– La policia investigara a Sullivan. Me asegure de que el detective a cargo del caso comprendiera su posible participacion -anadio Burton-. Pero aunque sin duda es el sospechoso mas obvio, Sullivan lo negara todo. No tengo muy claro de que nos servira todo esto, senor.

Richmond comenzo a caminar arriba y abajo por la habitacion. Podia estar preparando un discurso o disponiendose a estrechar las manos de un peloton de boy scouts de algun estado del medio oeste. En realidad, pensaba en como matar a alguien de forma tal que ni la mas leve sombra de sospecha recayera sobre el.

– ?Que pasara si lo intenta otra vez? ?Ahora con exito? -?Como podemos controlar los actos de Sullivan? - pregunto el agente, intrigado.

– Haciendolo nosotros.

Nadie dijo nada por un par de minutos. Russell miro incredula a su jefe. Toda su vida acababa de irse a tomar viento y ahora se veia obligada a participar en una conspiracion para cometer un asesinato. Habia estado aturdida emocionalmente desde que habia comenzado todo esto, convencida de que las cosas no podia ser peores. Ahora comprobaba su equivocacion.

– No se si la policia se cree que Sullivan pueda estar loco -aventuro Burton-. Sin duda sabe que se husmean algo, aunque no se lo puedan probar. Si nos cargamos a Whitney, no tengo muy claro que vayan a por el.

El presidente dejo de moverse. Se detuvo delante de Burton.

– Dejemos que la policia llegue a esa conclusion, si es que llega.

La realidad era que Richmond ya no necesitaba a Walter Sullivan para mantenerse en la Casa Blanca. Quiza lo mas importante era que asi se libraria de respaldar el trato de Sullivan con Ucrania en contra de los intereses rusos; una decision que cada dia era mas arriesgada. Si Sullivan se veia implicado incluso de forma remota en la muerte del asesino de su esposa, ya no haria mas negocios a escala mundial. Richmond le retiraria su apoyo con toda discrecion. La gente que contaba comprenderia la retirada silenciosa.

– ?Alan, quieres que Sullivan cargue con la responsabilidad de una sesinato? -Esta era la primera vez que Russell decia algo desde el inicio de la reunion. Su rostro reflejaba el asombro que sentia.

Richmond la miro sin disimular su desprecio.

– Alan, piensa en lo que dices. Se trata de Walter Sullivan, no de un ratero muerto de hambre que no le importa nada a nadie.

Richmond sonrio. La estupidez de la mujer le resultaba graciosa. Ella que se habia mostrado tan brillante, tan capaz cuando el le dio el cargo. Se habia equivocado. Hizo unos calculos aproximados. En el mejor de los casos habia una posibilidad de cinco a uno de que Sullivan resultara acusado por el asesinato. En circunstancias similares, Richmond habria aceptado esa posibilidad. Sullivan era un tipo listo, sabia cuidar de si mismo. ?Y si fallaba? Bueno, para eso estaban las carceles. Miro a Burton.

– ?Burton, lo has entendido?

El agente no respondio.

– Estabas dispuesto a matar al tipo, Burton -anadio el presidente, con voz energica-. En lo que a mi respecta, lo que esta en juego no ha cambiado. De hecho, la situacion es mas grave. Para todos nosotros. ?Lo entiendes, Burton? -Richmond hizo una pausa, y despues repitio la pregunta.

– Lo comprendo -contesto Burton en voz baja.

Durante las dos horas siguientes se dedicaron a trazar los planes. En el momento que los dos agentes del servicio secreto y Russell se disponian a salir, el presidente miro a la mujer.

– Dime una cosa, Gloria, ?que paso con el dinero?

– Fue donado en forma anonima a la Cruz Roja -respondio Russell sin vacilar-. Tengo entendido que una de las mayores donaciones que han recibido en toda su historia.

Se cerro la puerta y el presidente sonrio. «Bonita jugada, Luther Whitney. Disfrutala mientras puedas, maldito cabron.»

