lo que significaba la solicitud de absolucion, y si Luther estaba satisfecho con su representante legal. La unica cosa que preocupaba a Jack era que Luther le enviara a tomar por el culo y se declarara culpable. Esto ya habia ocurrido en otras ocasiones. ?Y quien sabia lo que podia pasar? El juez quiza lo aceptara. Pero lo mas probable era que el juez se atuviera al reglamento, porque, en un caso de asesinato donde se pedia la pena capital, cualquier fallo en los procedimientos podia dar pie a una apelacion. Y las apelaciones en las condenas a muerte podian durar anos. Jack tendria que confiar en que las cosas salieran bien.
Con un poco de suerte, todo el procedimiento duraria cinco minutos. Fijarian la fecha del juicio y entonces comenzaria la diversion.
Dado que la mancomunidad ya disponia de una orden de acusacion contra el, Luther no tenia derecho a una audiencia preliminar. A Jack no le hubiera servido de mucho, pero al menos habria tenido la ocasion de echarle una ojeada al caso de la mancomunidad y de hacerle algunas preguntas a los testigos de la acusacion, aunque los jueces del circuito por lo general no dejaban que los defensores utilizaran las audiencias preliminares para averiguar alguna cosa.
Tambien podria haber aceptado la orden de procesamiento, pero la intencion de Jack era hacerles luchar por cada punto. Queria a Luther ante el jurado, para que todos le vieran, y queria que la solicitud de absolucion se escuchara con toda claridad. Despues pretendia tumbar a Gorelick con la peticion de cambio de juzgado y sacar el caso de la jurisdiccion del condado de Middleton. Con un poco de suerte nombrarian a otro fiscal y el senor Futuro Fiscal General se pillaria un cabreo que le duraria decadas. Y a continuacion conseguiria que Luther hablara. Kate tendria proteccion. Luther contaria su historia y entonces llegarian al arreglo del siglo. Jack miro a Luther.
– Tienes buena pinta.
Los labios de Luther se torcieron en una mueca de burla.
– Kate quiere verte antes del proceso.
– No. -La respuesta de Luther sono como un disparo.
– ?Por que no? Ya esta bien, Luther. Primero querias recuperar tu relacion con ella, y ahora que, por fin, Kate parece dispuesta, tu te cierras. Maldita sea, hay veces que no te entiendo.
– No la quiero cerca de mi.
– Mira, ella lamenta lo que hizo. Esta destrozada, te lo juro.
– ?Cree que estoy enojado con ella? -pregunto Luther.
Jack se sento. Por primera vez habia conseguido la atencion de Luther. Se reprocho no haber probado antes con este tema.
– Claro que si. ?Por que otro motivo no querrias verla?
Luther miro la vulgar mesa de pino y meneo la cabeza, disgustado.
– Dile que no estoy enojado. Ella hizo lo correcto. Diselo.
– ?Por que no se lo dices tu?
Luther se levanto con un movimiento brusco camino por el cuarto antes de detenerse delante de Jack,
– ?Sabes una cosa? Este lugar tiene muchos ojos. ?Me comprendes? Alguien la ve aqui conmigo, entonces ese alguien piensa que ella sabe algo que no sabe. Creeme, eso no es bueno.
– ?De quien hablas?
– Solo transmitele lo que te digo. -Luther se sento-. Dile que la quiero, que siempre la he querido y la querre. Convencela, Jack. Lo demas no importa.
– ?Me estas diciendo que ese alguien pensara que me has dicho algo aunque no me lo hayas dicho?
– Te dije que no aceptaras el caso, Jack, pero no quisiste escucharme.
Jack encogio los hombros, abrio el maletin y saco un ejemplar del
– Mira los titulares.
Luther echo una ojeada a la primera pagina. Entonces en un arrebato de colera arrojo el periodico contra la pared.
– ?Maldito cabron! ?Maldito cabron! -Las palabras explotaron de la boca del viejo.
Se abrio la puerta de la habitacion y un guardia gordo asomo la cabeza, con una mano puesta sobre el arma reglamentaria. Jack le indico con un ademan que no pasaba nada y el poli se aparto lentamente sin quitar la mirada de Luther.
