– Tuvieron que ser Rogers, Budizinski y Jerome Pettis. Si, el 30 de agosto, a las nueve. Tres pisos. Conazo de casa. Tres pisos. Enorme, les llevo el dia entero -le informo George Patterson despues de consultar el libro de registro mientras Frank observaba la oficina mugrienta.
– ?Puedo hablar con ellos?
– Puede hablar con Pettis. Los otros dos se han marchado. -?Para siempre? -Patterson asintio-. ?Cuanto tiempo llevaban en la empresa?
– Jerome lleva conmigo cinco anos -contesto Patterson, que consulto otra vez el libro-. Es uno de mis mejores trabajadores. Rogers estuvo unos dos meses. Creo que se mudo a otra parte. Budizinski trabajo aqui unas cuatro semanas.
– Poco tiempo, ?no?
– Diablos, asi es este negocio. Te gastas mil dolares ensenandoles el trabajo a estos tipos y de un dia para el otro se largan. Este no es un trabajo donde se haga carrera, ya sabe. Es un trabajo sucio y pesado. Y la paga no da como para irte a vivir a la Riviera. ?Escucha lo que le digo?
– ?Tiene las direcciones? -Frank saco la libreta.
– Bueno, como le dije, Rogers se mudo. Pettis esta aqui si quiere hablar con el. Tiene un trabajo en McLean dentro de media hora. Ahora esta cargando el camion.
– ?Quien forma los equipos que van a cada casa?
– Yo.
– ?Siempre?
– Algunas veces tengo gente que esta especializada.
– ?Quien esta especializado en las zonas ricas?
– Jerome. Ya le dije que es el mejor.
– ?Como fue que le asignaron a los otros dos?
– No lo se. Depende de quien se presenta a trabajar.
– ?Recuerda si alguno de los tres tenia algun interes especial en ira la casa de Sullivan?
Patterson meneo negativamente la cabeza.
– ?Que sabe de Budizinski? ?Tiene la direccion?
Patterson consulto una libreta llena con hojas sueltas y escribio la direccion en un trozo de papel.
– Esta en Arlington. No se si todavia vive alli.
– Quiero los expedientes. Los numeros de la seguridad social, fechas de nacimiento, antecedentes laborales, todas esas cosas.
– Sally se los dara. Es la chica de la recepcion.
– Gracias. ?Tiene fotos de estos tipos?
– ?Lo dice en serio? Esto no es el fbi.
– ?Puede darme una descripcion? -pregunto Frank sin impacientarse.
– Tengo sesenta y cinco empleados y un promedio de renovaciones de mas del sesenta por ciento. Por lo general, ni siquiera veo al tipo despues de contratarlo. Al cabo de un tiempo todos me parecen iguales. Pettis los recordara.
– ?Recuerda alguna cosa mas?
– No. ?Cree que alguno de ellos mato a la mujer?
– No lo se. -Frank dejo la silla y se desperezo-. ?Usted que piensa?
– Aqui hay gente de todas clases. Nada me sorprende.
– Ah, por cierto -dijo Frank cuando estaba a punto de salir del despacho-, quiero la lista de todas las casas y locales de Middleton que limpiaron en los dos ultimos anos.
– ?Para que cono la quiere? -grito Patterson que se levanto como impulsado por un resorte.
– ?Tiene los registros?
– Si, los tengo.
– Bien, aviseme cuando tenga la lista. Que pase un buen dia.
Jerome Pettis era un negro alto y cadaverico de unos cuarenta anos con un cigarrillo perpetuo en la boca. Frank le observo admirado mientras el hombre cargaba el pesado equipo de limpieza con la eficacia que daban los anos de practica. El mono azul anunciaba que era un tecnico superior en la Metro. No miro a Frank, atento a su trabajo. A su alrededor, en el enorme garaje cargaban otras furgonetas blancas. Un par de tipos miraron a Frank por un segundo antes de continuar con el trabajo.
– El senor Patterson dijo que queria hacerme algunas preguntas.
– Unas cuantas. -Frank se sento en el parachoques delantero de la furgoneta-. Usted hizo un trabajo en la casa de Walter Sullivan en Middleton el 30 de agosto de este ano.
– ?Agosto? -Pettis fruncio el entrecejo-. Joder, hago cuatro casas al dia. No las recuerdo porque no vale la pena recordarlas.
– Esta le llevo todo el dia. Una casa muy grande en Middleton. Rogers y Budizinski estaban con usted.
– Asi es. -Pettis sonrio-. La casa mas grande que he visto en mi vida y, tio, he visto algunas tremendas.
– Lo mismo pense cuando la vi. -Frank le devolvio la sonrisa.
– El problema fueron todos aquellos muebles -comento Pettis mientras encendia un cigarrillo-. Tuvimos que moverlos todos, y algunos pesaban un huevo. Ya no los hacen tan pesados.
– ?Asi que estuvieron alli todo el dia? -Frank no pretendia formular la pregunta de este modo.
Pettis se puso tenso, dio una chupada al Camel y se apoyo contra la puerta de la furgoneta.
– ?Como es que la poli esta interesada en saber como se limpian las alfombras?
– Asesinaron a una mujer en aquella casa. Al parecer, sorprendio a unos ladrones. ?No lee los periodicos?
– Solo los deportes. ?Y ahora se pregunta si soy uno de esos tipos?
– Ahora no. Solo busco informacion. Todo el mundo que estuvo en la casa en los ultimos meses me interesa. Quizas interrogue tambien al cartero.
– Para ser un poli es divertido. ?Cree que la mate?
– Creo que si lo hizo, no seria tan tonto como para quedarse por aqui a esperar que viniera a buscarle. Sobre los dos hombres que estuvieron con usted, ?que puede decirme de ellos?
Pettis acabo de fumar y miro a Frank sin contestar. Frank se dispuso a cerrar la libreta.
– ?Quiere un abogado, Jerome?
– ?Lo necesito?
– Por mi no, pero no soy yo el que tiene que llamarlo. No pienso sacar la tarjeta Miranda [Se refiere a la ley Miranda, que establece los derechos del detenido. (
Pettis miro por un instante el suelo de cemento, aplasto la colilla y miro otra vez a Frank.
– Escuche, llevo mucho tiempo con el senor Patterson. No falto, hago mi trabajo, cojo la paga y me voy a casa.
– Entonces no tiene de que preocuparse.
– Asi es. Escuche, me vi mezclado en un asunto hace un tiempo. Cumpli condena. Lo puede averiguar por los ordenadores en cinco segundos. Asi que no pienso contarle ningun rollo, ?de acuerdo?
– De acuerdo.
– Tengo cuatro hijos y no tengo mujer. No entre en aquella casa ni le hice nada a aquella mujer.
– Le creo, Jerome. A mi me interesan Rogers y Budizinski.
– Vamos a dar una vuelta -respondio Pettis despues de pensarselo un momento.
Los dos hombres salieron del garaje y caminaron hasta un viejo Buick oxidado y grande como un barco. Pettis entro en el coche. Frank le siguio.
– En el garaje los tipos tienen las orejas muy largas.
Frank asintio.
– Brian Rogers. Le decian el Listo porque era un buen trabajador, aprendia rapido.
– ?Que pinta tiene?
– Un tipo blanco de unos cincuenta anos, quiza mas. No muy alto, metro setenta, quiza setenta y cinco. Bastante hablador. Trabajaba duro.