la despensa tenia alimentos para seis meses. Aqui era autosuficiente. No permitia que nadie estuviera aqui con el. Este habia sido su hogar. Las unicas personas con derecho a estar aqui, aparte de el mismo, habian muerto. Estaba solo y no deseaba otra cosa.
Preparo una comida sencilla que comio sin prisa mientras contemplaba malhumorado a traves de la ventana el circulo de olmos pelados proximos a la casa; las ramas parecian saludarle con sus movimientos suaves y melodicos.
El interior de la casa no tenia nada que ver con la disposicion original. Aqui habia nacido pero no habia sido una infancia feliz en medio de la permanente miseria. El ansia surgida en aquella epoca le habia servido muy bien a Sullivan durante su carrera; le habia dado la voluntad, la fuerza capaz de vencer cualquier obstaculo.
Frego los platos, y fue al pequeno cuarto que habia sido el dormitorio de sus padres. Ahora habia un sillon muy comodo, una mesa y una biblioteca que contenia una coleccion de libros muy selectos. En un rincon habia un catre, porque la habitacion tambien le servia de dormitorio.
Sullivan cogio el telefono movil que estaba sobre la mesa. Marco un numero que solo conocian un punado de personas. Atendieron la llamada y una voz le dijo que esperara. Un instante despues se oyo otra voz.
– Por Dios, Walter, se que trabajas hasta las tantas, pero tendrias que bajar un poco el ritmo. ?Donde estas?
– A mi edad no puedes parar, Alan. Si lo haces, quiza no puedas volver a ponerte en marcha. Prefiero reventar en un torbellino de actividad que esfumarme poco a poco en el olvido. Espero no haber interrumpido algo importante.
– Nada que no pueda esperar. Estoy aprendiendo a priorizar las crisis mundiales. ?Necesitas algo?
Sullivan se tomo un momento para conectar una minigrabadora al telefono. Nunca se sabia que podia pasar.
– Solo queria hacerte una pregunta, Alan. -Sullivan hizo una pausa. Penso que disfrutaba con todo esto. Entonces recordo el rostro de Christy en el deposito y su expresion recupero la seriedad.
– ?De que se trata?
– ?Por que esperaste tanto para matar al hombre?
En el silencio que siguio, Sullivan escucho la respiracion al otro lado del telefono. Para merito de Alan Richmond, este no comenzo a jadear; de hecho, la respiracion continuo normal. El multimillonario se sintio impresionado y tambien un poco decepcionado.
– ?Que has dicho?
– Si tus hombres hubiesen errado, ahora mismo estarias reunido con tus abogados, planeando tu defensa contra la destitucion. Reconoce que te ha ido un poco justo.
– ?Walter, estas bien? ?Te ocurre algo? ?Donde estas?
Sullivan aparto el telefono de la oreja por un instante. El aparato tenia un codificador que hacia imposible rastrear el origen de la llamada. Si en este momento intentaban situar su posicion, como estaba seguro que estaban haciendo, se encontrarian con una docena de lugares posibles, y ninguno estaria cerca del sitio real. El artefacto le habia costado diez mil dolares, pero solo era dinero. Volvio a sonreir. Podia hablar todo el tiempo que quisiera.
– En realidad, hace tiempo que no me sentia tan bien.
– Walter, lo que dices no tiene sentido. ?A quien mataron?
– Sabes, no me sorprendio que Christy no quisiera ir a Barbados. La verdad es que pensaba que queria quedarse para divertirse con algunos de los jovenes que conocio durante el verano. Me hizo gracia cuando dijo que no se sentia bien. Recuerdo que estaba sentado en la limusina pensando cual seria la excusa. La pobre no tenia mucha imaginacion. Su tos sonaba tan artificial. Supongo que en la escuela siempre contaba el mismo cuento cuando no hacia los deberes.
– Walt…
– Lo extrano fue cuando la policia me pregunto por que no me habia acompanado. Entonces cai en la cuenta de que no podia decirles que Christy habia pretextado una enfermedad. Quiza recuerdes que los periodicos insinuaban que ella vivia una serie de aventuras. Sabia que si les decia que ella no me habia acompanado a Barbados porque no se sentia bien, los periodicos sensacionalistas habrian inventado el cuento de que estaba prenada con el hijo de otro hombre aunque la autopsia hubiera confirmado lo contrario. A la gente le encanta pensar lo peor y lo mas sucio, Alan, tu lo sabes. Cuando te destituyan tambien lo pensaran de ti. Y con toda razon.
