eso, a su vez, le garantizaba ser socio. En Patton, Shaw amp; Lord la condicion de socio garantizaba unos ingresos de medio millon de dolares al ano. Para los Baldwin esa cifra era calderilla, pero el no era un Baldwin. Al menos por ahora.
Se tapo con la manta. La calefaccion del edificio dejaba mucho que desear. Cogio un par de aspirinas y se las trago con un resto de refresco que tenia sobre la mesa de noche, despues contemplo el dormitorio que era una leonera. Le recordo su habitacion de adolescente. Era un recuerdo agradable Las casas eran para vivirlas; tenian que acoger los gritos de los ninos mientras corrian de habitacion en habitacion en busca de nuevas aventuras y objetos para romper.
Este era otro asunto pendiente con Jennifer; ella habia dejado claro que tener hijos era un proyecto muy lejano. La carrera en la compania de su padre era lo primero en su mente y su corazon, quiza por encima incluso de el mismo.
Se dio la vuelta y cerro los ojos. El ruido del cristal de la ventana sacudido por el viento le obligo a abrirlos. Miro en aquella direccion, desvio la mirada, pero despues, resignado, miro la caja.
Contenia parte de su coleccion de viejos trofeos y premios ganados en el instituto y la universidad. Pero esos objetos no le interesaban. En la penumbra tendio la mano para coger la foto, decidio que no, y despues volvio a cambiar de opinion.
La saco. Esto se habia convertido casi en un ritual. No tenia motivos para pensar que su novia encontraria este recuerdo porque se negaba a permanecer en su dormitorio mas alla de un minuto. Cada vez que se acostaban lo hacian en casa de ella, donde Jack permanecia en la cama mirando el techo a cuatro metros de altura, pintado con una escena de viejos caballeros y jovenes doncellas mientras Jennifer se divertia sola hasta que se cansaba y se ponia boca arriba para que el la montara. O en la casa paterna, en el campo, donde los techos eran todavia mas altos y los murales habia sido traidos desde alguna iglesia romanica del siglo xiii, todo lo cual le hacia sentir como si Dios le observara mientras la hermosa y desnuda Jennifer Ryce Baldwin le cabalgaba y que el arderia en el infierno por culpa de unos momentos de placer visceral.
La mujer de la foto tenia el pelo castano que se curvaba en las puntas. La sonrisa le recordo el dia que habia tomado la foto.
Una excursion en bicicleta por la campina del condado de Albemarle. El acababa de entrar en la facultad de Derecho; ella estaba en el segundo curso del college de la universidad Jefferson. Aquella habia sido la tercera cita pero a los dos les parecia que siempre habian vivido juntos.
Kate Whitney.
Pronuncio el nombre despacio; su mano siguio instintivamente la curva de la sonrisa, el hoyuelo solitario en lo alto de la mejilla derecha que le daba al rostro un aspecto un tanto sesgado. Los pomulos casi almendrados bordeaban una nariz fina que se curvaba hacia los labios sensuales. La barbilla era afilada y proclamaba terquedad. Jack miro otra vez la cara y se detuvo en los ojos que siempre mostraban un destello travieso.
Se puso boca arriba y coloco la foto sobre el pecho para que ella le mirara directamente. Era incapaz de pensar en Kate sin ver una imagen del padre, con su ingenio agudo y la sonrisa un tanto torcida.
Jack habia visitado muy a menudo a Luther Whitney en su casita, en un barrio de Arlington que habia conocido tiempos mejores. Se pasaban horas bebiendo cerveza y contando cuentos; casi siempre era Luther el que hablaba y Jack quien escuchaba.
Kate nunca visitaba a su padre, y el jamas intentaba ponerse en contacto con ella. Jack habia descubierto su identidad casi por accidente, y a pesar de las protestas de Kate, Jack habia querido conocerle. Era dificil que ella no sonriera por una cosa u otra, pero en este asunto se mostraba siempre seria.
Despues de que el se licenciara, se trasladaron al distrito de Columbia y ella entro en la facultad de Derecho en Georgetown. La vida era idilica. Kate habia asistido a sus primeros juicios cuando el trataba de contener el temblor de las piernas y los quiebros de voz, y no siempre recordaba cual era su mesa. Pero a medida que aumento la gravedad de los crimenes de sus clientes, se esfumo el entusiasmo de Kate.
Se separaron al ano de haber comenzado el a ejercer.
Las razones eran sencillas: Kate no entendia por que habia escogido defender a las personas que violaban la ley, y no toleraba que a el le gustara su padre.
