– Luther, si no me das alguna informacion tendre que improvisar sobre la marcha.
Luther bebio un trago de cafe mientras miraba a traves de la ventana el roble pelado y solitario que habia junto al edificio. La nevada era espesa. Bajaba la temperatura y la circulacion era un desastre.
– ?Que quieres que te diga, Jack? Consigueme un arreglo, evitanos a todos las molestias del juicio y acabemos con este asunto.
– Me parece que no lo entiendes, Luther. Este es el arreglo que ofrecen. Te ataran en una camilla, te meteran una aguja en la vena, te llenaran de veneno y diran que eres un experimento de quimica. Aunque creo recordar que la comunidad permite que el condenado escoja. La inyeccion o asarte en la silla electrica. Eso es lo que ofrecen.
Jack se levanto y fue a mirar por la ventana. Por un momento paso por su cabeza la imagen de una encantadora velada delante de un buen fuego en la chimenea de la mansion mientras los pequenos Jack y Jennifer correteaban por el patio. Trago saliva, sacudio la cabeza y volvio a mirar a Luther.
– ?Has escuchado lo que acabo de decir?
– Te he oido. -Por primera vez, Luther devolvio la mirada de Jack.
– Luther, ?quieres por favor decirme que paso? Quizas estabas en aquella casa, quiza robaste el contenido de la caja fuerte, pero nunca, nunca conseguiras hacerme creer que tu mataste a la mujer. Te conozco, Luther.
– ?De veras, Jack? -Luther sonrio-. Eso esta bien, quizas uno de estos dias podras decirme quien soy.
– Te declarare no culpable -afirmo Jack al tiempo que guardaba el bloc en el maletin-. Quiza recuperes la sensatez antes de que comience el juicio. -Hizo una pausa y anadio-: Asi lo espero.
Se volvio dispuesto a marcharse. Sintio la mano de Luther que se posaba sobre su hombro. Miro al viejo y vio como le temblaba el rostro.
– Jack. -Luther trago con dificultad, le parecia tener la lengua hinchada como un balon-. Si pudiera decirtelo te lo diria. Pero eso no serviria de nada, ni a ti, ni a Kate o a cualquier otro. Lo siento.
– ?Kate? ?De que hablas?
– Ya nos veremos, Jack. -Luther miro otra vez por la ventana. Jack miro a su amigo, sacudio la cabeza, y golpeo la puerta para llamar al guardia.
Los gruesos copos de nieve habian sido reemplazados por el granizo que repiqueteaba contra los ventanales como una lluvia de guijarros. Kirksen no presto atencion al tiempo sino que miro directamente a Lord. La pajarita del socio gerente estaba un poco torcida. Se dio cuenta al verse reflejado en el cristal y la enderezo con un ademan furioso. Le brillaba la calva por culpa de la rabia y la indignacion. El mierda de Jack iba a recibir su merecido. Nadie le hablaba a el de esa manera.
Sandy Lord contemplo la masa oscura de los edificios en el horizonte. Un puro humeaba en su mano derecha. Se habia quitado la chaqueta y la enorme barriga tocaba la ventana. Los tirantes rojos resaltaban sobre el blanco inmaculado de la camisa almidonada. Miro con atencion a una figura que cruzaba la calle a la carrera detras de un taxi.
– Esta socavando la relacion que tiene esta firma, y la tuya, con Walter Sullivan. No quiero imaginar lo que debe haber pensado Sullivan esta manana cuando vio el periodico. Su propia firma, su abogado representando a esta persona. ?Dios mio!
Lord solo escuchaba en parte el discurso de Kirksen. No tenia noticias de Sullivan desde hacia varios dias. Las llamadas a la oficina ya su casa no habian sido contestadas. Nadie sabia donde estaba. Este no era un comportamiento habitual. Su viejo amigo siempre se habia mantenido en contacto permanente con un reducido circulo de personalidades del que Sandy Lord formaba parte.
