Russell reconocia que era admirable la manera en que Richmond realizaba sus tareas extraprofesionales. Todas sus «companeras» eran mujeres ricas y de una elevada posicion social, y todas estaban casadas. Esto garantizaba que nada de su comportamiento adultero apareceria en los periodicos. Las mujeres con las que se acostaba tenian tanto o mas que perder, y lo sabian muy bien
Y la prensa.
Russell sonrio. En estos tiempos el presidente vivia sometido a un escrutinio incesante. No podia mear, fumarse un puro o eructar sin que el publico conociera los detalles mas intimos. Al menos asi pensaba el publico. Todo esto tenia su origen en una valoracion exagerada de la prensa y su capacidad para sacar cualquier historia a la luz, por muy escondida que estuviese. Lo que no comprendian era que si bien la oficina del presidente quizas habia perdido parte de su enorme poder a lo largo de los anos, a medida que los problemas del mundo escapaban ala capacidad de cualquier persona a enfrentarse a ellos en una base igualitaria, el presidente estaba rodeado por un grupo de personas muy capaces y de una lealtad absoluta. Personas cuya capacidad para las actividades encubiertas estaba a anos luz de los muy educados y remilgados periodistas, cuya idea de rastrear algun asunto comprometido era preguntarle a un congresista siempre dispuesto a hablar para los telediarios de la noche. Era un hecho que, si lo deseaba, el presidente Alan Richmond podia moverse con la seguridad de que nadie se enteraria de su paradero. Incluso podia desaparecer de la vista del publico todo el tiempo que quisiera, aunque eso seria la antitesis de lo que un politico deseaba. Este privilegio se reducia a un comun denominador.
El servicio secreto. Eran los mejores entre los mejores. Este grupo de elite lo habia demostrado una y otra vez a lo largo de los anos, como tambien al planear esta actividad mas reciente.
Poco despues del mediodia, Christy Sullivan habia salido del salon de belleza en Upper Northwest. Despues de caminar una manzana, habia entrado en el vestibulo de una casa de apartamentos, y salido al cabo de treinta segundos envuelta en una capa con capucha que llevaba en el bolso. Las gafas de sol ocultaban sus ojos. Recorrio varias manzanas mirando los escaparates, y despues tomo la linea roja hasta Metro Center. Al salir del metro habia caminado otras dos manzanas y se habia metido por un callejon entre dos edificios condenados. Dos minutos mas tarde, un coche con los cristales oscuros salio del callejon. Collin conducia. Christy Sullivan ocupaba el asiento trasero. Despues, permanecio en un lugar seguro con Bill Burton hasta que el presidente se reunio con ella al cabo de unas horas.
Habian escogido la mansion Sullivan como el lugar perfecto para el interludio romantico porque, por una de esas ironias del destino, dicha casa era el ultimo lugar en que cualquier persona hubiese esperado ver a Christy Sullivan. Russell sabia que estaba vacia, protegida solo por un sistema de seguridad que no era ningun obstaculo para sus planes.
Russell se sento en una silla y cerro los ojos. En la casa tenia con ella y el presidente a dos de los miembros mas capacitados del servicio secreto, Y, por primera vez, esto preocupaba a la jefa del gabinete. Los cuatro agentes que les acompanaban esta noche habian sido escogidos por el propio presidente entre el casi centenar destinado a su custodia para estas pequenas aventuras. Todos eran muy leales y capaces. Cuidaban del presidente y aceptaban sin rechistar cualquier cosa que se les pidiera. Hasta esta noche, la fascinacion del presidente Richmond por las mujeres casadas no habia presentado grandes problemas. Pero lo ocurrido lo trastornaba todo. Russell sacudio la cabeza y se forzo a buscar un plan de accion.
Luther estudio el rostro. Era una cara inteligente, atractiva pero tambien muy dura. Casi se alcanzada a ver el proceso mental por las arrugas de la frente. Paso el tiempo y ella no se movio. Entonces Gloria Russell abrio los ojos y su mirada recorrio toda la habitacion, sin perder detalle.
Luther se encogio en un acto reflejo cuando la mirada paso por el espejo como un reflector por el patio de una carcel. Entonces la mirada se detuvo al llegar a la cama. Durante casi un minuto la mujer contemplo al hombre dormido, y en su rostro aparecio una expresion que Luther no acababa de entender. Estaba a medio camino entre una sonrisa y una mueca.
Russell se levanto, se acerco al lecho y miro al hombre. Un hombre del pueblo, o al menos asi lo creia la gente. El hombre de la epoca. Ahora no parecia tan grande. Tenia medio cuerpo sobre la cama, las piernas abiertas, los pies casi en el suelo, una posicion un tanto ridicula cuando se estaba desnudo.
