– No me hagas mucho caso, pero podria ser del calibre 357 o 41, incluso de 9 mm. Caray, tu viste la bala. Chata como un sello y la mitad dispersa en los sesos y los fluidos. Ni rastros de estrias. Incluso si encuentras el arma no podras demostrar que disparo esa bala.
– Pero si encontramos la segunda, quiza sabriamos algo.
– Quiza no. El que saco la bala de aquella pared sin duda estropeo las estrias. Los de balistica no descubririan nada.
– Si, pero quizas en la punta encontrarian incrustados restos del pelo, sangre y piel. Esos serian unos restos que me encantaria tener.
– Eso es cierto. -El medico forense se rasco la barbilla-. Pero primero hay que encontrarlo.
– Cosa que no sucedera. -Frank sonrio.
– Nunca se sabe.
Los dos hombres intercambiaron una mirada, conscientes de que nunca encontrarian la bala. Incluso si la encontraban, no podrian situarla en la escena del crimen si no tenia ningun rastro de la victima, o dieran con el arma que la habia disparado y ubicaran el arma en el dormitorio. Algo a todas luces imposible.
– ?Algun casquillo?
Frank respondio que no con la cabeza.
– Entonces tampoco tienes la marca del percutor, Seth. -El medico forense se referia a la huella que el percutor dejaba en la base del casquillo.
– Nunca dije que seria facil. Por cierto, ?los tipos del estado te dejan trabajar tranquilo en este caso? - pregunto Frank.
– No han dicho ni pio. -El medico forense sonrio-. Quiza si se hubiesen cargado a Walter Sullivan, ?quien sabe? Ya envie una copia a Richmond.
Entonces Frank formulo la pregunta que le interesaba desde el principio.
– ?Por que dos disparos?
El medico forense dejo de arreglarse la cuticula, puso el bisturi sobre la mesa y miro a Frank.
– ?Por que no? -Entrecerro los parpados. Estaba en la poco envidiable situacion de ser mas que competente para las oportunidades ofrecidas en este pequeno condado. Entre los casi quinientos medicos forenses de la mancomunidad, era el unico que tenia una consulta privada, pero sentia fascinacion por las investigaciones policiales y la patologia forense. Antes de instalarse en las comodidades de la vida rural de Virginia habia sido delegado del juez instructor en el condado de Los Angeles durante casi veinte anos, donde se cometian casi tantos homicidios como en la ciudad de Los Angeles. Pero este era uno en los que podia hincar el diente.
– Era obvio que cualquiera de los disparos era mortal. Eso esta claro -replico Frank despues de mirar al medico durante unos instantes-. Entonces ?por que disparar el segundo? Habia muchas razones para no hacerlo. La primera el ruido. La segunda, si queria salir pitando, ?por que tomarse la molestia de disparar otra vez? Ademas, ?por que dejar otra bala que podria utilizarse para identificarlo? ?La senora Sullivan los sorprendio? Si es asi, ?por que los disparos se realizaron desde la puerta hacia el interior, y no a la inversa? ?Por que la linea de tiro es descendente? ?La mujer estaba de rodillas? Tenia que estarlo a menos que el atacante fuera un gigante. Si estaba de rodillas, ?por que? ?Una ejecucion? Pero no habia heridas de contacto. Y despues estan las marcas en el cuello. ?Por que intentar primero estrangularla, despues desistir, coger un arma y volarle la cabeza? Y volarsela otra vez. Se llevan una bala. ?Por que? ?Una segunda arma? ?Por que tratar de ocultarlo? ?Que significa?
Frank se levanto y se paseo arriba y abajo con las manos en los bolsillos, una costumbre suya cuando se concentraba.
– Y la escena del crimen estaba tan limpia que todavia no me lo puedo creer. No quedaba nada, absolutamente nada. Me sorprende que no la operaran para sacar la otra bala. El tipo es un ladron o quizas es lo que quiere aparentar. Pero vaciaron la caja fuerte. Se llevaron unos cuatro millones y medio de dolares. ?Que estaba haciendo alli la senora Sullivan? Se suponia que estaba tomando el sol en el Caribe. ?Conocia al tipo? ?Tenia un apano? Si lo tenia, ?los dos incidentes tienen alguna relacion? ?Por que cono si entraron por la puerta principal y desconectaron el sistema de alarma, despues se descolgaron por la ventana utilizando una soga? Me pregunto una cosa y en vez de conseguir una respuesta aparece otra. -Frank volvio a sentarse. Parecia un poco asombrado por el discurso.
