bragueta y le rasco el pene con las unas a traves de la tela. El casi grito al sentir el miembro apretado por los pantalones. Una vez mas el intento tocarla pero Gloria le retuvo. Le desabrocho el cinturon y le quito los vaqueros que cayeron al pie de la cama. Despues le libero el miembro que se alzo como un resorte y ella lo acogio entre las piernas, apretandolo muy fuerte entre los muslos.

Gloria le rozo los labios con los suyos y luego apoyo la boca contra la oreja.

– Tim, me deseas, ?no es asi? Estas loco por follarme, ?verdad? El respondio con un gemido y la sujeto por las nalgas, pero ella le aparto las manos en el acto.

– ?No es asi?

– Si.

– La otra noche yo tambien te deseaba. Y entonces aparecio el. -Lo se, y lo siento. Hablamos y…

– Si, me lo dijo. Me comento que no le dijiste nada sobre nosotros. Que eres un caballero.

– No era asunto suyo.

– Asi es, Tim. No era asunto suyo. Y ahora quieres follarme, ?verdad?

– Si, Gloria, si.

– Tanto que no aguantas mas.

– Estoy a punto de reventar, te lo juro, a punto de reventar.

– Follas tan bien, Tim, follas tan bien.

– Venga, carino, venga. Esta vez sera increible.

– Lo se, Tim. No hago otra cosa que pensar en hacer el amor contigo. Lo sabes, ?verdad?

– Si. -Collin sentia tanto dolor que se le saltaban las lagrimas. Ella le lamio las lagrimas, casi con ganas de echarse a reir.

– ?Y estas seguro de que me deseas? ?Absolutamente seguro?

– ?Si!

Collin lo presintio antes de que la mente registrara el hecho. Fue como una rafaga de viento helado.

– Vete.

Lo dijo sin prisa, con premeditacion, como si lo hubiese ensayado hasta conseguir el tono preciso, la inflexion correcta. Ella se aparto pero sin dejar de apretarle el miembro hasta que se escapo entre las rodillas.

– Gloria.

Recibio el golpe de los vaqueros en la cara mientras permanecia tumbado en la cama. Cuando los aparto, ella se habia tapado con una bata.

– Sal de mi casa. Ahora.

El se vistio a la carrera, avergonzado, ante la mirada de Gloria. Ella le siguio hasta la puerta principal, la abrio y en el momento en que el ya salia le dio un empujon y cerro dando un portazo.

Collin miro atras por un instante; se pregunto si ella reia o lloraba detras de la puerta o permanecia impasible. No habia pretendido hacerle dano. Era obvio que la habia avergonzado. No tendria que haberlo hecho de aquella manera. Ella, desde luego, se habia vengado de la verguenza, llevandole hasta el umbral de la eyaculacion, manipulandole como si se tratara de un experimento de laboratorio, para despues dejarle con un palmo de narices.

Pero mientras caminaba de regreso hacia el coche, el recuerdo de la expresion en el rostro de Gloria le hizo agradecer el final de su relacion.

Por primera vez desde que trabajaba en la fiscalia de la mancomunidad, Kate llamo para decir que estaba enferma. Sentada en la cama y con la manta hasta el cuello, contemplaba el cielo gris a traves de la ventana. Cada vez que habia intentado levantarse, la imagen de Bill Burton aparecia ante ella como una enorme mole de granito que amenazaba con aplastarla.

Se deslizo por el colchon como si se metiera en una banera de agua caliente, justo por debajo de la superficie donde no podia oir ni ver nada de lo que ocurria a su alrededor.

No tardarian en aparecer. Como le habia pasado a su madre, tantos anos atras. Gente que entraba con prepotencia y hacia preguntas que la madre de Kate no podia responder. Buscaban a Luther.

Penso en el estallido de Jack de la otra noche y cerro los ojos bien fuerte, en un intento por borrar las palabras.

Maldito.

Estaba cansada, nunca en ningun juicio se habia cansado tanto. Y esto se lo habia hecho el, como se lo habia hecho a su madre. La habia atraido a la telarana a pesar de que ella no queria, le detestaba e incluso la destruiria si pudiese.

