Lord descargo un manotazo sobre la mesa. Esta vez unos cuantos les miraron. El maitre les espio de reojo mientras intentaba disimular el nerviosismo detras del mostacho y un discreto aire de competencia.

– Ahi esta el problema, hijo, tu maldita ambivalencia. -Bajo la voz, pero insistio en inclinarse sobre Jack-. No da lo mismo un lugar que otro. Tu tienes la llave para entrar aqui. Tu llave es Baldwin y esa bonita hija suya. Ahora la pregunta es: ?quieres o no abrir la puerta? Algo que nos lleva de vuelta a la pregunta original. ?En que crees, Jack? Porque si no crees en esto -Lord abrio los brazos de paren par-, si no quieres convertirte en el Sandy Lord de la proxima generacion, si te despiertas por las noches y te ries o maldices mis pequenas idiosincrasias, de que sea un crapula, si de verdad crees que estas por encima de todo esto, si odias tirarte a la senorita Baldwin, y no ves en ese menu ni un solo plato que te apetezca, entonces ?por que no me mandas a la mierda? ?Por que no te levantas y sales por aquella puerta, con la cabeza alta, la conciencia limpia y las creencias intactas? Porque, francamente, este juego es demasiado importante para los que no se comprometen.

Lord se dejo caer contra el respaldo de la silla, con su masa proyectandose hacia el exterior hasta que ocupo todo el espacio.

Fuera del restaurante hacia un precioso dia de otono. Ni la lluvia ni el exceso de humedad habian empanado el azul puro del cielo; la brisa suave empujaba los periodicos abandonados. El ritmo torrido de la ciudad parecia haber disminuido un poco. Calle abajo, en el parque LaFayette, los fanaticos del sol permanecian acostados en la hierba dispuestos a mantener el bronceado antes de la llegada del frio. Los mensajeros en bicicleta aprovechaban la pausa del mediodia para recorrer el parque atentos a disfrutar del espectaculo de piernas desnudas y escotes amplios.

En el interior del restaurante, Jack Graham y Sandy Lord se miraban a los ojos.

– Ya no peleas, ?verdad?

– No tengo tiempo para eso, Jack. Al menos en los ultimos veinte anos. Si no creyera que puedes enfrentarte al enfoque directo, te hubiese dicho unas cuantas mentiras y lo hubiese dejado correr.

– ?Que quieres que te diga?

– Lo unico que quiero saber es si estas o no con nosotros. En realidad, con Baldwin, puedes ir a cualquier otra firma de la ciudad. Nos escogiste a nosotros, supongo que porque te agrado lo que viste.

– Baldwin te recomendo.

– Es un hombre listo. Muchas personas seguirian su consejo. Llevas con nosotros un ano. Si decides quedarte, te convertiras en socio. Francamente, los doce meses de espera solo fueron una formalidad para ver si encajabamos. A partir de ahora no tendras mas preocupaciones financieras, sin contar la considerable fortuna de tu futura esposa. Tu principal ocupacion sera mantener contento a Baldwin, aumentar su cuenta, y traernos a cualquier otro cliente que consigas. Seamos sinceros, Jack, la unica seguridad que tiene un abogado son los clientes que controla. Nunca lo mencionan en la facultad y es la leccion mas importante de todas. Nunca jamas lo olvides. Incluso el trabajo en si queda en segundo plano. Siempre habra alguien para ocuparse del papeleo. Tendras carta blanca para conseguir mas clientes. Nadie te pedira explicaciones, excepto Baldwin. No tendras que controlar el trabajo legal hecho para Baldwin, otros lo haran por ti. En su conjunto, no es una vida tan desagradable.

Jack se miro las manos. Vio en ellas el rostro de Jennifer. Tan perfecto. Se sintio culpable por haber supuesto que ella habia hecho despedir a Barry Alvis. Despues penso en las muchas y pesadas horas de trabajo como defensor publico. Por ultimo penso en Kate, y se controlo. ?Que habia alli? Nada. Miro a Lord.

– Una pregunta estupida. ?Podre continuar ejerciendo?

– Si quieres. -Lord le miro con atencion-. ?Debo interpretar la pregunta como un si?

– El pastel de cangrejo suena tentador -contesto Jack con la mirada en el menu.

Sandy solto una bocanada de humo en direccion al techo y sonrio.

– Me encanta, Jack. Me encanta.

