hecho.
Fue la subita sensacion de que su mano se levantaba lo que le hizo abrir los ojos. Despues sintio que la mano se cerraba alrededor de un objeto duro y frio. No reacciono hasta que el canon se apoyo en su cabeza, y entonces ya fue demasiado tarde.
El presidente dejo de mirar el telefono durante un segundo para mirar la hora. Ahora ya se habria acabado. Sullivan le habia ensenado bien. Demasiado bien para desgracia del maestro. Habia tenido la certeza de que Sullivan le llamaria antes de anunciar al mundo la culpabilidad del presidente. Esto habia simplificado las cosas. Richmond salio del despacho y se dirigio a sus aposentos privados. Ya no pensaba en el difunto Walter Sullivan. No era eficaz ni productivo pensar en el enemigo derrotado. Impedia pensar con claridad en el proximo desafio. Eso tambien se lo habia ensenado Sullivan.
El joven observo la casa a la luz del crepusculo. Oyo el disparo, pero sus ojos no dejaron de mirar ni por un momento la debil luz en la ventana.
Bill Burton se reunio con Collin al cabo de unos segundos. Ni siquiera se atrevio a mirar al companero. Dos agentes del servicio secreto convertidos en asesinos de muchachas y viejos.
En el camino de regreso, Burton se hundio en el asiento. Por fin se habia acabado. Habian matado a tres personas, incluida Christine Sullivan. ?Y por que no incluirla? Marcaba el comienzo de toda esta pesadilla.
Burton miro su mano. Apenas si alcanzaba a comprender que acababa de cerrarla alrededor de la empunadura de un arma, apretado el gatillo y acabado con la vida de un hombre. Con la otra mano habia cogido la grabadora y el casete. Ahora los tenia en el bolsillo y acabarian en el incinerador.
Cuando escucho la conversacion telefonica del multimillonario con Seth Frank, Burton no entendio a que se referia el viejo con aquello de la «enfermedad» de Christine Sullivan. Pero cuando se lo comento al presidente, Richmond miro a traves de la ventana durante unos minutos, un poco mas palido de lo que habia estado cuando Burton entro en el despacho. Entonces llamo a la oficina de prensa de la Casa Blanca. Al cabo de unos diez minutos ya habian escuchado la grabacion de la conferencia de prensa improvisada en la entrada del juzgado de Middleton. Las palabras de consuelo del presidente a su viejo amigo; las referencias a los caprichos de la vida, a que Christine Sullivan aun estaria viva si no se hubiera sentido enferma, sin recordar que Christine Sullivan se lo habia dicho el dia de su muerte. Algo que se podia probar. Un hecho que podia hundirlos a todos.
Burton se desplomo en una silla, y contemplo atonito a su jefe, que miraba en silencio el casete como si quisiera borrar las palabras con el pensamiento. Burton sacudio incredulo la cabeza. Habia muerto por la boca, como correspondia a un politico.
– ?Que hacemos ahora, jefe? ?Nos largamos en el Fuerza Aerea Uno? -Burton solo bromeaba mientras contemplaba la alfombra. Estaba demasiado aturdido para pensar. Por un instante miro al presidente y descubrio que Richmond le miraba fijo.
– Walter Sullivan es la unica persona viva, aparte de nosotros, que conoce el significado de esta informacion.
Burton abandono la silla sin desviar la mirada.
– Mi trabajo no incluye matar gente solo porque usted me lo mande.
– Walter Sullivan es ahora una amenaza directa para todos nosotras -insistio el presidente-. Ademas, se esta cachondeando de nosotros y no me gusta que la gente se divierta a costa mia. ?Y a ti?
– Tiene una buena razon, ?no le parece?
Richmond cogio un boligrafo y lo hizo girar entre los dedos.
– Si Sullivan habla lo perdemos todo. Todo. -El presidente chasqueo los dedos-. Asi, como si nada. Estoy dispuesto a hacer cualquier cosa para evitarlo.
– ?Como sabe que ya no lo ha hecho? -pregunto Burton con un fuego abrasador en el vientre.
– Porque conozco a Walter contesto Richmond-. Lo hara a su manera. Sera algo espectacular y bien premeditado. No es un hombre dado a las prisas. Pero cuando actua, los resultados son rapidos y aplastantes.
