informes sobre sondeos meteorologicos y lunares; resultados cientificos de mil experimentos biologicos, quimicos y atmosfericos; innumerables fotografias y kilometros de cintas de video sobre el primer establecimiento humano de una civilizacion planetaria. La primera fase del proyecto ha quedado terminada. El sueno del «circulo privado» se ha hecho realidad. Jersey Colony pertenece ahora al pueblo americano.

El presidente jugo reflexivamente con su palo. Despues pregunto:

– ?Quien es usted?

– Escudrine en su memoria. Nos conocimos hace muchos anos.

– ?Como puedo ponerme en contacto con usted?

__Concertare otra reunion cuando lo crea necesario.

Joe levanto la bolsa de los palos y echo a andar por el estrecho sendero hacia la casa del club. Entonces se detuvo y volvio atras.

– A proposito, le he dicho una mentira. Eso no es una bomba, sino un regalo del «circulo privado»: una caja nueva de pelotas de golf.

El presidente le miro, contrariado.

– Vayase al diablo, Joe.

– Ah, otra cosa… Lo felicito.

– ?Me felicita?

Joe le tendio el tanteador.

– He tomado nota de su juego. Han sido setenta y nueve golpes.

4

La reluciente tabla de vela surcaba las picadas aguas con la graciosa elegancia de una flecha a traves de la niebla. Su forma delicadamente curvilinea era agradable a la vista y eficaz para alcanzar grandes velocidades sobre las olas. Tal vez siguiendo el sistema mas sencillo de la navegacion a vela, el casco habia sido construido con polietileno sobre una base de espuma de plastico rigida para darle ligereza y elasticidad. Una pequena aleta sobresalia por debajo de la popa para un control lateral, mientras que una orza situada cerca de la mitad de la tabla evitaba que fuese arrastrada de lado por el viento.

Una vela triangular, tenida de purpura y con una ancha raya de color turquesa, se cenia a un mastil de aluminio montado sobre una rotula. Una botavara hacia girar la vela en el mastil y era manejada por unas manos largas y delgadas, de piel aspera y callosa.

Dirk Pitt estaba cansado, mas cansado de lo que su aturdida mente podia aceptar. Los musculos de los brazos y de las piernas le pesaban como si estuviesen revestidos de plomo, y el dolor de la espalda y de los hombros aumentaba a cada maniobra que hacia con la tabla. Al menos por tercera vez en la ultima hora, vencio el imperioso deseo de poner rumbo a la playa mas proxima y tumbarse sobre la arena.

A traves de la mirilla de la vela, observo la boya de color naranja que senalaba la ultima bordada a barlovento de la maratoniana regata de treinta millas alrededor de Biscayne Bay hasta el faro del cabo Florida, en Key Biscayne. Cuidadosamente, eligio la posicion para virar alrededor de la boya. Decidiendo ponerse a la capa, la maniobra mas elegante en windsurf, navego entre el intenso oleaje, cargo el peso sobre la popa y dirigio la proa hacia el nuevo rumbo. Despues, agarrando el mastil con una mano, hizo girar el aparejo a barlovento, cambio la posicion de los pies y solto la botavara con la otra mano. A continuacion puso la ondeante vela contra el viento y agarro la botavara en el instante preciso. Impulsada por una fresca brisa del norte, de veinte nudos, la tabla surco el mar agitado y pronto alcanzo una velocidad de casi treinta nudos.

Pitt se sorprendio un poco al ver que, entre cuarenta y un competidores, la mayoria de ellos al menos quince anos mas jovenes que el, ocupaba el tercer lugar, a solo veinte metros de los que iban en cabeza.

Las velas multicolores de la flota de windsurfers centelleaban sobre el agua verdeazul como un prisma enloquecido. La meta del faro estaba ahora a la vista. Pitt observo atentamente la tabla que le precedia, esperando el momento adecuado para atacar. Pero antes de que intentase adelantarle, su adversario calculo mal una ola y cayo. Ahora Pitt era el segundo, cuando solo faltaba media milla.