– Walter, ?tendras la bondad de decirme donde estas? Es obvio que no estas bien.
– ?Quieres escuchar la cinta, Alan? La que grabaron en la conferencia de prensa donde dijiste aquella frase tan conmovedora sobre las cosas que suceden sin ningun sentido. Fue algo muy bonito. Un comentario privado entre dos viejos amigos que fue recogido por varias emisoras de television y radio presentes pero que nunca se emitio. Creo que no lo emitieron como un tributo a tu popularidad.
Estuviste tan encantador, tan comprensivo, que nadie se preocupo porque dijeras que Christy estaba enferma. Y tu lo dijiste, Alan. Me dijiste que si Christy no se hubiera sentido enferma no la habrian asesinado. Se hubiera ido a la isla conmigo y hoy estaria viva. Yo era el unico al que Christy le dijo que estaba enferma, Alan. Yo no se lo dije ni siquiera a la policia. Asi que, ?como lo sabias?
– Me lo debiste decir tu.
– No nos vimos ni hablamos antes de la conferencia de prensa. Eso es facil de comprobar. Mi agenda esta medida al minuto. En cuanto a ti, todo lo que haces es de conocimiento publico. Da la casualidad que la noche que mataron a Christy, tu no estabas en ninguno de los lugares habituales. Estabas en mi casa, y mas exactamente, en mi dormitorio. Durante la conferencia de prensa estabamos rodeados por una multitud de reporteros. Todo lo que dijimos esta grabado. No lo supiste por mi.
– Walter, por favor, dime donde estas. Quiero ayudarte.
– Christy nunca supo tener la boca cerrada. Sin duda se sintio muy orgullosa de su mentira. Supongo que te lo comento muy ufana, ?no es asi? Habia enganado al viejo. Mi difunta esposa era la unica persona en el mundo que pudo haberte hablado de su enfermedad fingida. Y tu repetiste sus palabras delante de mi sin pensarlo. No se por que tarde tanto en descubrir la verdad. Quiza porque estaba tan obsesionado con encontrar al asesino que acepte la teoria del ladron sin preguntar. Tal vez fue una negativa inconsciente. Porque siempre supe que Christy te deseaba. Pero supongo que me resistia a creer que fueras capaz de hacerme semejante faena. Tendria que haber pensado lo peor y habria acertado. Pero como dicen, mas vale tarde que nunca.
– ?Walter, por que me has llamado?
La voz de Sullivan bajo de volumen pero no perdio nada de su fuerza, nada de su intensidad.
– Porque, maldito cabron, queria decirte cual sera tu nuevo futuro. En el habra abogados, juicios y mas publicidad de la que llegarias a tener en toda tu vida como presidente. Porque no quiero que te sorprendas cuando la policia llame a tu puerta. Y sobre todo, porque quiero que sepas a quien le tienes que dar las gracias.
– Walter, si quieres que te ayude, lo hare -replico Richmond, con voz tensa-. Pero soy el presidente de Estados Unidos. Y aunque eres uno de mis mas viejos amigos, no tolerare esta clase de acusaciones de ti o de cualquier otro.
– Muy bien, Alan, muy bien. Has deducido que estoy grabando esta conversacion. No es que tenga importancia. -Sullivan hizo una pausa-. Eras mi protegido, Alan. Te ensene todo lo que sabia, y has aprendido bien. Lo suficiente para tener el cargo mas poderoso del mundo. Por fortuna, tu caida tambien sera la mas grande.
– Walter, has estado sometido a una gran tension. Por ultima vez, por favor, deja que te ayude.
– Es curioso, Alan, es lo mismo que te recomiendo.
Sullivan corto la comunicacion y apago la grabadora. El corazon le latia demasiado de prisa. Apoyo una mano sobre el pecho, se obligo a relajarse. No podia permitirse tener un infarto. Necesitaba vivir para cumplir con su plan.
Miro a traves de la ventana y despues contemplo la habitacion. Su pequeno hogar. Su padre habia muerto en esta misma habitacion. Esto le consolo aunque pareciera extrano.
Se reclino en el sillon y cerro los ojos. Llamaria a la policia por la manana. Les contaria todo y les entregaria la cinta. Despues se sentaria a esperar. Incluso si no condenaban a Richmond, su carrera estaba acabada. Lo que equivalia a decir que el hombre estaba muerto, profesional, mental y espiritualmente. ?Que mas daba que el cuerpo siguiera vivo? Mucho mejor. Sullivan sonrio. Habia jurado vengar el asesinato de su esposa. Y lo habia