La mujer paseo la mirada por el cuerpo del presidente, y se recreo en algunas partes, una actividad que a Luther le parecio sorprendente a la vista de lo que yacia en el suelo. Antes de que Gloria Russell entrara y se enfrentara a Burton, Luther habia esperado oir sirenas y estar sentado alli mirando a policias, detectives y forenses por todas partes; decenas de unidades moviles de la radio y la television aparcadas delante de la casa. Era obvio que esta mujer tenia otros planes.
Luther habia visto a Gloria Russell en la cnn y en las principales cadenas, ademas de en los periodicos. Sus facciones eran muy caracteristicas: la nariz larga y aquilina entre los pomulos altos, regalo de un antepasado cherokee. El pelo renegrido y lacio hasta los hombros. Los ojos grandes y de un azul tan oscuro como el agua de las profundidades marinas, pozos gemelos llenos de peligros para los descuidados e inconscientes.
Luther se movio en el sillon con mucho cuidado. Mirar a esta mujer delante de una chimenea de la Casa Blanca pontificando sobre los ultimos hechos politicos era una cosa, y otra muy distinta verla moverse por una habitacion donde habia un cadaver y un hombre desnudo y borracho que era el lider del mundo libre. Era un espectaculo que Luther no deseaba ver, aunque no podia apartar la mirada.
Russell miro la puerta, cruzo la habitacion, saco el panuelo, y cerro la puerta con llave. Volvio a paso rapido junto a la cama para mirar al presidente. Tendio una mano, y, por un momento, Luther se puso tenso, pero ella solo acaricio el rostro del presidente. Luther se relajo, pero volvio a tensarse cuando la mano se movio hasta el pecho, y se detuvo por un momento en el vello abundante, antes de continuar hasta el estomago plano que subia y bajaba con normalidad.
Entonces la mano bajo todavia mas; la mujer aparto poco a poco la sabana y la dejo caer al suelo. Metio la mano en la entrepierna. Despues echo una mirada a la puerta y se arrodillo delante del presidente. Luther cerro los ojos. No compartia los peculiares gustos por la observacion del dueno de la casa.
Pasaron varios minutos. Luther abrio los ojos en el momento que Gloria Russell se quitaba las medias y las bragas, y las dejaba sobre una silla. Despues monto a horcajadas al presidente dormido.
Luther volvio a cerrar los ojos. Se pregunto si oirian los crujidos de la cama desde la planta baja. Quiza no, porque era una casa muy grande. Incluso si los oian, ?que podian hacer?
Diez minutos mas tarde, Luther oyo un jadeo involuntario por parte del hombre, y los gemidos de la mujer. Pero Luther mantuvo los ojos cerrados. No sabia muy bien por que. En parte era una combinacion entre el miedo y el disgusto por la falta de respeto a la muerta.
Por fin, Luther abrio los ojos y se encontro que tenia a Russell delante. El corazon le dejo de latir hasta que el cerebro le informo que no pasaba nada. La mujer se puso las bragas y las medias. Despues con toda calma se pinto los labios.
Sonreia, tenia las mejillas arreboladas. Parecia mas joven. Luther miro al presidente. Dormia otra vez profundamente despues de disfrutar de un sueno muy real y placentero. Luther volvio a mirar a Russell.
Resultaba desconcertante ver a esta mujer que le sonreia, en esta habitacion siniestra, sin saber que el estaba alli. Habia poder en el rostro de la mujer. Y una mirada que Luther ya habia viste antes en este cuarto. Esta mujer era peligrosa.
– Quiero que limpien toda la habitacion, excepto eso. -Russell senalo a la difunta senora Sullivan-. Un momento. Es probable que el la tocara por todas partes. Burton, quiero que revise cada centimetro de su cuerpo, y si aparece cualquier cosa ajena hagala desaparecer. Despues vistala.
Burton, con las manos enguantadas, se adelanto para cumplir la orden.
Collin, sentado junto al presidente, le obligo a beber otra taza de cafe. La cafeina ayudaria a despertarle, pero solo el paso del tiempo borraria todo rastro de resaca. Russell se sento al otro lado. Cogio la mano del presidente entre las suyas. Le habian vestido, solo faltaba peinarle. Le dolia el brazo, pero se lo habian vendado lo mejor posible. Gozaba de una salud excelente; la herida cicatrizaria sin problemas.
– ?Senor presidente? ?Alan? ?Alan? -Russell le sujeto la barbilla y le volvio el rostro hacia ella.
?Tenia el alguna idea de lo que le habia hecho? Lo dudaba. ?El habia deseado tanto echar un polvo esta noche! Poseer a una mujer. Ella le habia entregado su cuerpo. Objetivamente habia cometido una violacion. Pero lo que no cabia duda es que habia satisfecho los suenos de un hombre. No tenia ninguna importancia que el no recordara el episodio, el sacrificio. Pero ahora si se enteraria de lo que ella iba a hacer por el.