Jack dejo la silla y fue a recoger el periodico. En la primera plana aparecia una foto de Luther tomada delante de la comisaria. El titular, en letras enormes, reservadas casi siempre para noticias como «Los Skins ganan la Super Bowl», decia: Hoy se presenta ante el juez el presunto asesino de Sullivan. Jack observo el resto de la pagina. Mas muertes en la antigua Union Sovietica mientras continuaba la limpieza etnica. El departamento de Defensa preparaba otro recorte presupuestario. La mirada de Jack paso por encima pero sin darse cuenta en el anuncio del presidente Alan Richmond sobre la reforma de la asistencia sanitaria y una foto del primer mandatario en un centro infantil de los barrios pobres del sudeste de la capital.
El rostro sonriente habia sido como un mazazo en la frente de Luther. Con un bebe negro en los brazos para que todo el mundo le viera. Mentiroso cabron hijo de puta. En sus recuerdos, el puno machacaba el rostro de Christine Sullivan. La sangre volaba por el aire. Las manos se cerraban sobre la garganta como una serpiente, arrancandole la vida sin ningun remordimiento. Era un ladron de vidas. Besaba bebes y asesinaba mujeres.
– ?Luther? ?Luther? -Jack apoyo una mano sobre el hombro de Luther. El viejo se sacudia como una maquina que necesitaba una puesta a punto, amenazaba con saltar hecho pedazos, sin poder contenerse por mas tiempo en el interior de una cascara que se resquebrajaba. Por un momento, Jack se pregunto si Luther habria matado a la mujer, si su amigo se habria vuelto loco. Sus temores se disiparon cuando Luther volvio a mirarle. Los ojos aparecian serenos una vez mas.
– Solo dile a Kate lo que te he dicho, Jack. Acabemos de una vez con esto.
El juzgado de Middleton habia sido desde siempre el centro del condado. El edificio, construido hacia ciento noventa y cinco anos, habia sobrevivido a la guerra contra los ingleses en 1812, a los yanquis y a los confederados en la guerra de la agresion nortena o la guerra civil segun el lado de la linea Mason-Dixon en que estuviera la persona que respondiera. Las obras de reforma de 1947 lo habian remozado y los ciudadanos honrados esperaban que siguiera en pie para disfrute de sus biznietos, y que lo visitaran de cuando en cuando por cosas no mucho mas serias que una infraccion de trafico o solicitar una licencia de matrimonio.
Al principio el edificio se erguia solo al final de la calle de doble direccion que era la zona comercial de Middleton, pero ahora compartia el espacio con tiendas de antiguedades, restaurantes, un mercado, un hostal enorme y una gasolinera que era toda de ladrillo, para mantener el estilo arquitectonico de la zona. Apinadas a muy poca distancia del juzgado habia una serie de oficinas donde colgaban los carteles de muchos abogados rurales de prestigio.
Era un lugar tranquilo excepto los viernes por la manana, que era el dia de registro de sumarios de procedimientos civiles y criminales, pero en esta ocasion el juzgado de Middleton ofrecia un espectaculo que hubiera hecho remover en sus tumbas a los fundadores de la ciudad. A primera vista daba la impresion de que los rebeldes y los chaquetas azules de la Union habian vuelto para dirimir sus diferencias de una vez para siempre.
Seis camiones de la television con las letras de sus cadenas pintadas a los costados blancos habian tomado posicion delante de las escaleras del juzgado. Los grandes mastiles de las antenas se desplegaban lentamente. Una multitud de diez en fondo se apinaba y empujaba contra la barrera de alguaciles, reforzada con agentes de la policia estatal de Virginia que miraban imperturbables a la masa de reporteros que agitaban libretas, microfonos y boligrafos delante de sus caras.
Por fortuna, el edificio tenia una entrada lateral, que en este momento estaba protegida por un semicirculo de policias, provistos con armas antidisturbios y escudos, que desafiaban a cualquiera que intentara acercarse. La furgoneta que transportaba a Luther se detendria aqui. Por desgracia, el juzgado no disponia de un garaje interior. Pero la policia consideraba que tenia controlada la situacion. Luther solo estaria expuesto durante unos segundos.
Al otro lado de la calle, mas agentes con fusiles recorrian las aceras atentos a cualquier destello metalico, a una ventana abierta sin ningun motivo.
Jack miro a traves de la pequena ventana del juzgado que daba a la calle. La sala era tan grande como un auditorio, con un estrado tallado a mano de dos metros cuarenta de alto y casi cinco metros de ancho. Las banderas de Estados Unidos y Virginia ocupaban cada uno de los extremos. Un alguacil solitario ocupaba una mesa pequena delante del estrado, igual a un remolcador delante de un transatlantico.