– Estupendo. -Burton se cogio la cabeza con las manos, su mente era un torbellino. Anos de entrenamiento le habian dado una habilidad casi innata de procesar informacion en el acto, de pensar sobre la marcha, a actuar una fraccion de segundo antes que cualquier otro. Ahora su cerebro era como un lodazal, espeso y pegajoso, nada estaba claro. Miro al presidente-. Pero ?matarlo?
– Te garantizo que Walter Sullivan esta pensando ahora mismo en como acabar con nosotros. Eso es algo que no me entusiasma. -Richmond se reclino en el sillon-. Es obvio que el hombre ha decidido luchar contra nosotros. Y uno tiene que vivir con las consecuencias de las decisiones que adopta. Walter Sullivan lo sabe mejor que nadie. -La mirada de Richmond se clavo otra vez en el agente-. La pregunta es: ?estamos dispuestos a defendernos?
Collin y Burton habian pasado los ultimos tres dias siguiendo al multimillonario. Cuando el coche le dejo en medio de la nada, Burton no podia creer en su suerte,y sintio una profunda pena por la victima, que ahora se habia convertido en un blanco fijo.
Marido y mujer eliminados. Mientras el coche regresaba a la capital a toda velocidad, Burton se froto las manos en un gesto inconsciente; intentaba quitar la suciedad que sentia en cada arruga. Lo que le helaba la piel era saber que nunca conseguiria borrar los sentimientos que experimentaba en estos momentos, la realidad de lo que habia hecho. Todo esto le acompanaria durante el resto de sus dias. Habia cambiado su vida por otra. Otra vez. Su moral, durante tanto tiempo firme como una roca, se habia convertido en plastilina. La vida le habia enfrentado al desafio supremo y el habia fracasado.
Hundio los dedos en el apoyabrazos y contemplo la oscuridad a traves del parabrisas.
24
El aparente suicidio de Walter Sullivan no solo conmovio a la comunidad financiera. A las exequias funebres asistieron los grandes y poderosos de todo el mundo. En la solemne y esplendida ceremonia realizada en la catedral de San Mateo en Washington, el difunto fue ensalzado por media docena de dignatarios. Los mas famosos habian hablado durante veinte minutos sobre las virtudes humanas de Walter Sullivan, de la gran presion que habia sufrido y de como esa presion hacia que algunas personas adoptaran decisiones que nunca habrian adoptado en otro momento. Cuando Alan Richmond acabo su discurso, todo el mundo lloraba, y las lagrimas que corrian por las mejillas del presidente parecian autenticas. El mismo siempre se asombraba de su capacidad para la oratoria.
La larga caravana mortuoria se puso en marcha, y, al cabo de tres horas y media, llego a la pequena casa donde Walter Sullivan habia comenzado, y acabado, su vida. Mientras las limusinas buscaban espacio en la angosta carretera cubierta de nieve, Walter Sullivan fue trasladado y enterrado junto a sus padres, en la pequena loma desde donde se disfrutaba de la mejor vista del valle.
El sepulturero comenzo a rellenar la fosa, y los amigos de Walter Sullivan iniciaron el camino de regreso al mundo de los vivos. Seth Frank, apostado a unos metros de la tumba, observo todos los rostros. Se fijo en el presidente que caminaba hacia su limusina. Bill Burton le vio y por un instante parecio sorprendido de verle. Despues le saludo con un ademan. Frank le devolvio el saludo.
En cuanto se marcharon todos, Frank volvio su atencion a la casa. Las cintas amarillas de la policia cerraban el paso y habia dos agentes que vigilaban el lugar.
Frank se acerco, les mostro su placa y entro.
Resultaba el colmo de la ironia que uno de los hombres mas ricos del mundo hubiera elegido un lugar como este para morir. Walter Sullivan habia sido la encarnacion del personaje de los relatos de Horatio Alger. Frank admiraba al hombre que habia sido capaz de llegar a la cumbre gracias a sus meritos, valentia y decision. ?Quien no?
Miro una vez mas la silla donde habian encontrado el cuerpo, con el arma a su lado. El arma se habia apoyado en la sien izquierda de Sullivan. La herida, enorme y desgarrada, habia precedido al estallido cerebral