23

Walter Sullivan se acomodo en un sillon con un libro pero no llego a abrirlo. Su mente volvio al pasado, a unos hechos que parecian cada vez mas etereos, sin ninguna relacion con su persona. Habia contratado a un hombre para matar. Para matar a alguien acusado de asesinar a su esposa. El encargo habia sido un fracaso. Un hecho que Sullivan agradecia en lo mas intimo porque su pesar habia disminuido hasta el punto de hacerle comprender que habia actuado de forma erronea. Una sociedad civilizada debia respetar una serie de normas si pretendia seguir siendo civilizada. Y por encima de todo lo demas, el era un hombre civilizado. Cumpliria las normas.

Fue entonces cuando miro el periodico. Era un ejemplar de varios dias atras, y la informacion de portada no dejaba de machacar en su cabeza. Los grandes titulares en letras negras resaltaban contra la pagina blanca. Mientras su atencion se concentraba en la primera plana, las tenues sospechas que le rondaban por la cabeza comenzaron a cristalizar. Walter Sullivan no solo era multimillonario sino que poseia una mente brillante y muy aguda. Era capaz de vez todos los detalles junto con el panorama general.

Luther Whitney estaba muerto. La policia no tenia ningun sospechoso. Sullivan habia comprobado la solucion obvia. McCarty se encontraba en Hong Kong el dia de autos. La ultima orden de Sullivan habia sido acatada. Walter Sullivan habia ordenado el fin de la caceria. Pero alguien habia seguido la caza en su lugar. Y Walter Sullivan era la unica persona que lo sabia.

Aparte de McCarty.

Sullivan miro la hora en su viejo reloj de bolsillo. Eran las siete de la manana y llevaba levantado mas de cuatro horas. El dia de veinticuatro horas no tenia sentido para el. Cuanto mas viejo se hacia menos importancia tenian los parametros del tiempo. A las cuatro de la manana de un dia cualquiera podia estar bien despierto a bordo de un avion sobre el Pacifico, o a las dos de la tarde estar en la mitad del sueno del dia.

Repaso los numerosos hechos a gran velocidad. Una de las pruebas realizadas en el ultimo chequeo medico habia senalado que su cerebro mantenia el vigor y la juventud de un joven de veinte anos. Y esta inteligencia brillante seguia un proceso deductivo que le daria una conclusion sorprendente. Cogio el telefono que tenia sobre la mesa y contemplo el revestimiento de madera de cerezo del estudio mientras marcaba el numero.

En un instante le pusieron en comunicacion con Seth Frank. Aunque en un primer momento el hombre no le habia producido una buena impresion, Sullivan habia reconocido sus meritos cuando arresto a Luther Whitney. Pero ?ahora?

– Diga, senor Sullivan. ?Que puedo hacer por usted?

Sullivan carraspeo. Su voz adopto un tono humilde que no tenia ninguna relacion con el habitual. Incluso a Frank le llamo la atencion.

– Quiero preguntarle una cosa sobre la informacion que le di referente a por que Christy, humm, Christine no me acompano en el viaje a nuestra finca en Barbados.

– ?Ha recordado alguna cosa? -Frank se sento muy erguido en la silla.

– En realidad quiero verificar si mencione alguna razon para explicar que no me acompanara en el viaje.

– Creo que no le entiendo.

– Supongo que la edad comienza a hacer sus efectos. Mucho me temo que no solo mis huesos sufren un proceso de deterioro, aunque no me gusta reconocerlo, teniente. Creia haberle dicho que ella se habia sentido indispuesta y por eso habia vuelto a casa. Quiero decir que pensaba que eso era lo que le habia dicho.

Seth tardo un momento en coger el expediente, aunque estaba seguro de la respuesta.

– Usted no menciono ningun motivo, senor Sullivan. Solo que ella decidio no ir, y que usted no insistio.

– Ah, bien, todo aclarado. Gracias, teniente.

Frank se levanto. Cogio la taza de cafe dispuesto a beber un trago, pero volvio a dejarla sobre la mesa.

– Espere un momento, senor Sullivan. ?Por que penso que me habia dicho que su esposa estaba indispuesta? ?Lo estaba?

– No, teniente Frank. -El millonario tardo un momento en contestar-. Era una mujer con una salud excelente. En cuanto a su pregunta, pensaba que le habia dicho otra cosa porque, y se lo digo con toda sinceridad, aparte de mis lapsos de memoria, creo que he pasado los ultimos dos meses intentando convencerme de que Christine se quedo por algun motivo. Cualquiera.

Вы читаете Poder Absoluto
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату