opuesto. No era algo frecuente que se vistiera con este traje, pero aquel era un dia muy especial.

Specter habia sido detenido por los alguaciles federales cuando su piloto habia cometido el error de aterrizar en San Juan, Puerto Rico, para hacer una escala tecnica en su viaje a Montreal. Le entregaron una citacion para presentarse y declarar ante un comite de la camara que investigaba sus turbias operaciones mineras en el territorio norteamericano. Los alguaciles lo pusieron bajo custodia y lo llevaron a Washington, asi que no tenia ninguna posibilidad de escapar a otro pais. Como su frustrada operacion para congelar Norteamerica y Europa habia tenido lugar en un pais extranjero fuera de la jurisdiccion nacional, se habia librado de una acusacion federal.

En realidad, el comite tenia las manos atadas. Habia muy pocas posibilidades de conseguir una victoria legal. Podian aspirar como maximo a sacar a la luz las actividades ilegales de Specter e impedirle cualquier nueva operacion en Estados Unidos. Epona, sin embargo, habia conseguido escapar de la red y no se sabia nada de su actual paradero. Era otro de los temas que el comite plantearia a Specter.

Pitt se miro por ultima vez en un espejo de cuerpo entero que habia sido parte del mobiliario de un camarote de primera clase en un viejo barco de vapor. Lo unico en su atuendo que lo diferenciaba del rebano de Washington era la corbata gris y blanca. Se habia peinado cuidadosamente los cabellos negros rizados y sus ojos verdes brillaban con la animacion habitual, a pesar de la escasez de descanso por pasar la noche con Loren. Se acerco a la mesa y recogio la daga que le habia quitado a Epona en la isla Branwen. La empunadura estaba recamada con rubies y esmeraldas, y la hoja era delgada y de doble filo. La guardo en el bolsillo interior de la chaqueta.

Bajo por la escalera de caracol de hierro forjado a la planta baja, donde tenia la coleccion de coches y aviones antiguos. Delante de la puerta principal estaba aparcado un todo terreno Navigator de la NUMA. Era un vehiculo demasiado grande para circular por las calles de la capital, pero lo consideraba un coche con una excelente respuesta y muy comodo. Ademas el nombre de la NUMA y el color senalaban que era un vehiculo oficial, cosa que le permitia aparcar en lugares prohibidos para los coches particulares.

Cruzo el puente para ir al centro de la ciudad y aparco en la zona reservada exclusivamente a vehiculos oficiales, a dos manzanas del edificio del Capitolio. Subio la escalinata y, una vez en el vestibulo debajo de la cupula, siguio las instrucciones de Loren para ir a la sala donde tenian lugar las sesiones del comite. Como no queria entrar por la puerta del publico y los periodistas, siguio por el pasillo hasta donde un guardia de seguridad del Capitolio vigilaba la puerta reservada a los miembros de la camara de representantes que formaban el comite, sus ayudantes y los abogados.

Pitt le entrego una tarjeta al guardia y le pidio que se la hiciera llegar a la congresista Loren Smith.

– No puedo hacerlo -protesto el guardia, que vestia un uniforme gris.

– Se trata de un asunto extremadamente urgente -replico Pitt con voz autoritaria-. Tengo una prueba fundamental para ella y el comite.

Pitt exhibio sus credenciales para demostrarle al guardia que no era un cualquiera que hubiese entrado en el edificio sin ningun motivo. El guardia comparo la foto de la tarjeta de identidad con su rostro, asintio, cogio la tarjeta y entro en la sala del comite.

Diez minutos mas tarde, cuando hubo una pausa en el interrogatorio, Loren salio al pasillo.

– ?Que ocurre? -pregunto.

– Tengo que entrar en la sala.

Loren lo miro con las cejas enarcadas como una muestra de su desconcierto.

– Tendrias que haber entrado por la puerta reservada al publico.

– Tengo un objeto que demostrara quien es Specter.

– Damelo, y yo se lo presentare al comite.

Pitt sacudio la cabeza.

– No puedo hacerlo. Tengo que presentarlo yo mismo -manifesto Pitt con vehemencia.

– No te lo puedo permitir -insistio ella-. No estas en la lista de testigos.

– Haz una excepcion -le rogo Pitt-. Preguntaselo al presidente.

Loren lo miro a los ojos, que conocia muy bien. Busco algo que no encontro.

– Dirk, sencillamente no puedo hacerlo. Tienes que explicarme lo que quieres hacer.

El guardia solo estaba a un par de pasos mas alla, sin perderse ni una palabra de la conversacion. La puerta, normalmente cerrada, habia quedado entreabierta. Pitt sujeto a Loren por los hombros, la hizo girar en un rapido movimiento y la empujo hacia el guardia. Antes de que pudieran impedirselo, ya habia cruzado la puerta y caminaba a paso rapido por el pasillo entre los representantes y sus colaboradores sentados. Nadie hizo el menor intento de protesta o de detenerlo cuando subio el par de peldanos hasta el estrado de los testigos. Se detuvo delante de la mesa que ocupaban Specter y sus muy cotizados asesores legales.

El congresista Christopher Dunn de Montana golpeo con su mazo al tiempo que decia:

– Senor, esta usted interrumpiendo una investigacion muy importante. Debo pedirle que se retire inmediatamente, o mandare a los guardias que lo saquen de la sala.

– Con su permiso, senor congresista, pondre a su investigacion en una via completamente nueva.

Dunn le hizo un gesto al guardia, que habia seguido a Pitt al interior de la sala.

– ?Saquelo de aqui!

Pitt cogio la daga que llevaba en el bolsillo interior de la chaqueta y apunto con ella al guardia, que se detuvo en seco. El hombre amago desenfundar el arma, pero titubeo cuando Pitt acerco la daga a su pecho.

– Con su permiso, senor -repitio-. Creame, senor congresista, que valdra la pena escucharme.

– ?Quien es usted, senor? -pregunto Dunn.

– Me llamo Dirk Pitt. Soy el hijo del senador George Pitt.

Dunn reflexiono un momento, y despues le hizo un gesto al guardia.

– Espere. Quiero escuchar lo que el senor Pitt tenga que decir. -Luego miro a Pitt-. Deje esa daga. Dispone exactamente de un minuto para explicarme lo que sea. Sera mejor que valga la pena, o se encontrara entre rejas dentro de una hora.

– ?Arrestaria al hijo de un estimado senador? -pregunto Pitt con un tono insolente.

– Es republicano -replico Dunn con una sonrisa astuta-. Yo soy democrata.

– Gracias, senor.

Pitt dejo la daga sobre la mesa y fue a situarse delante mismo de Specter, que continuaba sentado tan tranquilo. Como siempre, vestia un traje blanco y llevaba gafas oscuras y un panuelo que le tapaba la boca y la barbilla, ademas del sombrero que le ocultaba los cabellos.

– ?Querria tener la bondad de ponerse de pie, senor Specter?

Uno de los abogados de Specter se inclino para hablar por uno de los microfonos que habia sobre la mesa.

– Debo protestar muy energicamente, congresista Dunn. Este hombre no tiene nada que hacer en esta sala. El senor Specter no tiene ninguna obligacion legal de responderle.

– ?Es que Specter tiene miedo? -manifesto Pitt-. ?Es un cobarde? -Pitt hizo una pausa y miro a Specter con una mirada retadora.

Specter mordio el anzuelo. Era demasiado arrogante para pasar por alto los insultos de Pitt. Apoyo una mano sobre el brazo de su abogado para contenerlo y lentamente levanto su corpachon de la silla, hasta ponerse de pie, con el rostro oculto, el consumado acertijo de un enigma.

Pitt sonrio al tiempo que se inclinaba un poco como si agradeciera que Specter se hubiera levantado.

Luego, en un movimiento subito que pillo a todos por sorpresa, empuno la daga y la hundio hasta la empunadura en el vientre de Specter para despues cortarle el traje en diagonal.

Los gritos de los hombres y los chillidos de las mujeres resonaron en la sala. El guardia se lanzo sobre Pitt, que se esperaba el ataque. Dio un paso a un costado al tiempo que le hacia una zancadilla que lo hizo rodar por el suelo. Despues clavo la daga en la mesa delante de Specter y se aparto, visiblemente complacido consigo mismo.

Loren, que se habia levantado de un salto para gritarle a Pitt, enmudecio de pronto. Fue una de las primeras en ver que Specter no sangraba.

La sangre y los intestinos tendrian que haberse volcado sobre la mesa, pero en el traje blanco no se veia ninguna mancha. Muy pronto el centenar de personas que se habian puesto de pie horrorizadas comenzaron a advertir el mismo fenomeno.

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