– Gracias por venir, senor… -Vacilo, mirandole con curiosidad-. Disculpeme, pero no lo recuerdo.

– Es que nunca nos habiamos visto -dijo el, admirando la voz gutural y casi ronca de aquella mujer, que tenia ademas un matiz sensual-. Me llamo Pitt. Dirk Pitt.

Los ojos oscuros de Jessie miraron a Pitt de un modo peculiar.

– Llega con cuatro horas y media de retraso, senor Pitt. ?Se ha demorado por algun accidente?

– No he sufrido ningun accidente, senora LeBaron. Calcule minuciosamente el momento de mi llegada.

– No fue invitado a la fiesta -dijo suavemente ella-. Por consiguiente, tendra que marcharse.

– Es una lastima -dijo tristemente Pitt-. Raras veces tengo ocasion de lucir mi smoking.

La colera se pinto en el semblante de Jessie. Se volvio a una mujer muy estirada y de gruesas gafas que estaba en pie, un poco detras de ella, y que Pitt presumio que era su secretaria, Sandra Cabot.

– Busque a Angelo y digale que acompane a este caballero.

Los ojos verdes de Pitt brillaron maliciosamente.

– Parece que tengo el don de despertar mala voluntad. ?Quiere que me vaya de forma pacifica o que provoque una escena desagradable?

– Creo que pacificamente es lo mejor.

– Entonces, ?por que me pidio que viniese a verla?

– Para un asunto referente a mi marido.

– Yo no lo conocia en absoluto. Nada puedo decirle sobre su muerte que usted no sepa ya.

– Raymond no ha muerto -dijo rotundamente ella.

– Entonces lo fingio muy bien cuando le vi en el dirigible.

– No era el.

Pitt la miro escepticamente y no dijo nada.

– No me cree, ?verdad?

– En realidad, me da lo mismo.

– Esperaba que me ayudaria.

– Tiene usted una manera muy extrana de pedir favores.

– Esta es una cena formal de una asociacion benefica, senor Pitt. Estaria usted fuera de lugar. Ya fijaremos una hora para vernos manana.

Pitt decidio que no valia la pena encolerizarse.

– ?Que estaba haciendo su marido cuando desaparecio? -pregunto de pronto.

– Buscaba el tesoro de El Dorado -respondio ella, mirando nerviosamente a su alrededor y a los invitados-. Creia que se habia hundido con un barco llamado Cyclops.

Antes de que Pitt pudiese hacer ningun comentario, volvio Cabot con Angelo, el chofer cubano.

– Adios, senor Pitt -dijo Jessie, despidiendole y volviendose para saludar a una pareja de recien llegados.

Pitt se encogio de hombros y ofrecio el brazo a Angelo.

– Demos a esto un aire oficial. Echeme. -Se volvio hacia Jessie-. Una ultima cosa, senora LeBaron. No me gusta que me traten desconsideradamente. No se moleste en llamarme de nuevo; jamas.

Entonces dejo que Angelo le acompanase fuera del invernadero y hasta el paseo donde estaba esperando el Daimler. Jessie se quedo mirando hasta que el gran automovil desaparecio en la noche. Despues se reunio con sus invitados.

Douglas Oates, el secretario de Estado, interrumpio la conversacion que sostenia con el consejero presidencial Daniel Fawcett, al verla acercarse.

– Una fiesta esplendida, Jessie.

– Ciertamente -corroboro Fawcett-. Nadie en Washington podria preparar mejor un banquete.

Los ojos de Jessie resplandecieron y sus labios gordezuelos se curvaron en una calida sonrisa.

– Gracias, caballeros.

Oates senalo con la cabeza hacia la puerta.

– ?He estado viendo visiones, o han echado a la calle a Dirk Pitt?

Jessie miro a Oates, sin comprender.

– ?Le conoce? -pregunto, sorprendida.

– Desde luego. Pitt es el numero dos de la AMSN. Es el hombre que puso a flote el Titanic para el Departamento de Defensa.

– Y salvo la vida al presidente en Louisiana -anadio Fawcett.

Jessie palidecio visiblemente.

– No tenia la menor idea.

– Espero que no le habra encolerizado -dijo Oates.

– Tal vez he sido un poco grosera -reconocio ella.

– ?No esta interesada en hacer sondeos en busca de petroleo en el mar, al sur de San Diego?

– Si. Los estudios geologicos indican que hay alli un vasto campo sin explotar. Una de nuestras companias tiene una opcion para adquirir los derechos de sondeo. ?Por que lo pregunta?

– ?No sabe quien preside el comite del Senado sobre explotacion del petroleo en tierras de dominio publico?

– Claro, es…

La voz de Jessie se extinguio, y desaparecio su aplomo.

– El padre de Dirk -termino Oates-. El senador George Pitt, de California. Sin su respaldo y el beneplacito de la AMSN sobre cuestiones de medio ambiente, me parece dificil que consiga los derechos de sondeo.

– Parece -dijo ironicamente Fawcett- que la opcion de su compania ha dejado de existir.

9

Treinta minutos mas tarde, Pitt metio el Daimler en su plaza de aparcamiento delante del alto edificio encristalado donde se hallaba la sede de la AMSN. Firmo en el registro de seguridad y tomo el ascensor hasta la decima planta. Cuando se abrieron las puertas, salio a un vasto laberinto electronico, que comprendia la red de comunicaciones y de informacion de la agencia de la Marina.

Hiram Yaeger miro desde detras de una mesa en forma de herradura, cuya superficie quedaba oculta debajo de un revoltijo de «hardware» de ordenador, y sonrio.

– Hola, Dirk. ?Vestido de etiqueta, y no tienes adonde ir?

– La anfitriona decidio que era una persona non grata

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