Jack apoyo una mano sobre el hombro de la muchacha y la obligo a volverse.

– Jenn, esto es algo que debo hacer -dijo en voz baja-. Confiaba en que tu me apoyarias.

– Jack, ?por que no dejas de beber cerveza y comienzas a pensar en como quieres vivir el resto de tus dias?

Jennifer se marcho y Jack se apoyo contra la puerta masajeandoselas sienes hasta que le parecio que la piel se le desprenderia por la presion ejercida por los dedos. Observo a traves de los cristales sucios de la ventana como desaparecia el coche en la nevada. Se sento en el sofa y releyo los titulares.

Luther queria hacer un trato pero no habia trato posible. El escenario estaba preparado. Todo el mundo queria asistir al juicio. Los informativos de television habia hecho un analisis detallado del caso; decenas de millones de personas habian visto la foto de Luther. Las encuestas sobre la inocencia o culpabilidad de Luther marcaban que el publico le consideraba culpable por amplia mayoria. Y Gorelick se relamia los labios pensando que esta era la oportunidad de oro para aspirar al cargo de fiscal general en unos pocos anos. En Virginia, los fiscales generales solian presentarse, y ganaban, a las elecciones a gobernador.

Bajo, calvo y griton. Gorelick era tan mortifero como una cascabel rabiosa. Juego sucio, etica dudosa, siempre dispuesto a clavar el punal en la espalda a la primera ocasion. Asi era George Gorelick. Jack sabia que le aguardaba una pelea muy dura.

Mientras tanto, Luther no hablaba. Tenia miedo. ?Que tenia que ver Kate con ese miedo? Nada encajaba. Manana se presentaria ante el juez y solicitaria la absolucion de Luther cuando no tenia nada para demostrar que no era culpable. Pero probarlo era trabajo del estado. El problema radicaba en que podian hacerlo. Jack podia buscarle los tres pies al gato, pero su cliente habia estado tres veces en la carcel aunque en los ultimos veinte anos no aparecian mas delitos en sus antecedentes. A ellos les tenia sin cuidado. ?Por que iban a preocuparse? El tipo era el final perfecto para una historia tragica. El ejemplo ideal de la regla de las tres condenas.

Arrojo el periodico al otro lado de la habitacion, recogio los cristales rotos y limpio la cerveza derramada. Se froto la nuca, tenia los musculos rigidos. Fue al dormitorio y se puso un chandal.

La ymca estaba a diez minutos de su casa. Jack tuvo la suerte de encontrar un hueco delante mismo del local y aparco el coche. El sedan negro que venia detras no tuvo la misma suerte. El conductor dio varias vueltas a la manzana hasta que se decidio a aparcar en la acera opuesta. Limpio el vaho de la ventanilla del pasajero y miro el edificio de la ymca. Al cabo de un instante salio del coche y subio las escaleras. Echo una ojeada a su alrededor, observo el Lexus y despues entro en el local.

Tres partidos de baloncesto mas tarde, Jack estaba empapado de sudor. Se sento en el banco mientras los adolescentes continuaban jugando con el vigor inagotable de la juventud. Jack gimio cuando uno de los larguiruchos chicos negros, vestido con unos pantalones cortos que le venian grandes, camiseta de tirantes y unas zapatillas enormes, le lanzo la pelota. Se la devolvio.

– Lo siento, tios, ya es suficiente.

– ?Que pasa, tio, estas cansado?

– No, solo viejo.

Jack se masajeo las pantorrillas para aliviar las agujetas y abandono la cancha.

En el momento que salia del edificio sintio que una mano se posaba sobre su hombro.

Jack conducia el coche. Miro de reojo a su acompanante. Seth Frank miraba con admiracion el interior del Lexus.

– Me han contado maravillas de estos coches. ?Cuanto le costo si no le molesta que pregunte?

– Cuarenta y nueve mil quinientos.

– ?Diablos! No los gano en todo el ano.

– Tampoco yo hasta hace poco.

– Creo que los defensores publicos no ganan mucho.

– Asi es.

