– ?La conozco?
Ahora rue Pitt quien sonrio. Miro a Yaeger. El mago de los ordenadores era un vivo recuerdo de los dias hippies de principios de los setenta. Llevaba los cabellos rubios largos y atados en cola de caballo, y la barba de enmaranados rizos sin recortar. Su uniforme de trabajo y de juego era una chaqueta Levi's y unos pantalones remetidos en toscas botas de cowboy.
– No puedo imaginarme a Jessie LeBaron y tu moviendoos en los mismos circulos sociales -dijo Pitt.
Yaeger lanzo un grave silbido.
– ?Te echo a patadas un maton de Jessie LeBaron? Hombre, eres una especie de heroe de los oprimidos.
– ?Estas de humor para una excavacion?
– ?Sobre ella?
– Sobre el.
– ?Su marido? ?El que desaparecio?
– Raymond LeBaron.
– ?Otra operacion al margen de lo habitual?
– Llamalo como quieras.
– Dirk -dijo Yaeger, mirando por encima de sus anticuadas gafas-, eres un bastardo entremetido, pero te aprecio. Me contrataron para construir una red de informatica de primera clase y llenar un archivo sobre ciencia e historia maritimas, pero cada vez que me descuido compareces tu, queriendo que emplee mis creaciones para propositos oscuros. ?Por que lo aguanto? Te dire la razon. La rateria fluye mas de prisa por mis venas que por las tuyas. Y ahora dime, ?tengo que cavar muy hondo?
– Hasta su pasado mas remoto. De donde vino. Cual fue la base economica de su imperio.
– Raymond LeBaron era muy reservado en lo tocante a su vida privada. Debio borrar las pistas.
– Lo comprendo, pero no sera la primera vez que sacas un esqueleto del armario.
Yaeger asintio reflexivamente con la cabeza.
– Si, la familia Bougainville de navieros, hace unos meses. Una linda travesura, si quieres llamarlo asi.
– Otra cosa.
– Dime cual.
– Un barco llamado
– Desde luego. ?Algo mas?
– Creo que esto sera suficiente -respondio Pitt.
Yaeger le miro fijamente.
– ?De que se trata esta vez, viejo amigo? No puedo creer que vayas detras de los LeBaron porque te echaron de una fiesta de sociedad. Fijate en mi; me han echado de los lugares mas sordidos de la ciudad. Y lo acepto.
Pitt se echo a reir.
– No se trata de ninguna venganza. Simple curiosidad. Jessie LeBaron dijo algo que me choco sobre la desaparicion de su marido.
– Lo lei en el
– Ella afirmo que su marido no estaba entre los muertos que encontre en la cabina de mandos.
Yaeger guardo un momento de silencio, con expresion perpleja.
– No tiene sentido -dijo-. Si el viejo LeBaron se elevo en aquella bolsa de gas, lo logico es que estuviese todavia en ella cuando reaparecio.
– No, segun su desconsolada esposa.
– ?Crees que persigue algun objetivo, financiero o por cuestion de algun seguro?
– Tal vez si, tal vez no. Pero existe la posibilidad de que se pida a la AMSN que contribuya a la investigacion, ya que el misterio se produjo sobre el mar.
– Y nosotros estaremos ya en la primera base.
– Algo asi.
– ?Y que tiene que ver el
– Ella me dijo que LeBaron lo estaba buscando cuando desaparecio.
Yaeger se levanto de su silla.
– Esta bien, pongamos manos a la obra. Mientras yo trazo un programa de investigacion, estudia tu lo que tenemos sobre el barco en nuestros archivos.
Condujo a Pitt a un pequeno salon de proyecciones, con un gran monitor montado en la pared del fondo, y le hizo senas para que se sentase detras de una consola donde habia un teclado de ordenador. Despues se inclino sobre Pitt y pulso una serie de teclas.
– Instalamos un nuevo sistema la semana pasada. La terminal esta conectada con un sintetizador de voces.
– ?Un ordenador parlante? -dijo Pitt.
– Si, puede asimilar mas de diez mil ordenes verbales, dar la respuesta adecuada y, en realidad, seguir una conversacion. La voz suena un poco extrana, parecida a la de Hal, el ordenador gigante de la pelicula
– ?«Esperanza»?
– Si, porque
– Es curioso.
– Si necesitas ayuda, estare en la terminal principal. No tienes mas que descolgar el telefono y marcar cuatro-siete.
Pitt miro la pantalla. Era de un gris azulado. Tomo cautelosamente un microfono y hablo por el.
– Esperanza, me llamo Dirk. ?Estas dispuesta a realizar una busqueda para mi?
Se sintio como un idiota. Aquello era como hablar a un arbol y esperar que respondiese.
– Hola, Dirk -respondio una voz vagamente femenina que sono como si saliese de una armonica-. Estoy a su disposicion.
Pitt respiro hondo y se lanzo de cabeza.
– Esperanza, quisiera que me hablases de un barco llamado
Hubo una pausa de cinco segundos; despues, dijo el ordenador:
– Tendra que concretar mas. Mis discos de memoria contienen datos referentes a cinco barcos diferentes llamados
– Es el unico que llevaba un tesoro a bordo.
– Lo siento, pero no consta ningun tesoro en sus manifiestos.