Acabaron en el mismo lugar donde Jack y Luther se habian encontrado. Frank comio con apetito, pero Kate ni probo su plato.

– Usted eligio el lugar -comento Frank-. Pense que le gustaba la comida. No es nada personal pero no le vendria mal engordar un poco.

– ?Asi que tambien es consejero dietetico? -replico Kate con la sombra de una sonrisa en el rostro.

– Tengo tres hijas. La mayor tiene dieciseis anos, pesa cincuenta kilos y jura que es obesa. Es casi tan alta como yo. Si no fuera porque tiene las mejillas sonrosadas diria que es anorexica. Y mi esposa, caray, siempre esta haciendo dieta. Para mi esta preciosa, pero supongo que debe haber una figura ideal que todas las mujeres intentan conseguir.

– Todas excepto yo.

– Coma, por favor. Es lo que les digo a mis hijas todos los dias. Coma.

Kate cogio el tenedor y consiguio comerse la mitad de la comida. Mientras ella bebia su te y Frank sostenia con las dos manos el tazon de cafe, la conversacion volvio a Luther Whitney.

– Si piensa que tiene lo suficiente para detenerlo, ?como es que todavia no lo ha hecho?

Frank sacudio la cabeza. Dejo sobre la mesa el tazon de cafe.

– Usted estuvo en su casa. Hace tiempo que no va por alli. Es probable que huyera inmediatamente despues del crimen.

– Si el lo hizo. No tiene mas que un monton de pruebas circunstanciales. Eso ni siquiera se aproxima a lo que se llama una duda razonable, teniente.

– ?Puedo hablarle con franqueza, Kate? Por cierto, ?puedo llamarle Kate?

Ella asintio. Frank apoyo los codos en la mesa y la miro.

– Dejemos de lado tantas tonterias, y vayamos al grano. ?Por que le resulta tan dificil creer que su padre mato a la mujer? Le condenaron tres veces. Por lo que parece, siempre ha vivido rozando la ilegalidad. Le han interrogado una docena de veces por otros robos, aunque no pudieron probarle nada. Es un ladron profesional. Usted sabe como son. La vida de los demas les importa una mierda.

Kate bebio un trago de te antes de contestar. ?Un ladron profesional? Claro que lo era. No tenia ninguna duda de que su padre habia continuado robando durante todos estos anos. Lo tenia metido en la sangre. Como un adicto a la cocaina. Incurable.

– No es un asesino -respondio en voz baja-. Puede robar a la gente, pero nunca hizo dano a nadie. No hace las cosas de esa manera.

?Que habia dicho Jack exactamente? Su padre estaba asustado. Tenia tanto miedo que vomitaba. Nunca le habia tenido miedo a la policia. Pero ?y si habia matado a la mujer? Quizas habia sido un accidente, se habia disparado el arma y la bala habia acabado con la vida de Christine Sullivan. Todo podia haber pasado en cuestion de segundos. Sin tiempo para pensar. Solo actuar. Para evitar ir a la prision. Todo era posible. Si su padre habia matado a la mujer, estaria asustado, aterrorizado, vomitaria.

Entre todo el dolor, el recuerdo mas claro que tenia de su padre era su gentileza. Sus manos grandes rodeando las suyas. Era callado con las demas personas hasta el punto de parecer grosero. Pero con ella hablaba. No hablaba superficialmente como hacian la mayoria de adultos. Conversaba con ella de las cosas que eran interesantes para una nina pequena. Las flores, los pajaros y los cambios de color repentinos en el cielo. Y de vestidos, cintas para el pelo y de dientes flojos que ella no dejaba tocar. Eran momentos breves y sinceros entre padre e hija, encajados entre la violencia subita de las condenas, de la carcel. A medida que se habia hecho mayor, aquellas conversaciones habian perdido espontaneidad, en tanto que la ocupacion del hombre detras de las carantonas y las manos grandes habia dominado su vida, su perspectiva de Luther Whitney.

?Como podia decir que este hombre no mataria?

