Era una persona adulta. Podia ir donde le viniera en gana y en el momento que le apeteciera. Pero algo no estaba bien. Claro que habian pasado unos cuantos anos. Los habitos cambian. Reflexiono un poco mas. Pero Luther no era de los que cambiaban de habitos. El era firme como una roca, una de las personas mas confiables que Jack habia conocido. El nunca habria dejado por propia voluntad la correspondencia amontonada en el buzon, el coche fuera del garaje o que se marchitaran las flores. Por propia voluntad.

Jack volvio a entrar. No habia ningun mensaje en el contestador automatico. Abrio la puerta del dormitorio y una vez mas olio el olor a mustio. Echo una ojeada. Sintio que estaba haciendo el ridiculo, El no era un detective. Se rio de si mismo. Lo mas logico era pensar que Luther se habia ido de vacaciones a alguna isla durante un par de semanas, y aqui estaba el haciendo de padre nervioso. Luther era un hombre muy capaz. Ademas, esto no era asunto suyo. El ya no tenia nada que ver con la familia Whitney. En realidad, ?que estaba haciendo alli? ?Intentaba revivir viejos tiempos? ?Pretendia recuperar a Kate a traves del padre? Esa via si que era imposible.

Jack salio de la casa, cerro la puerta y guardo la llave debajo del macetero. Echo una ultima mirada al lugar y fue en busca del coche.

La casa de Gloria Russell estaba al final de una calle sin salida en la parte alta de Bethesda cerca de River Road. El trabajo como consultora de muchas de las mas grandes corporaciones del pais unido al sueldo de catedratica, y ahora el salario de jefa de gabinete mas las ganancias de muchos anos de sabias inversiones, le habia permitido acumular una considerable cantidad de dinero, y le gustaba estar rodeada de cosas hermosas. La entrada estaba enmarcada por una vieja glorieta cubierta de hiedra. Un muro de ladrillos de poco mas de un metro de altura rodeaba todo el patio delantero, arreglado como un jardin privado con mesas y sombrillas. El murmullo del surtidor de una fuente sonaba en la oscuridad, rota esta solo por el resplandor que se colaba a traves de la gran puerta ventana en el frente de la casa.

Gloria Russell ocupaba una de las mesas del jardin cuando aparecio el agente Collin en su convertible, la espalda recta como una escoba, el traje sin una arruga, el nudo de la corbata impecable. La jefa de gabinete tampoco se habia cambiado. Saludo al visitante con una sonrisa y juntos caminaron hasta la casa.

– ?Una copa? ?Bourbon con agua? -Russell miro al agente mientras acababa con la tercera copa de vino blanco. Hacia mucho tiempo que no recibia en su casa a un hombre joven. Quiza demasiado, penso, aunque los efectos del vino le impedian pensar con mucha claridad.

– Cerveza, si tiene.

– Ahora mismo. -Ella se quito los zapatos y fue descalza a la cocina.

Collin echo una ojeada a la amplia sala de estar con las cortinas vaporosas, las paredes empapeladas y las antiguedades, y se pregunto que hacia alli. Deseo que ella se diera prisa con la cerveza. Atleta de elite, ya habia sido seducido antes por las mujeres, desde los anos de instituto. Pero esto no era el instituto y Gloria Russell no era una animadora. Necesitaria beber bastante para hacer frente a lo que le esperaba. Hubiera querido comentarselo a Burton antes de venir, pero algo le hizo callar. Burton se mostraba distante y malhumorado desde hacia dias. Lo que habian hecho, creia, no estaba mal. Comprendia que las circunstancias resultaban dificiles de explicar, y una accion que en otro momento les habria hecho merecedores de la admiracion del pais entero tenia que mantenerse en secreto. Lamentaba haber matado a la mujer, pero no hubo mas alternativas. La gente moria. A Christine Sullivan le habia llegado su hora y punto.

Russell le trajo la cerveza y despues se agacho para esponjar uno de los almohadones del sofa antes de sentarse, ocasion que Collin aprovecho para mirarle el trasero mientras se bebia un trago. Ella le sonrio y probo con delicadeza la copa de vino.

– ?Cuanto tiempo lleva en el servicio, Tim?

– Unos seis anos.

– Ha ascendido deprisa. El presidente tiene muy buena opinion de usted. Nunca olvidara que le salvo la vida.

– Se lo agradezco.

Ella bebio otro trago de vino mientras le miraba de arriba abajo. El estaba sentado muy erguido, sin disimular su inquietud. Russell acabo de valorarlo y reconocio estar impresionada. Su interes no habia pasado inadvertido para el agente que ahora paseaba su mirada por la sala contemplando los numerosos cuadros que adornaban las paredes.

