que estaba en un soporte vertical en un mamparo y llamo al piloto.
– Todo listo aqui atras.
– Esten preparados -respondio Shepard-. Llegaremos a la bahia en tres minutos. ?Esta seguro de que hay profundidad suficiente para la inmersion?
– Salto -le corrigio Pitt-. Si tiene programadas las coordenadas GPS correctas y se detiene en el punto senalado, tendriamos que encontrar la cantidad necesaria de agua para no chocar contra el fondo.
– Hare todo lo posible -afirmo Shepard-. Despues, el senor Gunn y yo haremos ver como si volaramos hacia otra isla cercana antes de dar la vuelta y esperar su llamada para venir a recogerlos.
– Conoce la maniobra.
– Les deseo suerte, muchachos -anadio Shepard, antes de cortar la comunicacion con el compartimiento de los pasajeros. Luego se irguio en el asiento con las manos y los pies bien firmes en los controles y se concentro en la maniobra que debia ejecutar.
La isla estaba a oscuras, como si estuviese desierta, y la unica luz era la del faro en lo alto de la torre metalica. Pitt apenas si alcanzaba a distinguir vagamente la silueta de los edificios y de la replica de Stonehenge en el centro de la isla en una pequena elevacion. Seria una aproximacion dificil, pero Shepard parecia tan tranquilo como un gangster que, sentado en un palco en el Derby de Kentucky, sabe que el favorito no ganara la carrera porque el ha sobornado al jinete.
Shepard llevo al viejo Bell Jet Ranger directamente desde el mar al centro del canal de la bahia. En la parte de atras, Pitt y Giordino permanecian junto a la escotilla de carga. La velocidad del aire era de casi ciento noventa kilometros por hora, cuando las manos y los pies de Shepard bailaron sobre los controles y el helicoptero se levanto sobre la cola y se detuvo bruscamente al tiempo que se inclinaba a estribor para permitir que saltaran por la escotilla sin obstrucciones. A continuacion, Shepard nivelo el aparato y volvio a ganar velocidad para dar la vuelta y dirigirse a mar abierto. Ejecuto la maniobra a la perfeccion. Para cualquiera que observara desde la isla, el helicoptero casi no se habia detenido.
Pitt y Giordino contuvieron la respiracion mientras caian diez metros antes de chocar contra el agua. A pesar de sus intentos por caer con los pies por delante, la subita inclinacion del helicoptero habia impedido un salto suave. Se encontraron dando vueltas en el aire y se apresuraron a sujetarse las rodillas con los brazos para formar una bola y evitar golpear de plano contra la solida pared de agua, algo que podria causarles lesiones graves o por lo menos vaciarles el aire de los pulmones y dejarlos inconscientes. Los trajes de neopreno absorbieron la mayor parte de la dureza del impacto cuando chocaron contra la superficie y se hundieron casi tres metros antes de perder el impulso.
Con la sensacion de que una pandilla de sadicos se habian divertido golpeandolos con bastones, salieron a la superficie a tiempo para ver como dos reflectores se encendian y barrian el agua hasta encontrar su objetivo e iluminar al helicoptero como si fuera un arbol de Navidad.
Shepard era un piloto veterano que habia volado en Vietnam. Se adelanto a lo que vendria despues. Bajo bruscamente hacia el mar en un picado casi vertical en el momento en que las rafagas de armas automaticas rasgaban el aire nocturno y pasaban a mas de treinta metros por detras del rotor de cola. Entonces giro y volvio a subir. Una vez mas los proyectiles fallaron el blanco.
Shepard sabia que sus piruetas no mantendrian apartados a los lobos mucho mas, y menos con los reflectores que se le pegaban como sanguijuelas. Adivino de nuevo las intenciones de los tiradores de la isla. Detuvo el Bell y floto durante una fraccion de segundo. Los tiradores, que ya habian aprendido la leccion, dispararon esta vez a la supuesta trayectoria, pero Shepard los habia vuelto a enganar. Los disparos pasaron a unos cuarenta metros por delante del morro del helicoptero.
Por increible que pareciera, Shepard se habia apartado casi un kilometro de los agresores y viraba para alejarse, cuando los ultimos disparos perforaron el fuselaje, avanzaron hacia la carlinga y destrozaron el parabrisas. Un proyectil alcanzo a Shepard en un brazo y le atraveso el biceps sin tocar el hueso. Otra bala rozo el cuero cabelludo de Gunn, que se habia echado al suelo.