Entonces, una oscura sombra amenazadora en un cielo sin nubes paso por encima de el, y oyo el ruido de los tubos de escape de los motores de la aeronave impulsada por helices encima de su cabeza y ligeramente a su izquierda. Miro hacia arriba y abrio mucho los ojos, incredulo.

A no mas de cien metros, ocultando el sol como en un eclipse, un dirigible descendia del cielo, apuntando con su enorme proa a la flota de tablas de vela. Parecia moverse fuera de control. Sus dos motores hacian girar las helices a poca velocidad, pero era empujado en el aire por la fuerte brisa. Los que navegaban en las tablas observaron impotentes como el gigantesco intruso se cruzaba en su camino.

La barquilla choco con la cresta de una ola y el dirigible reboto en el aire, levantandose un par de metros por encima del agua delante de la tabla que iba en cabeza. Incapaz de volverse a tiempo, el joven que la tripulaba, que no tendria mas de diecisiete anos, se arrojo al agua un instante antes de que el mastil y la vela fuesen hechos trizas por la helice de estribor del dirigible.

Pitt viro bruscamente e imprimio a su tabla un rumbo paralelo a la temible aeronave. Por el rabillo del ojo vio el nombre, Prosperteer, en grandes letras rojas sobre el costado. La puerta de la barquilla estaba abierta, pero no pudo percibir movimiento alguno en el interior. Grito, pero su voz se perdio en el ruido de los motores y el zumbido del viento. La torpe aeronave se deslizo sobre el mar como si tuviese vida propia.

De pronto, Pitt sintio el escalofrio de la catastrofe en la region lumbar. El Prosperteer se dirigia hacia la playa, a solo un cuarto de milla de distancia, apuntando directamente a la amplia terraza del Sonesta Beach Hotel. Aunque el impacto de una aeronave mas ligera que el aire contra una estructura solida causaria pocos danos, era espantosamente seguro que, al romperse los depositos de carburante, este se inflamaria y se verteria en las habitaciones de los adormilados huespedes, o caeria sobre los que estaban comiendo en el patio.

Haciendo caso omiso a los mareantes gases de escape, Pitt dirigio su tabla de manera que cruzase por debajo del redondo morro del dirigible. La barquilla choco contra una ola y una de las helices le lanzo una rociada de agua salada a los ojos. Su vision se enturbio momentaneamente y poco le falto para perder el equilibrio. Se agacho y enderezo su pequena embarcacion mientras se reducia la distancia que le separaba del dirigible.

Las multitudes que tomaban banos de sol gesticularon ante la extrana vision del monstruo que se acercaba rapidamente en la playa del hotel.

Pitt tenia que calcular exactamente el tiempo; no habria una segunda oportunidad. Si fallaba, lo mas probable era que su cuerpo fuese hecho pedazos por las helices. Empezaba a sentirse mareado. Estaba agotando sus fuerzas. Sintio que sus musculos tardaban mas en responder a las ordenes de su cerebro. Cobro animo al comprobar que habia logrado que su tabla pasara por debajo del morro del dirigible.

Entonces salto.

Se agarro a una de las cuerdas de proa del Prosperteer; pero sus manos resbalaron sobre la mojada superficie, aranandose la piel de los dedos y las palmas. Desesperadamente, paso una pierna alrededor de la cuerda y aguanto con la poca energia que le quedaba. Su peso tiro hacia abajo de la proa del dirigible y Pitt quedo sumergido debajo de la superficie del mar. Trepo por la cuerda hasta sacar la cabeza del agua. Aspiro afanosamente el aire y escupio agua de mar. Su perseguidor se habia convertido en su cautivo. El peso del cuerpo de Pitt no era suficiente para detener aquel monstruo del aire, ni mucho menos para contrarrestar el impulso del viento. Estaba a punto de soltar su insegura presa, cuando toco fondo con los pies. El dirigible lo arrastro sobre la rompiente, y Pitt tuvo la impresion de hallarse en una montana rusa. Entonces fue lanzado sobre la calida arena de la playa. Miro hacia arriba y vio que el dique del hotel estaba

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