Dos horas mas tarde, Sandy estaba en un rincon de su enorme despacho. Miraba a traves de la ventana, mientras participaba en una conferencia telefonica que sonaba por el altavoz.

Dan Kirksen entro en el despacho. La pajarita y la camisa almidonada ocultaban su esbelto cuerpo de atleta. Kirksen era el socio gerente de la firma. Tenia un control sobre todos los de la casa excepto Sandy Lord. Y ahora quiza Jack Graham.

Lord le miro con indiferencia. Kirksen se sento y espero pacientemente hasta que todos los participantes en la conferencia se despidieron. Lord corto la comunicacion y se sento en su sillon. Se echo hacia atras, miro el techo y encendio un cigarrillo. Kirksen, un fanatico de la salud, se aparto unos centimetros de la mesa.

– ?Querias algo? -La mirada de Lord se fijo en el rostro delgado y sin barba de Kirksen. El hombre controlaba desde hacia anos una cuenta de seiscientos mil dolares, algo que le garantizaba una larga y segura estancia en PS amp;L, pero esa cifra era calderilla para Lord y el no hacia nada por disimular su desprecio por el socio gerente.

– Nos preguntabamos que tal habia ido el almuerzo.

– Tu te ocupas de los pelotas. Eso es cosa tuya.

– Los rumores eran inquietantes. Ademas tuvimos que echar a Alvis cuando llamo la senorita Baldwin.

– Todo esta resuelto. -Lord hizo un ademan-. Nos quiere. Se queda. Y yo desperdicie dos horas.

– Dada la cantidad de dinero en juego, Sandy, nosotros pensamos que seria para bien si tu podias transmitir la firme impresion de…

– Si. Yo tambien entiendo de numeros, Kirksen, mejor que tu. ?De acuerdo? El chico se queda. Con un poco de suerte duplicara el volumen del negocio dentro de diez anos, y todos nos retiraremos un poco antes. -Lord miro a Kirksen, que parecia cada vez mas pequeno ante la mirada del hombreton-. Tiene cojones, sabes. Mas cojones que todos mis otros socios.

Kirksen hizo un gesto.

– En realidad, me gusta el chico. -Lord dejo el sillon y se acerco a la ventana, desde donde contemplo a un grupo de ninos de parvulario cruzar la calle cogidos de una cuerda.

– Entonces, ?puedo informar al comite de un resultado positivo?

– Puedes informar lo que te salga del pito. Solo recuerda una cosa: no volvais a molestarme con algo asi a menos que sea importante de verdad, ?esta claro?

Lord miro una vez mas a Kirksen y despues otra vez por la ventana. Sullivan no habia llamado. No era una buena senal. Ya podia ver a su pais desapareciendo como desaparecian los ninos a la vuelta de la esquina.

– Gracias, Sandy.

– Si.

9

Walter Sullivan observo el rostro, o lo que quedaba de el. La etiqueta oficial del deposito estaba sujeta al dedo gordo del pie destapado. Mientras la comitiva esperaba afuera, el permanecia sentado solo y en silencio con ella. Ya habia cumplido con la formalidad de la identificacion. La policia se habia marchado a actualizar sus archivos, y los periodistas a escribir sus reportajes. En cambio, Walter Sullivan, uno de los hombres mas poderosos de su generacion, que habia hecho dinero de casi todo lo que tocaba desde los catorce anos, se encontraba ahora de pronto carente de energia, de toda voluntad.

La prensa se habia cebado con el y Christy, despues de que su matrimonio se hubiera acabado con la muerte de su primera esposa tras cuarenta y siete anos. Pero a punto de cumplir los ochenta anos, el solo habia deseado algo joven y vital. Despues de tanta muerte, habia querido algo que sin ninguna duda le sobreviviera. La desaparicion de tantos amigos y seres queridos le habia hecho rebasar su capacidad de sufrimiento. Hacerse viejo no era facil, ni siquiera para los ricos.

Pero Christy Sullivan no le habia sobrevivido. El pensaba hacer algo al respecto. Por suerte, no sabia nada de lo que le esperaba a los restos de su segunda esposa. Era un proceso necesario que no estaba pensado para ofrecer consuelo a la familia de la victima.

En cuanto Walter Sullivan saliera del deposito, entraria un tecnico y se llevaria a la difunta senora Sullivan a la

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