– Muy bonitos. -Collin senalo los cuadros.

Ella sonrio mientras le veia beber deprisa la cerveza.

«Tu si que eres bonito», penso Russell.

– Vamos a sentarnos en un sitio mas comodo, Tim. -Russell dejo el sofa y llevo a Tim por un pasillo largo y angosto hasta otra sala. Un mecanismo automatico encendio las luces, y Collin vio que al otro lado de una puerta entreabierta estaba el dormitorio de la jefa de gabinete-. ?Le molesta si me tomo un minuto para cambiarme? Llevo desde la manana con este vestido.

Collin la observo mientras ella entraba en el dormitorio sin molestarse en cerrar la puerta. Desde donde estaba sentado se veia parte de la habitacion. Miro hacia otro lado en un intento por concentrar su atencion en los dibujos de la pantalla de la chimenea antigua que no tardaria mucho en ser utilizada. Acabo la cerveza y en el acto deseo tomar otra. Se recosto en los mullidos almohadones. Intento en vano no escuchar los ruidos provenientes del dormitorio. Por fin, no resistio mas. Volvio la cabeza y miro a traves de la abertura. En el primer instante no vio nada y lo lamento, pero despues ella paso por delante de la abertura.

Fue solo un momento, mientras ella se demoraba a los pies de la cama, para recoger una prenda. Ver a la jefa de gabinete Gloria Russell desfilar desnuda ante su mirada le estremecio, aunque ya se esperaba esto, o alguna cosa parecida.

Ahora que ya sabia cual era la actividad de la noche, Collin desvio la mirada, quiza no tan rapido como, hubiese deseado. Lamio la tapa de la lata de cerveza para recoger las ultimas gotas del liquido ambar. Sintio la presion de la culata de su nueva arma contra el pecho. El roce del metal contra la piel siempre le daba confianza, pero esta vez solo le molestaba.

Penso en las reglas de fraternizacion. En mas de una ocasion se habia dado el caso de que los miembros de la familia presidencial habian establecido relaciones muy cercanas con los agentes del servicio secreto. A lo largo de los anos se habian comentado muchas cosas, pero la postura oficial al respecto era bien clara. Si al agente Collin le descubrian en esta habitacion con la jefa de gabinete desnuda en el dormitorio, ya se podia despedir de su carrera.

Hizo un rapido analisis de la situacion. Podia marcharse ahora mismo, informar a Burton de los hechos. Pero ?que pensarian? Russell lo negaria todo. Collin quedaria como un tonto, y su carrera se habria acabado de todos modos. Ella le habia traido aqui por alguna razon. Habia dicho que el presidente necesitaba su ayuda. Se pregunto a quien estaria ayudando en realidad. Y por primera vez el agente Collin se sintio atrapado. Atrapado en una situacion donde su fuerza, su ingenio y su pistola de 9 mm no le servian para nada. Intelectualmente no era rival para la mujer. En la piramide del poder oficial el estaba tan abajo que era mirar desde el fondo de un abismo a traves de un telescopio al reves. Esta seria una noche muy larga.

Walter Sullivan se paseaba arriba y abajo mientras Sandy Lord le observaba. Una botella de whisky ocupaba un lugar destacado en una esquina de la mesa de Lord. En el exterior, el resplandor mortecino de las farolas apenan disipaba en parte la oscuridad. Otra vez hacia calor y Lord habia ordenado que no apagaran el aire acondicionado en Patton, Shaw para su invitado especial de esta noche. El visitante dejo de pasearse y miro a la calle donde media docena de manzanas mas alla se alzaba el conocido edificio blanco que era el hogar de Alan Richmond, y una de las claves del gigantesco proyecto de Sullivan y Lord. Pero esta noche Sullivan no pensaba en los negocios. En cambio, Lord si aunque era demasiado astuto como para demostrarlo. Esta noche estaba aqui por su amigo. Para escuchar la pena, el dolor, para permitir que Sullivan descargara el desconsuelo ante la perdida de su putilla. Cuanto antes acabaran con este asunto, antes podria ocuparse de aquello que era de verdad importante: el siguiente negocio.

– Fue un servicio precioso, la gente lo recordara durante mucho tiempo. -Lord escogio las palabras con mucho cuidado. Walter Sullivan era un viejo amigo, pero era una amistad basada en la relacion abogado-cliente, y, en consecuencia, en cualquier momento podia cambiar. Ademas, Sullivan era la unica persona capaz de ponerle nervioso, se escapaba de su control, y era tanto o mas inteligente que el.

– Si, lo fue. -Constato Sullivan sin apartar la mirada de la calle. Creia haber convencido a la policia de que el

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