafeterias de Capitol Hill. Pero se recordo a si misma que aquello era el pasado. El presente era otra cosa muy distinta. Bajo un poco el cristal de la ventanilla.
Jack miraba con un ojo el trafico y con el otro a ella. El encuentro no habia sido fortuito. Kate corria por el Mall, siempre por la misma ruta, desde que se habian trasladado a la capital y vivian en aquel pequeno piso sin ascensor cerca del Eastern Market.
Aquella manana Jack se habia despertado con una desesperacion que no sentia desde que Kate le habia dejado y el habia comprendido al cabo de una semana que ya no volveria. Ahora, con el casamiento cada vez mas cerca, habia decidido ver a Kate como fuera. El no podia, no queria, dejar que aquella luz se apagara, todavia no. Era muy probable que el fuera el unico de los dos que pensaba asi. No habia tenido el valor de dejarle un mensaje en el contestador, pero habia decidido que si estaba destinado a encontrarla entre la multitud del Mall, la encontraria.
Hasta que chocaron, el llevaba corriendo una hora; miraba a la muchedumbre en busca del rostro de aquella fotografia. La habia visto unos cinco minutos antes del choque. Si el ejercicio no le hubiese doblado el numero de pulsaciones, el solo hecho de ver como corria le habria hecho alcanzar esa marca. No habia sido su intencion torcerle el tobillo, pero gracias a eso ahora ella estaba sentada en su coche; era la razon por la que la llevaba a su casa.
Kate se recogio el pelo y lo ato en una cola de caballo, utilizando una goma que llevaba en la muneca.
– ?Como va el trabajo?
– Bien. -El no queria hablar del trabajo-. ?Como esta tu padre?-Tu lo debes saber mejor que yo. -Ella no queria hablar del padre.
– No le veo desde…
– Que suerte. -Kate no dijo nada mas.
Jack se reprocho la estupidez de haber mencionado a Luther. Habia esperado la reconciliacion entre padre e hija despues de todos aquellos anos. Era obvio que no habia ocurrido.
– Me han dicho que en la fiscalia te ponen por las nubes.
– ?Y que mas?
– Soy un tipo serio.
– ?Desde cuando?
– Todo el mundo madura, Kate.
– No Jack Graham. Por favor, no.
Jack doblo a la derecha por Constitution, y siguio hacia Union Station. De pronto aminoro la marcha. Sabia cual era la direccion, pero no queria que ella se diera cuenta.
– Voy un poco perdido, Kate. ?Por donde?
– Perdona. Da la vuelta por Capitol, sigue hasta Maryland y dobla a la izquierda en la Tercera.
– ?Te gusta el barrio?
– Con lo que pago ha de gustarme por fuerza. Dejame adivinar. Ahora vives en Georgetown, en uno de aquellos caserones con dependencias de servicio. ?Me equivoco?
– No me he movido. -Jack encogio los hombros-. Sigo en la misma casa.
– Jack, ?que haces con el dinero? -Kate le miro boquiabierta. -Compro lo que quiero, pero tampoco quiero tanto. -Jack le devolvio la mirada-. Eh, te invito a un helado de caramelo.
– No los venden en esta ciudad. Ya lo intente.
Jack dio la vuelta en U, sonrio al oir los bocinazos, y acelero.
– Al parecer, abogada, no buscaste bien.
Media hora mas tarde, Jack aparco el coche en el garaje de la casa de Kate. Bajo a toda prisa y corrio a abrirle la puerta Tenia el tobillo rigido. Ya casi habia acabado el helado.
– Te ayudo.
– No hace falta.
– Te he lesionado el tobillo. Ayudarte me aliviara un poco la culpa.
– Estas perdonado. -El tono le resulto muy conocido, incluso despues de cuatro anos. Jack sonrio desganado y se aparto. Ella subio los escalones poco a poco. Se detuvo en el rellano. El estaba a punto de entrar en el coche cuando ella se volvio.
– ?Jack? -El la miro-. Gracias por el helado. -Entro en la casa.
Jack puso en marcha el coche y salio del aparcamiento sin ver al hombre casi oculto por el pequeno grupo de arboles junto a la entrada.
Luther emergio de las sombras de los arboles y miro el edificio.
El aspecto de Luther habia sufrido un cambio drastico en los ultimos dos dias. Era una suerte que la barba le creciera tan rapido. Se habia cortado el pelo muy corto y un sombrero cubria el resto. Llevaba gafas de sol y un abrigo muy voluminoso ocultaba el delgado cuerpo.
Deseaba ver a Kate una vez mas antes de marcharse. Le habia sorprendido ver a Jack, pero no pasaba nada. Le gustaba Jack.
Se arrebujo en el abrigo. El viento soplaba cada vez mas fuerte, y hacia mas fresco de lo habitual en Washington para este tiempo. Miro la ventana del apartamento de su hija.
Apartamento numero catorce. Lo conocia muy bien; lo habia visitado muchas veces, sin que la hija se enterara, desde luego. La cerradura no presentaba ninguna dificultad, cualquiera tardaria mas en abrirla con la llave. Se sentaba en una silla de la sala y miraba el centenar de objetos, todos ellos cargados con anos de recuerdos, algunos buenos, pero la mayoria tristes.
Algunas veces cerraba los ojos y apresaba los olores en el aire. Sabia que perfume usaba: muy poco e indescriptible. Los muebles eran grandes, solidos y muy usados. El frigorifico estaba siempre vacio. Se desesperaba cuando veia el contenido poco saludable y escaso de los armarios. Mantenia las cosas en orden, pero no perfectas, era una casa donde se vivia como debia ser.
Recibia muchas llamadas. Escuchaba las voces dejando los mensajes. Le hacian desear que ella hubiera escogido otro trabajo. Como delincuente sabia muy bien la cantidad de hijos de puta que andaban sueltos. Pero era demasiado tarde para recomendarle cambiar de carrera a su unica hija.