Se volvio a sentar, le faltaba el aire. Se apreto la garganta con los dedos, bien fuerte, para evitar otro ataque de angustia. Cuando se calmo, se puso de costado y miro la foto de su madre.

El era lo unico que le quedaba. Casi se echo a reir. Luther Whitney era su unica familia. Que Dios se apiadara de ella.

Se acosto a esperar. A esperar que llamaran a la puerta. De madre a hija. Ahora era su turno.

En aquel momento, a solo diez minutos de distancia, Luther repasaba una vez mas el viejo recorte de periodico. Junto al codo tenia una taza de cafe. Al fondo se oia el zumbido del aparato de aire acondicionado. En la pantalla del televisor aparecia la cnn. Por lo demas, el cuarto estaba en absoluto silencio.

Wanda Broome habia sido una amiga. Una buena amiga. Desde que se habian conocido por casualidad en una pension de Filadelfia, despues de que Luther cumpliera la ultima condena y Wanda su primera y unica. Y ahora ella tambien habia muerto. Se habia quitado la vida, decia el periodico, tumbada en el asiento delantero de su coche con un punado de pastillas en el estomago.

Para Luther esto ya era demasiado. Le parecia vivir en una pesadilla continua. Se despertaba y cuando se miraba en el espejo, las facciones cada vez mas hundidas y grises, era consciente que de esta no se libraria.

Resultaba una ironia, a la sombra de la tragica muerte de Wanda, que robar en la casa de los Sullivan hubiera sido idea de ella. Una idea triste y lamentable vista en retrospectiva, pero que habia surgido de su fertil imaginacion. Una idea a la que se habia aferrado con unas y dientes a pesar de las serias advertencias de su madre y de Luther.

Lo habian planeado y el lo habia puesto en practica. Asi de sencillo. Ademas, el habia querido hacerlo. Representaba un desafio, y un desafio combinado con una gran recompensa resultaba una tentacion imposible de resistir.

?Que habia sentido Wanda al ver que Christine Sullivan no bajaba de aquel avion? Y sin poder avisar a Luther que la costa no estaba tan despejada como creian.

Ella habia sido amiga de Christine Sullivan. En eso habia sido muy sincera. Un recordatorio de la gente real en medio del sibaritismo de la vida de Walter Sullivan, donde todos no solo eran hermosos, como lo habia sido Christine Sullivan, sino educados, con buenas relaciones y muy sofisticados, cosas estas que Christine Sullivan no era ni nunca seria. Y por esa amistad cada vez mas intima, Christine Sullivan le habia dicho a Wanda cosas que nunca tendria que haber mencionado, incluido, finalmente, la existencia y el contenido de la caja fuerte detras de la puerta espejo.

Wanda estaba convencida de que los Sullivan tenian tanto que no echarian a faltar tan poco. Luther sabia que el mundo no funcionaba asi, y probablemente Wanda tambien, pero ahora eso ya no tenia importancia.

Despues de toda una vida de penurias, donde siempre faltaba el dinero, Wanda habia buscado el premio gordo. Como habia hecho Christine Sullivan, y ninguna de las dos se habia dado cuenta del precio que pagarian.

Luther habia viajado a Barbados para transmitirle un mensaje a Wanda, pero ella ya se habia marchado. Entonces le envio la carta a su madre. Sin duda, Edwina se la habia dado. Pero ?le habia creido? Incluso en el caso afirmativo, habian sacrificado la vida de Christine Sullivan. Para Wanda, en su mentalidad, habia sido un sacrificio a su codicia y el deseo de poseer a lo que no tenia derecho. Luther se imagino esos pensamientos desfilando por la cabeza de su amiga mientras iba sola, en el coche, hasta aquel lugar desierto; mientras quitaba la tapa del frasco para sacar las pastillas; mientras se hundia en el sueno mortal.

Ni siquiera habia podido asistir al funeral. No podia decirle a Edwina Broome lo mucho que lo sentia, sin correr el riesgo de arrastrarla a la pesadilla. Habia estado tan unido a Edwina como lo habia estado a Wanda, en algunas cosas quiza mas. Edwina y el habian pasado muchas noches intentando disuadir a Wanda sin conseguirlo. Y solo

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