encontraron en la sala de mantenimiento de la firma. Si tuvieramos el vaso podriamos demostrar que fue un falsificacion. De la misma manera que las huellas dactilares de una persona son irrepetibles, sus huellas en el arma no pueden coincidir en todos los detalles con las del vaso. La presion aplicada y todo lo demas.

– ?Los polis de Washington aceptarian la explicacion?

– Yo no contaria con eso, Jack. Yo no lo haria. Lo unico que quieren es cogerle. Dejaran que otras personas se preocupen de todo lo demas.

– Estupendo. Entonces, ?que?

– Vamos por orden. En primer lugar, ?por que le buscaban? Jack estuvo a punto de darse bofetadas por tonto. Miro la caja. -Recibi un envio especial de una persona. Edwina Broome. Es algo que seguramente despertara su entusiasmo cuando lo vea.

Seth se levanto con el deseo de poder tender la mano a traves del telefono y cogerlo.

– ?Que es?

Jack se lo dijo.

Sangre y huellas digitales. Simon se lo pasaria en grande.

– Me encontrare con usted donde y a la hora que sea.

Jack penso de prisa. Resultaba ironico, los lugares publicos parecian mas peligrosos que los privados.

– ?Que le parece la estacion del metro de Farragut West, en la boca de la calle 18, alrededor de las once de esta noche?

– Alli estare -prometio Frank, mientras anotaba la direccion y la hora.

Jack colgo el telefono. Iria a la estacion del metro antes de la hora senalada. Solo por si acaso. Si veia algo minimamente sospechoso pasaria a la clandestinidad hasta donde pudiera. Conto el dinero que le quedaba. Cada vez menos. No podia utilizar las tarjetas de credito. Se arriesgaria con los cajeros automaticos. Conseguiria algunos cientos de dolares. Serian suficientes, al menos por un tiempo.

Salio de la cabina, miro la muchedumbre. Era la tipica multitud de Union Station. Nadie demostro el menor interes en el. Jack se estremecio. Una pareja de policias caminaba en su direccion. Entro una vez mas en la cabina y espero hasta verles pasar.

Compro hamburguesas y patatas fritas en uno de los bares del vestibulo y despues cogio un taxi. Comio mientras el taxi le llevaba a traves de la ciudad. Aprovecho el respiro para pensar en sus opciones. Una vez entregado el abrecartas a Frank, ?se acabarian los problemas? Al parecer, las huellas y la sangre corresponderian con las de la persona que habia estado aquella noche en casa de los Sullivan. Entonces la mente de abogado defensor de Jack entro en juego. Desde ese punto de vista comprendio que habia unos cuantos obstaculos casi insalvables para llegar a una decision tan diafana. Primero, las pruebas fisicas podian ser no concluyentes. Quiza no podrian identificarlas porque el adn y las huellas dactilares de la persona no estaban en los archivos. Jack recordo una vez mas la expresion de Luther la noche aquella en el Mall. Era alguien importante, alguien que la gente conocia. Aqui tenia otro obstaculo. Si acusaba a una persona asi, mas le valia tener pruebas concluyentes o el caso nunca veria la luz publica.

Segundo, se enfrentaban a un grave problema de custodia gigantesco. ?Podian probar que el abrecartas provenia de la casa de los Sullivan? Sullivan estaba muerto; el personal quiza no podria jurar que era el mismo. Christine Sullivan lo habia tocado. Tal vez el asesino lo habia tenido en su poder durante un breve periodo. Luther lo habia guardado durante un par de meses. Ahora lo tenia Jack y, con un poco de suerte, se lo entregaria al detective. Por fin cayo en la cuenta.

El valor del abrecartas como prueba era nulo. Incluso si encontraban a la persona, cualquier abogado defensor competente demostraria que no tenia ningun valor. Ni siquiera podrian conseguir una orden de acusacion basada en la prueba. La evidencia contaminada no servia como prueba.

Dejo de comer de repente y se reclino en el sucio asiento de vinilo.

?Pero cono! ?Habian intentado recuperarlo! Habian matado para hacerse con el objeto. Estaban dispuestos a asesinar a Jack para recuperarlo. Para ellos era muy importante, como si se jugaran la vida. Asi que aparte de la importancia legal, tenia un valor. Y algo valioso podia ser aprovechado. Quiza le quedaba una oportunidad.

Eran las diez cuando Jack bajo por la escalera de la estacion del metro de Farragut West. La estacion, que formaba parte de las lineas naranja y azul del metro de Washington, era un lugar muy concurrido debido a su cercania con la zona del centro donde funcionaban miles de oficinas. Sin embargo, a las diez de la noche, se veia casi desierta.