En el agua, Pitt respiro mas tranquilo al ver como el helicoptero volaba mas alla del alcance de tiro y desaparecia en la oscuridad. Aunque no sabia si Gunn o Shepard habian resultado heridos, tenia claro que no podrian regresar mientras los disparos barrieran el espacio aereo de la isla.
– No podran buscarnos hasta que eliminemos los reflectores -senalo Giordino, que flotaba de espaldas como si estuviese en la piscina de su casa.
– Nos ocuparemos del problema despues de averiguar que les ha pasado a Dirk y Summer -dijo Pitt mirando hacia la isla, con la confianza de un hombre que ve algo que no ven los demas.
Entonces vieron como los reflectores bajaban para comenzar a barrer la superficie de la bahia. Se sumergieron sin desperdiciar el aliento en avisar al otro, conscientes de que sus instintos estaban fuertemente ligados con el paso de los anos. Pitt se giro a una profundidad de tres metros y miro hacia arriba. Las potentes luces de los reflectores hacian que la superficie brillara como si la alumbrara el sol. Solo cuando las luces se alejaron, salieron a la superficie para respirar. Habian estado sumergidos mas de un minuto, pero ninguno de los dos jadeo, porque habian aprendido la tecnica de contener la respiracion para las inmersiones a gran profundidad sin botellas.
En cuanto las luces se alejaron, salieron a la superficie, cogieron aire y se sumergieron de nuevo. Siempre atentos a los movimientos de los reflectores y coordinando sus pasadas para salir a respirar, comenzaron a nadar hacia la costa, que estaba a poco menos de un centenar de metros. Por fin se apagaron los reflectores y pudieron volver a nadar en la superficie. Diez minutos mas tarde pisaron arena. Se pusieron de pie, dejaron caer los cinturones de lastre y avanzaron al amparo de las sombras de un saliente rocoso. Descansaron unos momentos mientras evaluaban la situacion.
– ?Hacia donde vamos? -susurro Giordino.
– Hemos pisado tierra al sur de la casa y a unos doscientos metros al este de la replica de Stonehenge - respondio Pitt.
– Un decorado -dijo Giordino.
– ?Que?
– Los falsos castillos y las copias de antiguas estructuras se llaman decorados. ?No lo recuerdas?
– Lo tengo grabado en el cerebro -murmuro Pitt-. Vamos. Echemos una ojeada. Tenemos que encontrar esos reflectores y sabotearlos. Seria un estorbo que nos iluminaran como a un par de conejos.
Tardaron ocho minutos en localizar los reflectores gemelos. Casi tropezaron con ellos en la oscuridad. La unica cosa que los salvo de ser descubiertos por los guardias que atendian las luces fueron sus trajes de neopreno negro, que los hacian practicamente invisibles en la oscuridad. Distinguieron la silueta de un hombre que descansaba tumbado en la arena mientras que otro observaba el mar a traves de unos prismaticos de vision nocturna. Como no esperaban la aparicion de intrusos por la retaguardia, no estaban alerta.
Giordino salio de la oscuridad silenciosamente, pero un crujido de sus botas de goma delato su presencia. El hombre de los prismaticos se volvio a tiempo para ver una sombra que se abalanzaba sobre el. Cogio el fusil automatico apoyado en la curena del reflector y apunto a Giordino. Nunca llego a apretar el gatillo. Pitt habia llegado por el lado opuesto cinco pasos por delante de su companero. Arrebato el fusil de las manos del guardia y descargo un culatazo contra su cabeza. Giordino, por su parte, se lanzo sobre el guardia tumbado en la arena y lo dejo inconsciente de un punetazo en la mandibula.
– ?No te hace sentir mejor saber que estamos armados? -pregunto Giordino con un tono alegre, mientras desarmaba a los guardias y le daba a Pitt uno de los fusiles.
Pitt no se molesto en contestar. Quito las sujeciones de las lentes de los reflectores, las abrio y con mucho cuidado, para no hacer ruido, destrozo los filamentos.
– Iremos primero a la casa. Despues a tu decorado.
No habia luna, pero no se arriesgaron y avanzaron lenta y cautelosamente, casi sin ver el suelo que pisaban. Las gruesas botas de goma les protegian los pies de los afilados corales que habia entre la arena. Encontraron una rama de palmera y la arrastraron detras de ellos, para borrar las huellas. Si no podian abandonar la isla antes del amanecer, tendrian que encontrar un lugar donde ocultarse hasta que Moreau y Gunn pudieran organizar el rescate.
La casa era un gran edificio colonial, con una amplia galeria que la rodeaba por entero. Subieron a la galeria