Permanecieron en silencio durante un par de minutos. Frank era consciente de que estaba infringiendo todas las reglas y Jack tambien lo sabia. Por fin, Jack le miro.

– Escuche, teniente, doy por hecho que no esta aqui para hablar del coche. ?Quiere alguna cosa?

– Gorelick tiene un caso ganador contra su cliente.

– Quiza. Tal vez no. No tengo intencion de tirar la toalla si es eso lo que quiere averiguar.

– ?Pedira la absolucion?

– No, voy a llevarlo hasta el centro correccional de Greensville y yo mismo me encargare de inyectarle la mierda. Siguiente pregunta.

– Bueno, me lo merezco -reconocio Frank con una sonrisa-. Usted y yo tenemos que hablar. Hay algunas cosas en este caso que no concuerdan. No se si favorecen o hunden mas a su cliente. ?Esta dispuesto a escuchar?

– De acuerdo, pero no crea que sera un intercambio de informacion.

– Conozco un lugar donde la carne la puedes cortar con el tenedor y el cafe es pasable.

– ?Es un lugar discreto? No creo que le siente bien el uniforme.

– Siguiente pregunta -contesto Frank sonriente.

Jack le devolvio la sonrisa, y se acercaron hasta su casa para cambiarse.

Jack pidio otra taza de cafe mientras Frank continuaba con la primera. La carne rellena resulto deliciosa, y el lugar estaba tan aislado que Jack ni siquiera tenia claro donde se encontraba. En alguna parte del sur de Maryland. Echo una ojeada a los pocos comensales del restaurante. Nadie se fijaba en ellos. Se volvio hacia su companero de mesa que le miraba con una expresion risuena.

– Tengo entendido que usted y Kate Whitney mantuvieron una relacion hace tiempo.

– ?Se lo dijo ella?

– Que va, no. Vino a la comisaria unos minutos despues de que usted se marchara. El padre no quiso verla. Hable con ella un rato. Me disculpe por como habian ido las cosas. -Los ojos de Frank brillaron por un momento, y anadio-: No tendria que haber hecho lo que hice, Jack. Utilizarla para cazar al padre. Nadie se lo merece.

– Funciono. Algunas personas le dirian que no se debe lamentar el exito.

– Esta bien. La cuestion es que hablamos de usted. No soy tan viejo como para no ver un destello en los ojos de una mujer.

La camarera trajo el cafe de Jack. El bebio un trago. Los dos hombres miraron a traves de la ventana. Habia cesado la nevada y el campo aparecia cubierto de un grueso y esponjoso manto blanco.

– Escuche, Jack, se que el caso contra Luther es circunstancial, pero en muchas ocasiones ha sido suficiente para enviar a mucha gente a la carcel.

– No lo dudo.

– La verdad, Jack, es que hay un monton de cosas que no encajan.

– Le escucho.

Frank echo una ojeada al salon y despues miro otra vez a Jack.

– Se que me estoy jugando el tipo, pero no me hice policia para enviar gente a la carcel por delitos que no cometieron. Ya tienen bastantes culpables ahi dentro.

– ?Que es lo que no encaja?

– Algunas cosas las vera usted mismo cuando reciba todos los informes, pero la cuestion es que estoy convencido de que Luther Whitney cometio el robo en la casa, y tambien estoy convencido de que no mato a Christine Sullivan. Pero…

– Pero piensa que vio al que lo hizo.

– ?Cuanto hace que lo piensa? -le pregunto el teniente que se echo para atras en la silla y le miro sorprendido.

– No hace mucho. ?Alguna idea al respecto?

– Creo que a su hombre casi le pillaron con las manos en la masa y entonces tuvo que meterse dentro.

Jack le miro extranado. Frank se tomo unos pocos minutos para hablarle de la caja fuerte, la incongruencia de las pruebas materiales y sus propias dudas.

– Asi que Luther esta metido en la caja fuerte mirando lo que hacen la senora Sullivan y el tio que esta con ella. Entonces pasa alguna cosa y la matan. Despues, Luther ve como limpian todas los huellas.

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