Jack salio de la escalera mecanica y echo una ojeada. Las estaciones del metro eran grandes tuneles con los techos abovedados y suelos de ladrillos hexagonales. Un ancho pasillo con una de las paredes cubierta con carteles de cigarrillos, y la otra con maquinas expendedoras de tarjetas y billetes, conducia hasta la taquilla en el centro del vestibulo, con los torniquetes a cada lado. Junto a las cabinas de telefonos habia un enorme plano del metro con los horarios de los trenes y el precio de los billetes.

En el interior de la taquilla, un empleado aburrido se balanceaba en la silla. Jack observo el lugar y despues miro la hora en el reloj colocado encima de la taquilla. Volvio a mirar hacia la escalera y se quedo inmovil al ver a un agente de policia. Jack se obligo a actuar con naturalidad y camino sin separarse mucho de la pared hasta las cabinas de telefonos. Entro en la primera. Se apreto contra el telefono, oculto tras el plastico azul. Se arriesgo a espiar. El agente se acerco a las maquinas, saludo al taquillero con un ademan y contemplo el vestibulo. Jack volvio a ocultarse. Esperaria. El agente no tardaria en marcharse; tenia que hacerlo.

Paso el tiempo. Una voz fuerte interrumpio los pensamientos de Jack. Asomo la cabeza. Un mendigo bajaba por la escalera. Vestido con harapos, llevaba un manta enrollada sobre el hombro. La barba y el pelo sucios y despeinados. El rostro curtido y tenso. Afuera hacia frio. El calor de las estaciones de metro era un paraiso para los indigentes hasta que los echaban. Los portones de hierro eran para impedir la entrada a personas como el.

Jack echo un vistazo. El agente habia desaparecido. Quiza recorria el anden, o estaba tomando un cafe con el empleado del metro. Miro hacia la taquilla. El hombre no estaba.

Volvio a mirar al mendigo, que se habia acurrucado en un rincon,y hacia un inventario de sus pocas pertenencias. Se frotaba las manos protegidas con unos guantes ronosos para mantener la circulacion.

Jack sintio el aguijonazo de la culpa. El numero de mendigos era cada vez mayor. Una persona generosa podia vaciar los bolsillos en el trayecto de una manzana. Jack lo habia hecho en mas de una ocasion.

Una vez mas miro el tunel y el vestibulo. Nadie. No pasaria otro tren hasta dentro de quince minutos. Salio de la cabina y observo al mendigo. El hombre no parecia hacerle caso; su atencion estaba enfocada en su pequeno mundo, muy apartado de la realidad normal. Pero entonces Jack penso que su propia realidad tampoco era normal, si es que lo habia sido alguna vez. El y el mendigo al otro lado del pasillo estaban librando sus propias luchas, y la muerte podia reclamar a cualquiera de ellos, en cualquier momento. Excepto que la muerte de Jack seria un tanto mas violenta, un tanto mas repentina, aunque quizas era preferible a la muerte lenta que le esperaba al otro.

Sacudio la cabeza para despejarla. Estos pensamientos le perjudicaban. Si queria sobrevivir debia mantener la concentracion, tenia que creer en su capacidad para vencer a las fuerzas lanzadas en su contra.

Jack dio un paso hacia delante y se detuvo. La descarga de adrenalina fue como una bomba; sintio que se le iba la cabeza.

El mendigo llevaba zapatos nuevos. Unos zapatos de cuero marron que costaban mas de ciento cincuenta dolares. Destacaban entre los andrajos como un enorme diamante azul en una playa de arena blanca.

El hombre le miro. Sus ojos se clavaron en el rostro de Jack. Le resultaban conocidos. Debajo de la masa de arrugas, pelo sucio y mejillas curtidas por el viento, habia visto antes aquellos ojos; estaba seguro. El mendigo comenzo a incorporarse. Parecia tener mucha mas energia que antes.

Jack miro a su alrededor, desesperado. El lugar parecia un sepulcro. El suyo. Miro atras. El hombre caminaba hacia el. Jack retrocedio, con la caja apretada contra el pecho. Recordo la fuga por los pelos en el ascensor. El arma. No tardaria en verla. Le apuntaria al pecho.

Jack camino por el pasillo hacia la taquilla. El hombre metio la mano debajo del abrigo, una prenda que perdia el relleno de lana a cada paso. Oyo pasos. Miro al hombre mientras decidia si echaba a correr para subir al tren. Entonces aparecio.

Jack casi grito de alegria.

El agente aparecio en una esquina. Jack corrio hacia el, al tiempo que senalaba al mendigo que ahora

Вы читаете Poder Absoluto
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату