mas tarde, los siguio Horatio Nelson, cuando no era mas que un capitan. Navego rio arriba con una flotilla y ataco El Castillo, que todavia se alzaba. El asalto fracaso. Fue la unica vez en su carrera que perdio una batalla. Recordo la verguenza por todo el resto de su vida.

– ?Por que? -pregunto Giordino.

– Porque perdio un ojo durante el ataque.

– ?El derecho o el izquierdo?

Rathbone penso durante un momento, al no captar la broma, y luego se encogio de hombros.

– No lo recuerdo.

Pitt bebio un sorbo de tequila.

– ?Durante cuanto tiempo controlaron el rio los espanoles?

– Mas o menos hasta 1850 y el comienzo de la fiebre del oro en California. El comodoro Vanderbilt, un magnate ferroviario y naviero, aprovecho la ocasion. Llego a un acuerdo con los espanoles para ofrecer un servicio de transporte a los buscadores que habian sacado pasaje en sus barcos en Nueva York y Boston para el largo viaje hasta California. Los pasajeros llegaban a San Juan del Norte, donde hacian transbordo a los barcos fluviales. Luego remontaban el San Juan y cruzaban el lago hasta La Virgen. Desde alli, solo tenian que recorrer unos veinte kilometros en diligencia hasta el pequeno puerto de San Juan del Sur, en el Pacifico, donde una vez mas subian a bordo de los vapores de Vanderbilt, que los llevaban hasta San Francisco.

»Los buscadores no solo se ahorraban centenares de kilometros al no tener que dar la vuelta al cabo de Hornos, sino que tambien se evitaban otros mil porque no pasaban por el itsmo de Panama al sur.

– ?Cuando acabo el trafico fluvial? -pregunto Pitt.

– La Accesory Transit Company, como la llamo Vanderbilt, ceso en sus actividades con la construccion del canal de Panama. El comodoro construyo una enorme mansion en San Juan del Norte, que todavia existe, aunque esta abandonada. El rio cayo en el olvido durante ochenta anos, hasta que a partir de 1990 se convirtio en una atraccion turistica.

– Parece un trazado mucho mas logico para un canal que el de Panama.

Rathbone sacudio la cabeza con una expresion apenada.

– Efectivamente, efectivamente, pero las jugarretas politicas de su presidente Roosevelt hicieron que lo llevaran centenares de kilometros mas al sur.

– Aun asi, se podria cavar un canal en esta zona -opino Giordino pensativamente.

– Es demasiado tarde. Hay poderosos intereses comerciales que defienden la exclusividad del canal. Por otra parte, los movimientos ecologistas se opondrian con unas y dientes. Aun en el caso de que el gobierno nicaraguense diera el visto bueno, no encontrarian a nadie dispuesto a financiarlo.

– Alguien me comento que una empresa estaba interesada en construir un tunel ferroviario que atravesaria el pais de un oceano al otro.

Rathbone contemplo el rio durante unos instantes.

– Durante algunos meses circularon rumores al respecto, pero nada concreto. Vinieron unos cuantos equipos de prospeccion que recorrieron la selva. Los helicopteros iban y venian incesantemente. Los geologos y los ingenieros llenaron mis hoteles y bebieron mi whisky, pero despues de casi un ano hicieron las maletas, regresaron a sus casas y alli acabo todo.

Giordino se acabo la ginebra y pidio otra.

– ?Ninguno volvio por aqui?

– No que yo sepa. -Rathbone sacudio la cabeza.

– ?Dieron alguna razon para abandonar el proyecto? -pregunto Pitt.

El viejo volvio a sacudir la cabeza.

– No encontre a nadie que supiera mas que yo. Rescindieron los contratos y les pagaron. Al parecer, todo se llevo a cabo muy en secreto. La noche anterior a la partida, uno de los ingenieros que estaba borracho me dijo que a el y a sus companeros les habian hecho jurar que guardarian el secreto.

– ?La empresa contratista se llamaba Odyssey?

Rathbone parecio un tanto sorprendido al escuchar el nombre.

– Si, ese era el nombre, ese era. Odyssey. El dueno incluso se alojo en mi hotel, en El Castillo. Un tipo enorme. Debia de pesar cerca de los doscientos kilos. Dijo llamarse Specter. Muy extrano. Nunca le vi el rostro. Siempre iba rodeado por una comitiva, la mayoria mujeres.

– ?Mujeres? -Giordino se animo.

– Muy atractivas, pero tambien muy profesionales. Distantes, muy eficaces. Nunca hablaban ni se mostraban dispuestas a tratar mucho con la gente del lugar.

– ?Como llegaron hasta aqui? -quiso saber Pitt.

– Vinieron y se fueron en un enorme hidroavion, pintado como una orquidea.

– ?Lavanda?

– Si, quiza era lavanda.

Giordino agito la ginebra que tenia en la copa.

– ?Llego a saber por que abandonaron el proyecto?

– Los rumores mencionaron cincuenta razones, pero ninguna tenia el menor sentido. Mis amigos en el gobierno en Managua se mostraron tan sorprendidos como todos los demas que vivimos a lo largo del rio. Afirmaron que ellos no tenian culpa alguna. Le habian ofrecido a Odyssey todos los beneficios y ventajas posibles, dado que el proyecto habria sido un gran paso en favor de la economia nicaraguense. En mi opinion, Specter encontro otros proyectos mas rentables para su empresa y se largo.

En aquel momento notaron como la tierra se sacudia, y los cubitos de hielo tintinearon en las copas al tiempo que el contenido se agito como si cayeran las gotas de una lluvia invisible. Las copas de los arboles oscilaron y las aves remontaron el vuelo espantadas. Tambien se escucharon los lamentos de los animales.

– Un terremoto -comento Giordino con tono indiferente.

– Un temblor de tierra de poca monta -dijo Pitt. Bebio otro sorbo de tequila.

– No parecen ustedes muy preocupados por los temblores de tierra -manifesto Rathbone, sorprendido.

– Crecimos en California -le explico Giordino.

Pitt intercambio una mirada con su companero.

– Me pregunto si se produciran mas temblores mientras continuemos nuestro viaje rio arriba.

– Lo dudo -respondio Rathbone, que parecia inquieto-. Van y vienen como los truenos, pero muy de cuando en cuando y no provocan ningun dano. Los nativos son muy supersticiosos. Creen que han regresado los antiguos dioses y que ahora viven en la selva. -Callo mientras se levantaba lentamente con gran esfuerzo. No parecia tener mucho equilibrio-. Caballeros, gracias por la copa. Ha sido un placer hablar con ustedes. Pero con la edad llega el deseo de retirarse temprano. ?Nos volveremos a ver manana?

Pitt se levanto para estrecharle la mano.

– Quiza. Es probable que por la manana salgamos a dar un paseo para disfrutar del panorama y continuemos el viaje a ultima hora de la tarde.

– Nos gustaria pasar un dia en El Castillo y ver las ruinas de la fortaleza antes de seguir viaje hasta el lago de Nicaragua -anadio Giordino.

– Mucho me temo que solo podran ver la fortaleza desde lejos -dijo Rathbone-. La policia ha cerrado todo el recinto y no se admiten visitas. Afirman que esta en malas condiciones y que las multitudes empeoran la situacion. Para mi no son mas que excusas; la lluvia provoca mucho mas dano que las pisadas de unos pocos turistas.

– ?La policia nicaraguense vigila la fortaleza?

– Hay mas vigilancia que en una fabrica de bombas atomicas. Camaras, perros y una cerca de alambre de espino de tres metros de altura. Uno de los habitantes de El Castillo, un tipo llamado Jesus Diego, se dejo llevar por la curiosidad e intento saltarse los controles. Al pobre hombre lo encontraron colgado en un arbol de la ribera.

– ?Muerto?

– Asi es. -Rathbone se apresuro a cambiar de tema-. Yo en su lugar no me acercaria por alli.

– Tendremos en cuenta su consejo -dijo Pitt.

– Bien, caballeros, ha sido un placer. Buenas noches.

Mientras miraban al anciano que se alejaba con paso cansino, Giordino le pregunto a Pitt:

– ?Que te parece?

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