Frank no paso por alto el parpadeo. Alli habia una brecha. Lo intuia. Se echo mas azucar en el cafe.

– ?Asi que segun usted es inconcebible que el haya matado a la mujer? Pensaba que ustedes dos no mantenian ningun contacto.

– No digo que sea inconcebible. Solo digo que… -Sintio verguenza. Habia interrogado a centenares de testigos y ninguno se habia comportado con tanta torpeza como ella.

Abrio el bolso y busco el paquete de Benson amp; Hedges. Frank echo mano de los caramelos en cuanto vio los cigarrillos. Ella solto el humo a un lado mientras miraba los caramelos.

– ?Tambien intenta dejarlo? -pregunto con un tono comprensivo.

– Lo intento en vano. ?Decia?

Kate dio otra calada al cigarrillo. La distraccion le ayudo a serenar los nervios.

– Hace anos que no veo a mi padre. No nos tratamos. Es posible que haya podido matar a la mujer. Cualquier cosa es posible. Pero eso no sirve en un juicio. Lo unico que cuenta son las pruebas. Punto.

– Y nosotros intentamos disponer de todos los elementos para acusarle.

– ?Tienen alguna prueba fisica que lo relacione con la escena del crimen? ?Huellas dactilares? ?Testigos? ?Alguna cosa asi?

– No -respondio Frank, despues de pensarlo por un instante.

– ?Han conseguido relacionar algo de lo robado con el?

– No.

– ?Que dice el informe de balistica?

– Nada. Un proyectil inservible y no tenemos el arma.

Kate se acomodo mejor en la silla, mucho mas tranquila a medida que la conversacion se centraba en el analisis legal del caso.

– ?Es lo unico que tiene? -pregunto Kate con los ojos entrecerrados.

– Eso es todo -respondio Frank, que se encogio de hombros. Entonces, no tiene nada, detective. ?Nada!

– Tengo mis instintos y mis instintos me dicen que Luther Whitney estuvo aquella noche en la casa y en el dormitorio. Lo que quiero saber es donde esta ahora.

– En eso si que no puedo ayudarle. Se lo dije a su companero la otra noche.

– Pero usted fue alli. ?Por que?

Kate se encogio de hombros. Habia decidido no mencionar su conversacion con Jack. ?Ocultaba evidencias? Quiza.

– No lo se. -Eso, en parte, era verdad.

– Tengo la impresion, Kate, de que es una de esas personas que siempre saben por que hacen las cosas.

El rostro de Jack aparecio por un instante en su mente. Lo aparto enojada.

– Se sorprenderia, teniente.

Frank cerro la libreta con mucha ceremonia y se inclino sobre la mesa.

– De verdad que necesito su ayuda.

– ?Para que?

– Esto es entre nosotros dos, no es oficial, o como quiera llamarle. Me interesan mas los resultados que las sutilezas legales. -Algo muy curioso de decirle a una fiscal.

– No digo que no me atenga a las reglas. -El teniente acabo por ceder y encendio un cigarrillo-. Lo unico que digo es que, si esta a mi alcance, busco el punto mas debil. ?De acuerdo?

– De acuerdo.

– Segun la informacion de que dispongo si bien usted no mantiene ninguna relacion con su padre, el no deja de preocuparse por usted.

– ?Quien se lo dijo?

– Caray, soy detective. ?Es verdad o no?

– No lo se.

– Maldita sea, Kate, no me venga con rollos. ?Es verdad o no?

– ?Es verdad! ?Satisfecho? -Kate aplasto la colilla.

– Todavia no, pero no falta mucho. Tengo un plan para hacerle salir a la luz, y quiero que me ayude.

– No veo en que puedo ayudarle. -Kate intuyo lo que vendria a continuacion. Lo vio en los ojos de Frank.

El detective tardo diez minutos en explicarselo. Ella rehuso tres veces. Media hora mas tarde seguian discutiendo. Frank se apoyo por un momento en el respaldo y despues volvio a inclinarse bruscamente sobre la mesa.

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