– Sugiero, Sandy, que tomemos una decision inmediata contra Graham. No podemos dejarlo correr. Sentaria un precedente nefasto. Me importa un comino que Baldwin sea su cliente. Caray, Baldwin es conocido de Walter. Debe estar furioso con toda esta situacion. Podemos convocar una reunion del comite de direccion para esta noche. No creo que tardemos mucho en adoptar una decision. Entonces…
Por fin Lord levanto una mano para interrumpir la palabreria de Kirksen.
– Yo me encargare del asunto.
– Pero, Sandy, como socio gerente creo que…
Lord se volvio para mirarle. Los ojos enrojecidos se clavaron en la figura canija de Kirksen como dos punales.
– Dije que me encargare del asunto.
Lord miro otra vez por la ventana. Le traia sin cuidado ofender a Kirksen. Lo unico que le preocupaba era que alguien habia intentado matar al hombre acusado de asesinar a Christine Sullivan. Y que nadie podia hablar con Walter Sullivan.
Jack aparco el coche, miro al otro lado de la calle y cerro los ojos. Esto no le sirvio de nada porque la matricula privada parecia estar impresa en la retina. Salio del coche y esquivo a los vehiculos mientras cruzaba el pavimento resbaladizo.
Metio la llave en la cerradura, se armo de valor y abrio la puerta.
Jennifer le esperaba sentada en una silla junto al televisor. La falda corta negra hacia juego con los zapatos de tacon alto negros y las medias caladas del mismo color. La blusa blanca abierta; en el cuello un collar de esmeraldas refulgia como un faro en la pequena habitacion. Habia un abrigo largo de marta cibelina bien doblado sobre el sofa cubierto con una sabana. La joven repiqueteaba con las unas contra el televisor cuando el entro. Jennifer le miro sin decir palabra. Los labios pintados color rubi formaban una linea recta.
– Hola, Jenn.
– No hay duda de que has estado muy ocupado en las ultimas veinticuatro horas, Jack. -Ella no sonrio; continuo repiqueteando con las unas.
– Tengo que ganarme la vida, ya lo sabes. -Se quito el abrigo y la corbata; fue a la cocina a buscar una cerveza y cuando volvio se sento en el sofa-. Sabes, he conseguido un caso.
Jennifer metio una mano en el bolso, saco un ejemplar del
– Estoy enterada.
El miro los titulares.
– Tu firma no te dejara hacerlo.
– Mala suerte, ya lo he hecho.
– Ya sabes lo que quiero decir. ?Que diablos se te ha metido en la cabeza?
– Jenn, conozco al tipo, ?esta bien? Le conozco, es amigo mio. No le creo capaz de matar a nadie y voy a defenderlo. Es algo que hacen los abogados todos los dias en todos los lugares donde hay acusados, y en este pais los encuentras hasta debajo de las piedras.
– Se trata de Walter Sullivan, Jack -le recordo Jennifer-. Piensa en lo que haces.
– Se que Walter Sullivan esta por medio, Jenn. ?Y que? ?Luther Whitney no se merece una buena defensa porque alguien dice que mato a la esposa de Walter Sullivan? Perdona, pero ?donde esta escrito?
– Walter Sullivan es tu cliente.
– Luther Whitney es mi amigo y le conozco desde mucho antes que a Walter Sullivan.
– Jack, el hombre que defiendes es un criminal vulgar. Ha estado en la carcel buena parte de su vida.
– Hace veinte anos que no ha pisado una carcel.
– Es un ladron convicto.
– Pero nunca le condenaron por asesinato -replico Jack.
– En esta ciudad hay mas abogados que asesinos. ?Por que no se puede ocupar del caso otro abogado?
– ?Quieres una cerveza?
– Responde a mi pregunta.
Jack se levanto y arrojo la botella contra la pared.
– ?Porque el me lo pidio!
Jenn le miro, la expresion de miedo que aparecio en su rostro se esfumo en cuanto los trozos de cristal y la cerveza cayeron al suelo. Recogio el abrigo y se lo puso.
– Estas cometiendo un error muy grave y espero que recuperes la sensatez antes de que el dano sea irreparable. A mi padre casi le dio un ataque cuando leyo el articulo.