El medico forense se balanceo en la silla, cogio el expediente del caso y lo leyo en menos de un minuto. Se quito las gafas y las froto contra la manga de la chaqueta, se tironeo el labio inferior con el pulgar y el indice.
– ?Que? -Las aletas nasales de Frank se movieron mientras miraba al medico forense.
– A mi tambien me llamo la atencion que, como tu dices, no dejaran nada en la escena del crimen. Tienes razon. Estaba demasiado limpia. -El hombre se tomo su tiempo para encender un Pall Mall. Frank se fijo en que era sin filtro. No conocia ningun patologo que no fumara. El medico forense lanzo unos cuantos anillos de humo mientras disfrutaba del cigarrillo-. Tenia las unas demasiado limpias.
Frank le miro intrigado.
– Me refiero a que no habia ninguna suciedad, ni laca de unas, aunque las llevaba pintadas, rojo fuerte, ninguno de los residuos habituales que uno esperaba encontrar. Nada. Era como si se los hubieran quitado con una cuchara, ?entiendes lo que quiero decir? -Hizo una pausa-. En cambio, encontre restos de una solucion. -Otra pausa-.Algo parecido a un liquido limpiador.
– Por la manana estuvo en un salon de belleza. Para que le hicieran la manicura y todo lo demas.
El medico forense meneo significativamente la cabeza ante la informacion.
– Entonces lo logico hubiese sido encontrar mas residuos, no menos, con todos los productos que usan.
– ?Que quieres decir? ?Que alguien le limpio las unas?
– Alguien muy escrupuloso para no dejar nada identificable.
– O sea unos paranoicos preocupados porque les pudieran identificar, de alguna manera, por las pruebas fisicas.
– La mayoria de los asaltantes lo son, Seth.
– Hasta cierto punto. Pero limpiar las unas de un cadaver y dejar el lugar tan limpio que la Evac no encontro nada es pasarse un poco. -Frank miro el informe-. ?Encontraste rastros de aceite en las palmas de las manos?
El medico forense asintio sin apartar la mirada del detective.
– Un compuesto preservativo/reparador. Como los que emplean con los tapizados, el cuero, cosas asi.
– Entonces, ?tenia algo en las manos que le dejo el residuo?
– Si. Aunque no podemos saber en que momento el aceite llego a las manos. -El hombre se puso las gafas-. ?Piensas que conocia a la persona?
– No hay nada que apunte en ese sentido, a menos que ella le invitara a robar la casa.
– Quizas ella organizo el robo -propuso el medico llevado por una inspiracion subita-. Escucha. Se cansa del viejo, trae al amante para que saquee la caja fuerte y despues largarse a correr mundo. Frank considero la teoria y enseguida encontro las pegas. -Excepto que en cambio discutieron o alguien les traiciono, y ella se encontro en el lado malo de las pistolas.
– Los hechos encajan, Seth.
– Segun todos a la difunta le encantaba ser la senora de Walter Sullivan -le rebatio el detective-. Mas que el dinero, si entiendes lo que quiero decir. Le gustaba codearse, y quiza rozar algunas otras partes, con gente famosa de todo el mundo. Algo muy importante para alguien que cocinaba hamburguesas en un Burger King.
– No lo diras en serio.
– Los multimillonarios de ochenta anos a veces tienen ideas extranas. -El detective sonrio al ver la incredulidad de su amigo-. Es como aquello de ?quien le dice que no a King Kong?
El medico forense meneo la cabeza mientras sonreia. ?Multimillonario? ?Que haria el con mil millones de dolares? Miro la hoja de papel secante sobre la mesa. Apago el cigarrillo, echo otra ojeada al informe, despues miro a Frank. Carraspeo.
– Pienso que la segunda bala tenia funda metalica media o entera.
– Bueno. -Frank se aflojo el nudo de la corbata y apoyo los codos sobre la mesa.
– Entro por el parietal derecho y salio por el izquierdo, dejando un orificio de salida mas del doble de grande que el de entrada.
– Por lo tanto esta claro que fueron dos armas.
– A menos que el tipo utilizara municion de distinto tipo en la misma arma. -El medico forense dirigio a Frank