En el ultimo instante de su vida en comun, el recordaba haber estado sentado en esta misma habitacion, pidiendole, suplicandole, que no se marchara. Pero ella se habia ido. Habian pasado cuatro anos, y desde entonces el no la habia vuelto a ver.
Sabia que trabajaba en la fiscalia de la mancomunidad en Alejandria, Virginia, donde se ocupaba con gran ahinco en meter entre rejas a sus antiguos clientes por quebrantar las leyes de su estado adoptivo. Aparte de eso, Kate Whitney era una extrana para el.
Pero acostado en su cama, con ella mirandole con aquella sonrisa que le revelaba un millon de cosas que nunca habia aprendido de la mujer con la que se casaria dentro de seis meses, Jack se pregunto si seguiria siendo una extrana para el; si su vida estaba destinada a convertirse en algo mucho mas complicado de lo que deseaba. Cogio el telefono y marco un numero.
Cuatro timbrazos y escucho la voz. Tenia un tono que no recordaba, o quiza era nuevo. Sono el pitido y el comenzo a dejar un mensaje, algo gracioso, lo primero que se le paso por la cabeza, pero entonces se puso nervioso y colgo, las manos temblorosas, el pulso acelerado. Meneo la cabeza. ?Caray! Habia defendido a cinco criminales acusados de asesinato en primer grado y todavia temblaba como un colegial en su primera cita.
Jack aparto la foto y penso en lo que Kate hacia en este momento. Quiza seguia en la oficina calculando cuantos anos de vida arrebatarle a una persona.
Entonces Jack se pregunto que seria de Luther. ?Estaria en este mismo momento metido en alguna casa que no era la suya? ?O habia acabado la faena y se alejaba con el botin?
Vaya familia, Luther y Kate Whitney. Tan distintos y al mismo tiempo tan iguales. No habia conocido nunca a nadie tan concentrado como ellos, aunque sus objetivos ocupaban galaxias diferentes. Aquella ultima noche, despues de que Kate saliera de su vida, habia ido a ver a Luther para despedirse y tomar la ultima cerveza juntos. Se habian sentado en el pequeno y bien cuidado jardin, el olor de las flores como un espeso manto sobre ellos.
El viejo se lo habia tomado bien, habia formulado unas cuantas preguntas y le habia deseado lo mejor. Algunas cosas no funcionaban; Luther lo sabia tan bien como cualquiera. Pero mientras se iba, Jack habia visto un brillo en los ojos del hombre, y entonces se cerro la puerta tras aquella parte de su vida.
Jack apago la luz y cerro los ojos, consciente de que le esperaba otro futuro. Estaba un dia mas cerca de conseguir la gran recompensa de su vida, la fortuna que todos deseaban. Saberlo no le ayudo a dormir.
3
Mientras Luther miraba a traves del espejo, se le ocurrio que los dos formaban una pareja muy atractiva. Era una opinion absurda en estas circunstancias, pero eso no invalidaba la conclusion. El hombre era alto, bien parecido, un cuarenton muy distinguido. La mujer tendria poco mas de veinte anos; el pelo largo y dorado, el rostro oval y encantador, con unos ojos inmensos azul oscuro que ahora miraban con amor a su acompanante. El le acaricio la mejilla de terciopelo; ella le beso la palma de la mano.
El hombre tenia dos vasos y los lleno con el contenido de la botella que habia traido con el. Le dio uno a la mujer. Chocaron los vasos, sin dejar de mirarse; el se bebio el contenido de un trago mientras ella solo bebia un sorbo. Dejaron los vasos, y se abrazaron. El deslizo las manos por la espalda de la joven y despues las subio hasta los hombros desnudos. Los brazos y hombros de ella eran fuertes y estaban bronceados por el sol. El le sujeto los brazos, admirado, mientras se inclinaba para besarle el cuello.
Luther desvio la mirada, avergonzado por ser testigo de este encuentro tan personal. Una emocion extrana, si tenia en cuenta que aun se enfrentaba al peligro de ser descubierto. Pero no era tan viejo como para no apreciar la ternura, la pasion que poco a poco se desplegaba ante el.
Cuando volvio a mirar, sonrio por fuerza. La pareja bailaba lentamente por la habitacion. Se veia que el hombre tenia mucha practica; la companera menos, pero el la guio a traves de los pasos sencillos hasta que una vez mas acabaron junto a la cama.
El hombre hizo una pausa para llenar su vaso y se lo bebio deprisa. Ahora la botella estaba vacia. Mientras el